Visita a la Comunidad greco-católica en la Iglesia de la Protección de la Madre de Dios
Al término del Encuentro con los Pobres y los Refugiados en la Iglesia de Santa Isabel de Hungría, este sábado, 29 de abril, el Santo Padre Francisco se reunió con la Comunidad grecocatólica en la Iglesia de la Protección de la Madre de Dios.
A su llegada, el Papa fue recibido a la entrada de la Iglesia greco-católica de Budapest por el Arzobispo Metropolitano de la Eparquía de Hajdúdorog para los católicos de rito bizantino, S.E. el Arzobispo Fülöp Kocsis. A continuación se dirigieron juntos al Iconostasio, mientras el coro entonaba una canción.
Tras el discurso de saludo del Arzobispo Metropolitano, siguió un momento de oración con la Comunidad. El encuentro concluyó con una bendición y un canto final.
Al término de la visita a la Comunidad greco-católica, el Santo Padre se trasladó en coche a la Nunciatura Apostólica en Budapest. A su llegada, el Papa Francisco recibió al Metropolita Hilarión de Budapest y de Hungría. El encuentro, de tono cordial, duró unos 20 minutos.
Discurso de saludo de S.E. el Arzobispo Fülöp Kocsis,
Arzobispo Metropolitano de la Eparquía de Hajdúdorog para los católicos de rito bizantino
Su Santidad, el Papa Francisco, amado por todos nosotros,
del Papa Juan Pablo II aprendimos la importante verdad de que la Iglesia de Cristo respira con
dos pulmones, el espíritu de Oriente y el espíritu de Occidente, que juntos hacen vivir el Cuerpo Místico. Esta imagen poética y teológica se manifiesta de manera especial aquí mismo, en esta plaza. Dos iglesias se encuentran una al lado de la otra, dos comunidades, una de rito latino y otra de rito bizantino, que conviven en el mismo lugar.
Para nosotros, los greco-católicos, pertenecer a la Iglesia católica es particularmente importante. Desde nuestro nacimiento, desde nuestras primeras uniones, hemos tenido que sufrir mucho a causa de esta doble pertenencia. Nuestros mártires murieron no sólo por su fe cristiana, sino sobre todo por su fidelidad a la Iglesia católica: en lugar de plegarse a los dictados de la violencia comunista, permanecieron fieles a la Iglesia católica y murieron por ella.
Por tanto, nadie puede dudar de que, al tiempo que intentamos permanecer fieles a nuestras raíces orientales, no deseamos separarnos, sino que pretendemos convertirnos en un puente entre las dos Iglesias hermanas, ya que, en cierto sentido, pertenecemos a ambas.
Con su visita de hoy, tenemos la firme confirmación de que somos miembros iguales de la familia católica y prometemos esforzarnos por llevar a todos un mensaje de unidad y fraternidad.
Pedimos a Su Santidad que acepte de nosotros este sencillo y simbólico regalo, el rosario de la Iglesia oriental, el chotki o komboskini, tejido para esta ocasión por jóvenes greco-católicos y presentado a Su Santidad por niños. Este es el mensaje de todos los que amamos con fe filial a nuestro Señor Jesucristo, a la Iglesia y a su Cabeza terrena, el Papa Francisco.