Jeevan nació en 1998 en la India, en el estado de Andhra Pradesh. Su vida no ha sido fácil. La conversión al cristianismo desde el hinduismo en una provincia donde la gran mayoría de la población es de religión hindú (más del 90.89%) es incluso peligroso.
Una tragedia originó su conversión al cristianismo
Cuando contaba con apenas 4 años la tragedia truncó la felicidad de su familia con el fallecimiento de su padre Bhaskar. Su madre, Parvathi, y Jeevan, hijo único, se quedaron solos. “Nadie vino en nuestra ayuda”.
“El único refugio que encontramos fue Jesús”. Parvathi empezó poco a poco a ir a una iglesia protestante porque algunos familiares lejanos eran protestantes. Un encuentro providencial con un sacerdote la llevó junto a su pequeño hijo a la Iglesia Católica, donde encontró mucho consuelo y mucha ayuda, algo que nadie en este mundo les daba.
Así comenzó su viaje del hinduismo al cristianismo. Su casta y la comunidad hindú desaprobaron su conversión al cristianismo. A día de hoy, Jeevan y su madre son los únicos cristianos en todo su clan y familia, que sigue siendo hindú. “Pero mi madre nunca se rindió ante las dificultades y continuó con su fe. Aprendí de ella a ir a la iglesia y luego a servir en la Misa. Nos bautizamos en 2005 – tenía yo 7 años – y, por fin, comenzamos nuestro camino como hijos de Dios y miembros de la Iglesia Católica.
“Mi madre, la persona a quien le debo todo” – El viaje de una madre y un hijo del hinduismo al cristianismo
Su felicidad era inmensa, aunque la vida siguiera llena de dificultades. Parvathi seguía siendo el único sustento de la familia. Pese a todo, consiguió dar a su hijo una buena educación y transmitirle la fe. “He aprendido mucho de sus prácticas piadosas y de sus valores morales”.
El amor de su madre por la Santa Misa despertó en Jeevan la idea de hacerse sacerdote para servir al pueblo de Dios. Con 13 años se lo contó a su madre. “Ella acogió con alegría mi deseo, pero me pidió que me tomara un tiempo y reflexionara porque era demasiado joven para tomar una decisión tan grande. Sin embargo, esa idea seguía en mi corazón mientras iba creciendo”.
“Mi madre desempeñó un papel fundamental en mi vocación. Realmente le agradezco su valiente paso de ofrecer a su único hijo al servicio del Señor en una situación realmente complicada para una mujer en India, que ya ha perdido a su marido y que ahora vive sola sin su hijo cerca de ella”.
Choque de culturas y tradiciones
El comienzo en el seminario tampoco fue fácil. Jeevan tuvo muchas dificultades para aprender y ponerse al día con las asignaturas. Venía de una religión y de una cultura completamente diferentes. Sin embargo, por la gracia de Dios consiguió superarlas todas. Durante 3 años hizo el curso de discernimiento para el sacerdocio a la vez que terminaba los estudios seculares en Eluru. Los primeros años en el seminario fueron duros al dejar su hogar. Sin embargo, la nostalgia pasó con el tiempo y el deseo de ser sacerdote se hizo cada vez más fuerte.
Durante ese tiempo, su vocación sufrió también un tiempo de prueba. Los formadores del seminario le pidieron que se tomara un descanso de sus estudios al sacerdocio. Al ser hijo único y su madre viuda, le aconsejaron que volviera a casa por vacaciones para discernir con fortaleza su vocación al ministerio sacerdotal. Estas vacaciones se convirtieron en tres años de estudios seculares. Fue un periodo arduo que sirvió para fortalecer su vocación.
Finalmente, recibió una carta invitándole a ingresar de nuevo en el seminario. Después de dos años de licenciatura en Filosofía en Visakhapatnam, su obispo, Mons. Rayarala Vijay Kumar, le ofreció proseguir sus estudios de Teología en Roma.
“Nunca se me había pasado por la cabeza que pudiera llegar a estudiar en Roma, la ciudad eterna. Pero Dios sabe más y lo hace todo, así que llegué a Italia en agosto de 2022”.
Al llegar al Collegio Ecclesiastico Internazionale Sedes Sapientiae hizo dos meses de curso intensivo de italiano, lo que no le libró de tener problemas con el idioma. Otra dificultad fue la comida, no es fácil adaptarse a un cambio tan radical. Después de unos meses, todo se hizo cada día más fácil.
“En cuanto a los estudios, el primer semestre ha significado para mí un gran esfuerzo, ya que ¡no solamente hay que dominar el italiano en la vida diaria, sino que también y sobre todo en los estudios teológicos! Pero este semestre ya es distinto y espero hacerlo lo mejor posible”.
Gerardo Ferrara
Licenciado en Historia y en Ciencias Políticas, especializado en Oriente Medio.
Responsable de alumnado en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma.