Este sábado, 15 de abril de 2023, el Santo Padre Francisco ha recibido en Audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano a los Miembros de la “Fundación Madre Esperanza de Talavera de la Reina”, organización de la Arquidiócesis de Toledo, España, que acompaña a personas con discapacidad intelectual en todas las etapas de su vida, y a sus familias, desde 1973.
Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante la Audiencia:
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Discurso del Santo Padre
Excelencia,
queridos hermanos y hermanas:
Me alegra mucho que estén hoy aquí y que puedan compartir conmigo y juntos la fiesta de la resurrección del Señor. Una fiesta que se prolonga y que todavía celebramos, en esta vigilia del Domingo de la Misericordia. Sé que ustedes también tienen otro motivo para celebrar, nada menos que cincuenta años unidos para trabajar y crecer juntos. Y esto es algo muy hermoso.
El camino de la vida es como ese viacrucis que ustedes organizan todos los años para acompañar al Nazareno. Por un lado, hay que preparar muchas cosas, escuchar, aprender, experimentar; en definitiva, ayudarse unos a otros, teniendo muchas veces la humildad de reconocer que no podemos hacerlo solos. Después hay que pedirle al Señor la valentía de salir a la calle, llevando su imagen para que todos lo puedan contemplar. Y así, ustedes llevan a Jesús a los demás, aunque no se den cuenta, y lo llevan con sus gestos, con sus cantos, con sus oraciones. ¡Y es hermoso que en nuestra pequeñez, podamos ser testigos de Jesús, misioneros de su misericordia, misioneros de su amor!
En la vida, como en ese viacrucis, todos tenemos un trabajo, una tarea. Jesús nos mira y se alegra de nuestro esfuerzo y del amor que somos capaces de trasmitir nosotros. Algunos de ustedes son artistas, hacen verdaderas obras de arte, que después se venden. Ser capaces de ganarse la vida es importante, porque el obrero merece su salario, pero creo que el beneficio del trabajo es mayor para aquellos que reciben esos pequeños objetos, tal vez como regalo, y ven todo el cariño que ustedes han sido capaces de poner en su fabricación. Qué importante sería que en la labor de cada persona fuésemos capaces de ver toda la ilusión de aprender, la paciencia de sus maestros para enseñarles, el trabajo en equipo que es capaz de hacer que las distintas capacidades de cada uno converjan en un resultado final que es de todos. Y todo este amor, en una cosa tan pequeña… Parece increíble.
He visto, en una foto, que ustedes en su viacrucis llevan a Jesús cautivo. En esta imagen, Jesús tiene las manos atadas y una cruz bordada en un pequeño escapulario. Jesús se viste así para que nos demos cuenta de que muchos hermanos y hermanas que están a nuestro lado no se sienten capaces de hacer las cosas como los demás, y creen que tienen las manos atadas. Pero esto no es verdad, todos juntos, con Jesús, podemos hacer muchas cosas buenas. Y de esa forma ustedes son las manos de Jesús, cuando trabajan unidos. Son también sus pies, su voz, su Corazón, cuando salen a compartir con los demás la alegría de haberlo encontrado. ¿Y cómo? Dando gracias a Dios por sus papás, por sus hermanos, por sus maestros, por sus sacerdotes, por todas las personas que los quieren a ustedes.
La cruz bordada, de colores, los invita a soñar con la resurrección. Jesús vino al mundo para enseñarnos el camino del cielo, para abrirnos sus puertas, y esta es la gran alegría que celebramos en la resurrección: somos libres para hacer el bien, para caminar juntos hacia esa meta. Y nuestra cruz —es decir, el esfuerzo, la paciencia, la fatiga— tiene como resultado una hermosa obra de arte, llena de color y de esperanza, que prendida en nuestro corazón nos da la fuerza y nos anima a seguir adelante.
Que este sea nuestro propósito, al menos para los próximos cincuenta años: trabajar unidos y agradecer llenos de gozo porque Jesús nos ha elegido para esta gran misión.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa, la Madre de la Esperanza, los cuide siempre. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.
(Después de los aplausos, el Santo Padre imparte la bendición)