El pecado es una tarjeta de crédito

Padre Ángel Espinosa de los Monteros

Quiero compartir con ustedes una reflexión que puede ayudarnos a tomar decisiones más conscientes en nuestra vida.

A menudo, el pecado se parece mucho a una tarjeta de crédito: te invita a disfrutar ahora y a pagar después. Al igual que las agencias de viajes que te prometen un viaje hoy y pagos a largo plazo, el pecado promete placer inmediato, pero las consecuencias llegan eventualmente, y muchas veces con altos intereses.

Recuerdo una famosa campaña publicitaria que ofrecía «viajar ahora y pagar después». En su momento, parecía una propuesta genial. Pero, cuando comienzas a pagar, a veces durante años, te das cuenta de que la deuda se acumula, y el disfrute inicial se convierte en una carga pesada. Así es el pecado: se presenta atractivo y fácil, pero con el tiempo, sus consecuencias nos alcanzan.

Es importante recordar que el pecado, al igual que una deuda de tarjeta de crédito, no nos perdona ni nos concede indulgencias. No hay escape de las consecuencias, y lo que al principio parecía inofensivo puede acabar arruinando aspectos importantes de nuestras vidas. El precio puede ser la pérdida de nuestra paz, de nuestras relaciones o incluso de nuestra propia dignidad.

Por ejemplo, pensemos en las personas que en su juventud optaron por caminos fáciles: las drogas, el libertinaje, la mentira. En aquel momento, todo parecía diversión y libertad. Pero, ¿Dónde están esas personas ahora? Muchos han perdido oportunidades, familias y hasta sus propias vidas.


Me he encontrado con personas que han venido a mí, destrozadas por dentro y por fuera, con historias que comenzaron hace décadas, cuando tomaron decisiones equivocadas. Lo que comenzó como una búsqueda de placer inmediato terminó siendo una carga que arrastran durante años.

El pecado es engañoso. Promete satisfacción rápida, pero lo que no te dice es que la factura llegará, tarde o temprano. Piensa en las decisiones que tomas hoy: ¿están bien? ¿Están mal? Cada acción tiene consecuencias, y es fundamental pensar antes de actuar.

Queridos amigos, no permitamos que el pecado nos engañe y nos haga pagar un precio demasiado alto por un placer pasajero. Hagamos todo el bien que podamos, pensemos antes de actuar y que Dios nos bendiga siempre.

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