El Papa Francisco visitó ayer, 8 de diciembre de 2021, a la Comunidad del Cenáculo. Allí fue recibido por unos 25 hermanos y hermanas de la fraternidad del Buen Samaritano, presentes en Roma, y de algunas fraternidades dispersas por Italia, a los que se unieron familias nacidas en la comunidad y personas asistidas regularmente. Así informó ese mismo día Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, a través de un comunicado.
De acuerdo al mismo, después de ver una película sobre la vida de san José, realizada por los jóvenes huéspedes de las dos fraternidades de Medjugorje, y de escuchar algunas de las historias de acogida y renacimiento vividas por los miembros de la Comunidad, el Santo Padre tuvo palabras de agradecimiento a la Comunidad Cenáculo y les animó en el camino de estos jóvenes: “No tengáis miedo de la realidad, de la verdad, de nuestras miserias. No tengáis miedo porque a Jesús le gusta la realidad tal y como es, no maquillada; al Señor no le gusta la gente que se maquilla el alma, que se inventa el corazón” y añadió: “Ayudad a muchos jóvenes que están en situaciones como la vuestra”. Por último, el Obispo de Roma exhortó: “Tened el valor de decir: ‘Pensad que hay un camino mejor’”.
Asimismo, al visitar la sede de la fraternidad, el Pontífice saludó personalmente a los presentes y se detuvo en particular para bendecir la capilla, construida por los propios miembros a partir de objetos reciclados, que representa la renovación de la vida de cada persona dentro de la Comunidad Cenáculo.
Finalmente, Francisco rezó junto con todos la oración dedicada a San José y contenida en la Carta Apostólica Patris Corde, confiando el mundo y la Iglesia a la protección del Santo, y concluyendo así el Año dedicado a él.
Comunidad Cenáculo
Según Vatican News, la Comunidad Cenáculo es una asociación cristiana que acoge a jóvenes descarriados, insatisfechos, desilusionados, desesperados, que desean encontrarse nuevamente a sí mismos, hallar el gozo y el sentido de la vida. Fue fundada en el mes de julio de 1983 gracias a la intuición de una mujer, sor Elvira Petrozzi, que quiso donar su propia vida en favor de los adictos y de los jóvenes descarriados. La sede principal de la Comunidad se halla en Saluzzo, Italia.