Este viernes 7 de octubre de 2022, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a algunos capellanes de las escuelas de la suiza francesa y les dirigió las siguientes palabras de saludo:
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Saludos del Santo Padre
Querido hermano,
Queridos hermanos y hermanas,
Le agradezco que me haya dado a conocer su experiencia de servicio, junto a jóvenes estudiantes de la Suiza francesa. Un trabajo exigente, pero que sin duda da mucho a quien lo vive con una fuerte motivación y un espíritu generoso.
Me gustaría agradecer a su “portavoz” su presentación -muy clara, incluso sus preguntas finales-, que puso de manifiesto ciertos aspectos de la realidad de la juventud. Esto es precioso porque no es algo que hayas leído en los libros: es el fruto de tu estar con los jóvenes, acompañándolos, escuchándolos… Y también llevándolos ante el Señor, en la oración. Es ahí, en el silencio, donde resurgen los rostros, las historias, las sonrisas y las lágrimas, los sueños… Y es ahí donde también encuentras el impulso interior, porque un trabajo como el tuyo absorbe mucha energía y puede agotar el espíritu si no hay “savia” del Señor para recargarlo.
Me gusta ver su trabajo con el trasfondo del Sínodo para y con los jóvenes, que vivimos hace cuatro años. También ese Sínodo no terminó con un hermoso documento final, sino que fue la culminación de un camino eclesial que precedió y siguió a la asamblea. Y yo diría que, al estar junto a los jóvenes, también vosotros podéis, en cierto sentido, escribir nuevas páginas de la Carta que salió de aquel Sínodo: la Exhortación Apostólica Christus vivit (25 de marzo de 2019).
Cada vez que uno de vosotros se pone al lado de dos o tres jóvenes en camino, los escucha, escucha las decepciones, los fracasos, las dudas que llevan dentro, y luego les habla de Jesucristo, despertando la esperanza en sus corazones, ahí se renueva algo de la experiencia de los discípulos de Emaús. No depende de tu habilidad: es Cristo vivo quien pasa, es su Espíritu quien actúa; pero es importante que estéis allí, es necesaria vuestra presencia junto a ellos. Estar ahí, acompañar.
Y un aspecto que merece ser destacado es el ecuménico: ustedes son católicos y protestantes y trabajan juntos, en colaboración. Esto es bueno, da un buen testimonio, y puede ayudar a la Iglesia a crecer hacia una unidad cada vez más plena, más acorde con la voluntad de Cristo el Señor. Os animo a que sigáis por este camino.
Queridos hermanos y hermanas, gracias de nuevo por su visita. Les deseo lo mejor en su trabajo. De corazón os bendigo a vosotros, a vuestros compañeros y a vuestras familias. Y les pido por favor que recen por mí.