El Viacrucis de la Jornada Mundial de la Juventud dirigido por el Papa Francisco el viernes 4 de agosto tiene un enfoque especial en las heridas de los jóvenes en el mundo contemporáneo. El sacerdote João Golão, Director del Centro Universitario Padre António, quien colaboró en la composición de los textos, describió el evento como «un diálogo con Jesús que ilumina nuestras heridas y fragilidades».
«Desde el inicio, hemos querido escuchar las heridas y fragilidades de los jóvenes de todo el mundo», compartió el sacerdote jesuita con Vatican News. Se recopilaron reflexiones de 20 jóvenes provenientes de los cinco continentes para construir las estaciones del Viacrucis, abordando temas que tocan las heridas de la humanidad, como la soledad, los abusos, la guerra y la crisis medioambiental.
Este diálogo con Jesús representa el «camino de Jesús desde sus heridas hasta su muerte», y busca brindar luz y consuelo a la juventud herida. Es un momento de profunda meditación y oración que estará acompañado por música, coreografía y arte gráfica para enriquecer la experiencia espiritual de los participantes.
El Viacrucis en la Jornada Mundial de la Juventud se convierte así en una oportunidad para que los jóvenes puedan reflexionar sobre sus propias heridas y las del mundo, encontrando consuelo y esperanza en el mensaje de Jesús y su camino hacia la redención. La música, la danza y el arte complementarán esta experiencia de meditación, ofreciendo un espacio propicio para el encuentro con lo sagrado y la reflexión profunda sobre el sufrimiento y la esperanza que marcan la vida de la juventud actual.
Más de 800.000 peregrinos participaron en el Vía Crucis en el Parque Eduardo VII durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa el viernes 4 de agosto. Este evento se convirtió en uno de los momentos más emotivos de la jornada, donde los jóvenes de todas partes buscaban contagiarse por la dimensión del Amor totalmente generoso que llega hasta dar la vida por los demás.
En un discurso improvisado previo al rito, el Papa Francisco destacó la importancia del «camino» con Jesús y recordó cómo el Señor, durante su vida terrenal, caminó entre nosotros curando a los enfermos, atendiendo a los pobres y predicando la justicia. El Santo Padre subrayó que el camino más profundo que dejó Jesús en los corazones de todos es el camino del Calvario, el camino de la Cruz.
El Vía Crucis en la JMJ fue concebido como «un diálogo con Jesús» y se centró en meditar sobre las heridas de la humanidad, como la soledad, los abusos, la guerra y la crisis medioambiental. El Papa Francisco reflexionó sobre el versículo «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1, 14) y enfatizó que el camino de Jesús es un acto de amor generoso que sale de sí mismo para caminar con la humanidad.
Durante su intervención, el Papa alentó a los jóvenes a entender que la Cruz que acompaña cada Jornada Mundial de la Juventud es el símbolo supremo del amor de Jesús, que quiere abrazar la vida de cada uno de nosotros. Francisco recordó que Jesús camina por cada persona individualmente, entregando su vida por todos como muestra del amor más grande que existe.
El Pontífice compartió una frase conmovedora de una persona creyente que le tocó el corazón: «Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor». Animó a todos a abrir ventanas del alma y evitar tener el corazón cerrado, invitándolos a compartir el amor y la ternura de Jesús con los demás para consolar y sanar las heridas del mundo.
El Vía Crucis de la JMJ en Lisboa se convirtió en un momento profundo de meditación y encuentro con Jesús, un diálogo íntimo y personal que dejó una huella significativa en la experiencia de los jóvenes peregrinos, quienes se sintieron inspirados a correr el riesgo de amar como lo hizo Jesús en su camino hacia la Cruz.