Como se recoge en la revista Nature, comienzan a darse resultados positivos en ensayos clínicos con células pluripotenciales inducidas. Los equipos investigadores, todos con sede en Japón, afirman que esta tecnología funciona. Sin embargo, investigadores externos objetan que estos ensayos deben ser comprobados y revisados por pares.
Recordemos que las células pluripotentes inducidas (iPS) son aquellas que han sido reprogramadas a partir de células somáticas, por ejemplo de la piel, dando lugar a un estado cuasi embrionario. Y, a partir de ellas, es posible obtener cualquier tipo de célula. Desde el punto de vista ético, lo interesante de estas células es que su obtención hace innecesaria la manipulación del embrión humano, como sucede con las células madre embrionarias, obtenidas de su masa interna y que provocan su muerte.
La primera noticia de este año llegó en enero, cuando se informó que el primer trasplante de células musculares cardíacas procedentes de células madre reprogramadas había conseguido mejorar la función cardíaca de la persona afectada. Más tarde, en el mes de abril, otros investigadores dieron a conocer que habían logrado mejorar la visión de personas con patologías corneales a las que se les trasplantó células de la córnea obtenidas por reprogramación. Los actuales trabajos con este tipo de células están «ofreciendo primeros conocimientos alentadores sobre la evolución de las terapias basadas en células iPS, del laboratorio al paciente», dice Wolfram-Hubertus Zimmermann, farmacólogo del Centro Médico Universitario de Göttingen en Alemania. Estos ensayos con células iPS «le dan a la gente de todo el mundo la confianza de que es factible», dice Kapil Bharti, investigador de células madre traslacionales del Instituto Nacional del Ojo de EE. UU. en Bethesda, Maryland.
Desde que el científico japonés Shinya Yamanaka de la Universidad de Kioto descubrió la tecnología para fabricar las células iPS y ganó el premio Nobel de medicina en 2012 las expectativas fueron enormes y el gobierno japonés anunció en 2013 que invertiría más de 800 millones de dólares en medicina regenerativa durante 10 años. Los investigadores japoneses han trabajado en 10 ensayos clínicos durante este tiempo y han demostrado la seguridad de la técnica. Actualmente ha bajado el entusiasmo y esto condiciona la financiación gubernamental en los próximos años. Sin embargo “la tecnología de células iPS solo existe desde hace 16 años. Y llevarla a las pruebas clínicas ha sido increíblemente rápido”, dice Zimmermann. “El desafío es que todo esto está sucediendo bajo la gran atención del público”.
El diseño del ensayo para tratar problemas graves de la vista, en personas que carecen de las células madre necesarias para la reparación de la córnea, fue realizado por el oftalmólogo Kohji Nishida de la universidad de Osaka. Para realizarlo se sirvió de células iPS derivadas de donantes y, a partir de ellas, fabricó láminas de células corneales que trasplantó a cada uno de los cuatro participantes en la investigación. Posteriormente, Nishida informó que tres de los cuatro sujetos habían mejorado notablemente la visión un año después. Además, añadió que la enfermedad inicial no ha vuelto a aparecer en ninguna de las personas, lo que indica que las células permanecieron vivas. Ahora prepara el manuscrito para su revisión por pares y se propone realizar un ensayo clínico con más de 10 participantes.
Ciertamente, el número de participantes en el ensayo con células de la córnea es muy pequeño para dar por sentada la efectividad del tratamiento, pero los científicos ven estos resultados con optimismo. “Estoy seguro de que los pacientes ven mejor y eso es una buena señal”, dice Bharti, quien dirige un ensayo de un tratamiento para la degeneración macular utilizando células madre reprogramadas. Pero, dice, “debemos tener cuidado de no llamar a estos ensayos eficaces”
“Estoy muy feliz de que la córnea pueda mostrar eso ahora. Los resultados son muy importantes para la medicina regenerativa en Japón”, dice Takahashi, otro investigador que dirigió dos estudios utilizando células iPS para tratar a siete personas con degeneración macular.
En cuanto a los resultados del ensayo con células reprogramadas del músculo cardíaco, también son alentadores, como refiere Yoshiki Sawa, cirujano cardíaco de la Universidad de Osaka y líder del ensayo. Los tres participantes, de cincuenta, sesenta y setenta años, se han podido recuperar y continúan trabajando.
Por otro lado, Zimmermann, que también desarrolla un ensayo con células del músculo cardíaco derivadas de células iPS, comenta que es importante ver que en el primer participante del ensayo no se detectaron latidos irregulares ni desarrollo de tumores. Sin embargo, comenta que se debe aclarar si la favorable evolución fue consecuencia de las células trasplantadas o debida a otras causas relacionadas con la cirugía. Se basa en que las células que recibió el sujeto no habrían sobrevivido luego de administrar inmunosupresores por más de 3 meses. “No es una mejora dramática; es una estabilización”.
A pesar de esto, los investigadores japoneses comentan que los positivos resultados de estos ensayos llegan en un momento crucial, ya que la inversión del gobierno en este rubro llega a su fin el próximo año, por lo que el resultado particularmente exitoso del ensayo con células de la córnea ayudaría a continuar con esa inversión tecnológica.
En todo caso los promotores de estos estudios necesitan reducir los costos de producción de las células y conseguir la ayuda de la industria para llevar a cabo ensayos más ambiciosos. Koji Eto, biólogo celular de la Universidad de Kyoto, director de un ensayo con plaquetas derivadas de células iPS, opina que muchos ensayos clínicos no podrán recaudar lo necesario para su comercialización. Para poder hacerlo deben demostrar que los tratamientos funcionan.
En otro ensayo del que se esperan resultados en un breve plazo, Jun Takahashi, neurocirujano de Kyoto, utilizó también células iPS para obtener neuronas dopaminérgicas y las implantó en cerebros de siete personas aquejadas de la enfermedad de Parkinson durante los años 2018 a 2021. Hasta ahora no se observan efectos adversos graves. En 2024 se hará una evaluación neurológica. “El mejor escenario es que los síntomas de los pacientes mejoren”, dice Takahashi.
Si se comprueba la evidencia de eficacia clínica en los ensayos realizados por Sawa y Takahashi y no hay efectos secundarios, estas terapias podrían ser las primeras en lograr una aprobación condicional para su venta en Japón, dentro del programa acelerado del gobierno para lo referente a medicina regenerativa.