Cuarenta días después del golpe de Estado en Myanmar que desencadenó protestas populares con decenas de muertos y miles de opositores detenidos, el arzobispo de Yangon, el cardenal Charles Maung Bo, comenta la situación en su país en esta entrevista con Exaudi.
“Los enfrentamientos físicos y los asesinatos son algo abominable en el siglo XXI”, denuncia Bo. Sobre el papel de la Iglesia Católica en Myanmar, indica que “hemos pedido la liberación de todos los detenidos”. Pero “la maldición de Myanmar”, añade, “son sus recursos naturales, muy codiciados por las superpotencias que están más interesadas en saquear estos recursos que en hacer valer los derechos de nuestro pueblo”. Y en cuanto al papel de China, dice que “es triste, pero ha parecido que sus intereses geoestratégicos pesan más que otras voces”.
A continuación, sigue la conversación de Deborah Castellano Lubov, de Exaudi, con el purpurado.
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Exaudi: Eminencia, siguen llegando noticias de Myanmar sobre las protestas contra los militares que tomaron el poder el pasado 1 de febrero y sobre las numerosas víctimas. ¿Cómo describe esta situación?
Cardenal Maung Bo: En todo el país, el golpe de Estado provocó una enorme ira y decepción. Estallaron grandes protestas, organizadas por una generación de jóvenes expertos en tecnología que sacó a miles de personas a la calle. La vida se paralizó. Tras un mes de grandes aglomeraciones, el ejército atacó el 28 de febrero y el 3 de marzo. Hasta ahora han muerto unas 54 personas, muchas de ellas muy jóvenes, lo que supone una gran tragedia. Un país donde las madres entierran a sus hijos es realmente un país herido. Todos necesitan convertirse a la humanidad, especialmente los que creen que están poniendo “orden”. Miles de personas están en las cárceles. En un mes todas las promesas de una gran nación se rompieron en pedazos. Nos queda mucho trabajo por hacer.
Exaudi: Tras largos periodos de regímenes autoritarios en el poder, el camino de Myanmar hacia la democracia se ha detenido de nuevo. En su opinión, ¿Cómo podría retomarse?
Cardenal Maung Bo: El retroceso de la democracia es una náusea colectiva ahora en Myanmar. El atribulado proceso de democratización no fue perfecto, ya que preveía la cohabitación de dos visiones diversas de la nación, el Estado y la democracia. Esto no funcionó. La controvertida narrativa de lo que es la democracia nunca se resolvió entre los dos principales actores del país: el ejército y la Sociedad Civil. Mientras que el ejército no preveía una fuerte amenaza para su poder y sus privilegios, el Gobierno civil sobrestimó su capacidad de permanencia sin algunos ajustes con el ejército. A estas inquietudes se sumaron las personalismos. Lo que podría haberse resuelto mediante una buena relación y el diálogo, se descontroló y acabó en esta tragedia.
El ejército ha prometido elecciones en el plazo de un año. Espero que cumpla sus promesas al pueblo de Myanmar. La maldición de este país son sus recursos, codiciados por superpotencias que están más interesadas en saquearlos que en afirmar los derechos de nuestro pueblo. El propio organismo regional de la ASEAN está infectado con el virus de la democracia antiliberal y el autoritarismo. Este es un invierno democrático. Pero el pueblo de Myanmar ha hablado, con sus lágrimas y su sangre. Ha reconciliado sus diferencias y se ha unido el último mes. Es un comienzo saludable.
Exaudi: Mientras tanto, las protestas y la violencia contra los manifestantes continúan. ¿Cuál es la solución, según usted, que podría poner fin a la violencia?
Cardenal Maung Bo: Es necesario que todos aprovechen esta nueva unidad como fuerza para construir un Estado democrático federal. Es posible. Durante demasiado tiempo, los sistemas y las estructuras de Myanmar se trataron mutuamente como amenazas; pero hay otro camino: el diálogo y la reconciliación.
Esto sólo será posible cuando la comunidad internacional hable con una sola voz y empuje a todos los actores locales hacia la democracia. El papel de China es primordial. Pero ellos nunca han sido amantes de la democracia. No obstante, otros pueden ayudar a sanar a esta nación herida. Los manifestantes, los detenidos y el ejército deben dialogar. Los enfrentamientos y los asesinatos son abominables en este siglo. Que todas las puertas estén abiertas a los demás. Que todos los corazones estén abiertos a los demás. Somos hermanos y hermanas de la misma nación.
Exaudi: Hay una foto que ha suscitado mucha atención en los medios de comunicación: Una monja protegiendo a los manifestantes con su cuerpo, para defenderlos de la violencia policial. ¿Le conoce? ¿Qué noticias tiene sobre ese episodio? Y más en general, ¿qué papel está desempeñando la Iglesia Católica estos días?
Cardenal Maung Bo: Esa hermana ha estado en todas las noticias. Con un solo acto heroico, animada por el espíritu cristiano del amor redentor, se ofreció por la causa de la paz. Fue un acto valiente. Muchos medios de comunicación lo bautizaron como el emblemático “Momento Tinnamann”. Le conozco, ya que actualmente soy administrador apostólico de la diócesis de Myitkyina. Se llama sor Ann Rose y pertenece a una sencilla congregación local, las Hermanas de San Francisco Javier. No sólo una vez, sino dos veces se presentó y suplicó a los soldados. Hizo que la comunidad católica se sintiera orgullosa a pesar de todos los riesgos. También procede de la comunidad Kachin, donde la guerra y los desplazamientos han causado estragos. Su lugar de origen está cerca de la frontera con China, en Muse, ciudad de Namkham, en un pueblo llamado Kaung Cut. Su padre, Brawng Tawng, sigue siendo catequista.
La implicación de la Iglesia es a varios niveles. Como Conferencia Episcopal, nuestro objetivo es involucrar a todos los actores en la construcción de la paz. Nuestro mandato del Papa es hacer la paz. Él ha hecho tres llamamientos, todos insistiendo en la pacificación. Nuestro enfoque es a largo plazo sin comprometer las necesidades de emergencia. Muchos jóvenes sacerdotes y religiosos estuvieron directamente involucrados en varias actividades. Comprendemos cómo se sienten. Una generación joven que ha crecido gracias a las redes sociales y a una mayor exposición al mundo se mueve más rápido. Pero también tenemos que alimentar a los hambrientos – la COVID-19 sigue ahí, privando a millones de personas de sus medios de subsistencia – y cuidar de las comunidades vulnerables.
Exaudi: ¿Qué solución apoya la iglesia de Myanmar para la actual crisis política?
Cardenal Maung Bo: No somos actores políticos, pero conocemos a todas las partes interesadas, por lo que intentamos llegar a ellas. Incluso antes de que estallara esta crisis, intentamos que dialogaran y resolvieran el problema de forma pacífica. Poco después del golpe, emitimos una declaración que tuvo una amplia cobertura, en la que pedíamos la vuelta al diálogo y la reconciliación. Pedimos la liberación de todas las personas detenidas. La Conferencia Episcopal de Myanmar también ha emitido una declaración y trabaja por la pacificación. Las organizaciones católicas han tendido la mano a varios grupos vulnerables que lo necesitan. Estamos fortalecidos por las tres fuertes declaraciones de solidaridad y paz emitidas por el Santo Padre.
Exaudi: La comunidad internacional sigue con preocupación las noticias que llegan de Myanmar. ¿Qué puede hacer la opinión pública internacional para ayudarle a recuperarse de esta crisis?
Cardenal Maung Bo: La comunidad internacional debe hablar con una sola voz. Lamentablemente, los intereses geoestratégicos, especialmente de China, parecen abrumar a todas las demás voces. Si quiere beneficiarse de la situación de este país, tiene que trabajar con todos los sectores de la población y disipar los temores y ansiedades de la gente. Un Myanmar en paz es bueno para todos. Cualquier cosa que anule los intereses de nuestro pueblo tendría un riesgo a largo plazo. Nuestro pueblo confía mucho en la ONU. Entiendo sus limitaciones, pero nuestro pueblo esperaba una delegación de paz que iniciara el diálogo entre las distintas partes. Esa esperanza también se desvanece muy rápido.
La comunidad internacional debe fortalecer la democracia en todas partes. Los acontecimientos en Estados Unidos tras las recientes elecciones y los disturbios en el Capitolio han contribuido a poner en duda los resultados electorales. Nuestro país se está inclinando rápidamente hacia un desastre económico. Sin el apoyo internacional, toda una generación corre el riesgo de perder los logros democráticos. Apoyen los esfuerzos para construir la democracia.
Exaudi: Francisco también ha lanzado varios llamamientos a favor de Myanmar. ¿Cómo los ha acogido usted?
Cardenal Maung Bo: Sin duda, el Pontífice tiene una debilidad por este pequeño rebaño y el gran país. Eligió venir aquí a pesar de su pequeño número de cristianos. Cuando estuvo, su misión era traer la paz y se reunió incansablemente con todos los actores políticos y religiosos. Sus tres llamamientos sobre Myanmar se produjeron en un mes. Planteó la cuestión a la comunidad diplomática. Por tanto, su mensaje nos ha llenado de energía. Cuando visitó Myanmar, era consciente de los grandes retos a los que se enfrentaba este país. Por ello, sólo dejó una misión a la Iglesia Católica: Ser los artífices de la paz en este país. Creemos en este mandato y estamos trabajando en ello.