Esta mañana, tras despedirse del personal, los bienhechores y los amigos de la Nunciatura Apostólica en Bratislava, Eslovaquia, en la última jornada de su 34º viaje apostólico internacional, el Papa Francisco se trasladó en coche al santuario nacional de Šaštín o basílica de los Siete Dolores de la Virgen María, patrona del país, para un momento de oración con los obispos y presidir la Santa Misa.
Eslovaquia conmemora a su patrona tal día como hoy, el 15 de septiembre, y, cada año, según la costumbre nacida en 1732, se organiza una peregrinación nacional a este santuario. La basílica también ha sido declarada lugar de peregrinación para la Eparquía de Bratislava de la Iglesia greco-católica, que rinde homenaje a la Virgen María en la Fiesta de la Compasión de la Madre de Dios desde 2009.
Antes de la celebración de la Eucaristía para unirse a esta fiesta con el pueblo eslovaco, el último evento del Santo Padre en esta tierra, Francisco se reunió con los obispos eslovacos en un momento de oración privada en la basílica de los Siete Dolores de la Virgen María.
A continuación, sigue el texto completo de la oración del Papa.
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Oración
El Santo Padre:
En el nombre de Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
El Santo Padre y los obispos recitan juntos la oración de consagración:
Nuestra Señora de los siete dolores,
nos hemos reunido aquí ante ti como hermanos,
dando gracias al Señor por su amor misericordioso.
Y tú estás aquí con nosotros,
como estuviste con los Apóstoles en el Cenáculo.
Madre de la Iglesia y Consuelo de los afligidos,
nos dirigimos a ti con confianza,
en las alegrías y en las fatigas de nuestro ministerio.
Míranos con ternura
y acógenos entre tus brazos.
Reina de los Apóstoles y Refugio de los pecadores,
que conoces nuestros límites humanos,
las faltas espirituales,
el dolor por la soledad y el abandono,
sana nuestras heridas con tu dulzura.
Madre de Dios y Madre nuestra,
te confiamos nuestra vida y nuestra patria,
te confiamos nuestra misma comunión episcopal.
Obtennos la gracia
de vivir con fidelidad cotidiana
las palabras que tu Hijo nos ha enseñado
y que ahora, en él y con él,
dirigimos a Dios nuestro Padre.
El Santo Padre y los obispos:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Santo Padre:
Oh Dios, que concedes a tu Iglesia
imitar a la bienaventurada Virgen María
en la contemplación de la pasión de Cristo,
otórganos, por su intercesión,
que nos configuremos cada vez más con tu Hijo unigénito
y alcancemos la plenitud de su gracia.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
El Santo Padre:
Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios.