Cada vez son más las empresas que no conciben su actividad sin un fin social. Aunque, tradicionalmente, tendían a priorizar el establecimiento de objetivos de negocio en base a criterios económicos y financieros, en las últimas décadas se está tomando conciencia de la necesidad de establecer objetivos sociales, ya que las empresas existen precisamente para satisfacer las necesidades de la sociedad.
Paralelamente, las entidades del tercer sector están demandando una forma de organización y gestión que les permita desarrollar su actividad de una manera consolidada y sostenible en el tiempo, lo que requiere, no solo de recursos y financiación, sino también de profesionalización y cooperación con la empresa.
¿Cómo conjugar estas dos realidades? ¿Pueden las entidades empresariales y el tercer sector beneficiarse de contactos mutuos? ¿Cómo trabajar conjuntamente? ¿Es posible encajar los propósitos de las grandes compañías con los propósitos de las entidades de acción social?
Este ha sido el hilo conductor de la jornada “Economía social, empresas y tercer sector” organizada por VSF, Acción Social Empresarial y la Fundación Pablo VI. Una jornada, celebrada el 29 de noviembre, que convocó a representantes de la gran y pequeña empresa, de instituciones académicas y de entidades de acción social (Iberdrola, BBVA, Mapfre, Cáritas Española, la CEOE, el Grupo Envera, la cooperativa de iniciativa social Opción 3, o la empresa de construcción Construcciones Roca), para reflexionar sobre la forma en la que se pueden establecer vínculos duraderos y que generen valor.
La jornada partió de una idea inicial, lanzada por Leire San José, catedrática de la Universidad del País Vasco, que, en una primera ponencia llamó a responder a la pregunta de qué empresa somos y qué empresa queremos ser. A saber: una que prima el resultado, o la que pone el fin social por encima del capital. Seguidamente, pasó a enumerar una serie de datos que evidencian la progresiva consolidación de un cambio de paradigma en Europa: el ascenso de un modelo de economía social que, según datos de CEPES (Confederación Española de Empresarios de Economía Social) lo asumen 43.192 empresas en España y representa el 10% del PIB español y el 12,5% del empleo (más de 2 millones).
Un paradigma, que, en su opinión, “involucra a todas las empresas, no solo a las de economía social” para pasar del beneficio al valor para el conjunto de stakeholders y a una preocupación por la distribución de los resultados, económicos u otros, a las partes implicadas. Así, en la actualidad “cerca del 92% de las grandes empresas plantean, al menos teóricamente, que su finalidad es optimizar el valor para el conjunto de las personas interesadas”, explicó Leire San José. Pero, para lograr eso, se requiere integridad, responsabilidad, coherencia, transparencia, compromiso con la sostenibilidad y los ODS, etc.
En torno a su exposición se generó después un coloquio con representantes de grandes empresas y organizaciones empresariales, Antoni Ballabriga (BBVA); Marta Martínez (Iberdrola); Inma de Benito (CEOE); o Javier Fernández-Cid (ASE), moderado por Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI.
Todos coincidieron con la profesora de la Universidad del País Vasco en que la empresa, o cambia el paradigma hacia lo social y la sostenibilidad y es capaz de transmitirlo “o el mercado la acabará expulsando”, tal y como indicó Inmaculada de Benito, directora de Turismo, Cultura y Deporte de CEOE. Algo que, en palabras de Javier Fernández Cid, pasa, entre otras muchas cosas, “por una política activa de gestión de las personas para dignificar su papel en la empresa, por favorecer la escucha y la promoción interna, por compartir información sobre la gestión, por una formación continuada, por una política de comunicación consecuente”, etc…, a través de una estrategia a largo plazo que, para Marta Martínez, directora de Cambio Climático en Iberdrola ha de ser “íntegra”, estar “alineada con lo que la sociedad demanda” e incorporar el talento, que ayuda a mejorar la eficiencia empresarial.
Unos criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, que “son también imprescindibles en el análisis de crédito que hacen las entidades financieras”, tal y como apuntó Antoni Ballabriga.
Empresa y proyectos solidarios ¿se pueden beneficiar de contactos recíprocos?
La segunda parte de la jornada se centró en esa posibilidad de colaboración entre empresa y tercer sector, partiendo de los principios empresariales analizados en la primera mesa. En este segundo coloquio, introducido por la ponencia de Domingo Sugranyes, director de VSF España, se contó con la presencia de Alfredo López, director de la cooperativa de iniciativa social Opción3; Carolina Roca, directora general de la empresa de construcción Roca y presidenta de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid; Manuel Martinez Pedraza, socio emérito de Ernst and Young; y Enrique Grande Pardo, director general del Grupo Envera, una asociación sin ánimo de lucro que acompaña a las personas con discapacidad intelectual, proporcionándoles atención temprana, apoyo escolar y formación, inserción laboral y empleo, ocio, cultura y deporte.
Aunque reconocieron el importante trabajo que se está haciendo entre empresa y tercer sector para salvar los desequilibrios, coincidieron en la existencia de muchas debilidades en la conexión, por ejemplo, con la pequeña y mediana empresa, en la dificultad para pensar en el largo plazo y en la falta de coherencia a la hora de encajar los propósitos de las grandes compañías con los propósitos de las entidades de acción social. Porque muchas veces, explicó Manuel Martínez Pedraza, “esta conexión se produce por intereses de fiscalidad”.
El último diálogo, entre José Manuel Inchausti, vicepresidente de Mapfre y Manuel Bretón, presidente de Cáritas, aportó algunas de las claves para lograr esta conexión, con el ejemplo exitoso de ambas instituciones. La primera, a través de una Fundación que desarrolla una importante acción social, de educación, divulgación y de promoción del arte y de la cultura; y la segunda, con su trabajo para paliar la pobreza y evitar la exclusión social de colectivos en riesgo. Un trabajo que, como destacó el presidente de Cáritas, “va más allá de ofrecer una bolsa de comida”, sino que intenta ser puente “para trabajar también la confianza de las empresas con los trabajadores, la confianza del pueblo con las instituciones y, en general, las relaciones en nuestra sociedad”.
Domingo Sugranyes, presidente de VSF España concluyó con un llamamiento a “no cruzarse de brazos”, ni dejar en manos de los poderes públicos la paliación del deterioro social. Porque “no se trata solo de nuestros sentimientos ante la pobreza, se trata también de una movilización racional de esfuerzos para salvar los equilibrios frágiles de nuestra sociedad”.
Para ello nació, en definitiva, The Voluntary Solidarity Fund, VSF, fruto de reflexiones en el seno de la Fundación vaticana Centesimus Annus pro Pontifice. Su filial en España quiere contribuir a construir puentes entre empresas y proyectos solidarios de excelencia con un fin fundamental: salvar vidas dignas.
Adjuntamos la circular de diciembre de 2022:
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