Al recibir este sábado 20 de abril de 2024, a unos 40 miembros de la comunidad del Seminario de la arquidiócesis de Sevilla, el Papa les encomendó aprovechar el tiempo de formación con el corazón en Dios, las manos abiertas y la alegría de llevar el Evangelio a cuantos encuentren en su caminar y les animó a ser pastores según el Corazón de Cristo.
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Saludo del Papa
Queridos hermanos:
Me alegra recibir a las comunidades del Seminario Metropolitano y del Seminario “Redemptoris Mater” de Sevilla que, junto con su arzobispo, Mons. José Ángel Saiz Meneses, han venido en peregrinación a la tumba del apóstol Pedro. Les agradezco esta visita y los animo a vivir estos días con asombro y gratitud por el don de la fe que nos transmitieron los apóstoles.
Nuestro encuentro está a las puertas de un día muy significativo: el domingo del Buen Pastor, que celebramos mañana. Ustedes, seminaristas, han recibido una llamada del Señor, y con la ayuda de sus formadores se están preparando para ser pastores según el Corazón de Cristo. En otras ocasiones he dicho a los seminaristas que este camino de configuración con Jesús buen pastor tienen que hacerlo cuidando cuatro aspectos: la vida espiritual, el estudio, la vida comunitaria y la actividad apostólica.
Esta integración es necesaria, diría que es urgente, para llegar a ser sacerdotes cabales y responder a la vocación recibida, en la entrega total a Dios y a los hermanos, especialmente a los que más sufren. A este propósito, quisiera destacar la figura de uno entre tantos santos pastores que tuvo esa tierra andaluza a lo largo de la historia, la del beato cardenal Marcelo Spínola y Maestre, que ustedes bien conocen. Este beato, maestro de sacerdotes, decía: «Virtud y ciencia son las dos cosas que deben enseñarse con preferencia a los aspirantes al sacerdocio, pues la ciencia sin virtud hincha y no edifica y la virtud sin ciencia edifica, pero no instruye». Esto significa, como decíamos, que todo en el sacerdote —oración, estudio, fraternidad, misión— va unido.
Queridos seminaristas, aprovechen bien este tiempo intenso de formación, con el corazón en Dios, con las manos abiertas y una gran sonrisa para repartir la alegría del Evangelio a cuantos se encuentren con ustedes. Que Jesús los bendiga y la Virgen de los Reyes los acompañe. Muchas gracias.