El Papa Francisco inició este viernes 6 de septiembre la visita a Papúa Nueva Guinea, en su 45° viaje apostólico al Sudeste Asiático, que comenzó el 2 de septiembre en Indonesia, siguiendo ahora en Papúa Nueva Guinea, y que le verá hasta el 13 en otros dos países: Timor Leste y Singapur.
En el discurso central de hoy sábado, dirigido al cuerpo diplomático y a las autoridades, el Pontífice indicó “Vuestro país además de islas y lenguas, es también rico en recursos terrestres y hídricos”. Precisando entretanto que «estos bienes están destinados por Dios a toda la comunidad, y aunque para su explotación es necesario recurrir a competencias más amplias y a grandes empresas internacionales, es justo que en la distribución de los ingresos y en el uso de la mano de obra se tenga debidamente en cuenta las necesidades de las poblaciones locales, a fin de producir una mejora efectiva de sus condiciones de vida”.
Otro pedido del Papa fue “que cese la violencia tribal, que lamentablemente causa muchas víctimas, no permite a la gente vivir en paz y obstaculiza el desarrollo”. Un llamamiento a todos “para que se interrumpa la espiral de violencia y tomemos decididamente el camino que conduce a una colaboración fructífera, en beneficio de todo el pueblo del país».
“Felicito – dijo al concluir sus palabras – a las comunidades cristianas por las obras de caridad que realizan en el país, y les insto a buscar siempre la colaboración con las instituciones públicas y con todas las personas de buena voluntad, empezando por los hermanos de otras comunidades cristianas, confesiones y de otras religiones, en favor del bien común de todos los ciudadanos de Papúa Nueva Guinea».
Por la tarde, santo padre Francisco visitó la Escuela Secundaria Técnica Cáritas y a los niños de Street Ministry y Callan Services. Un niño con discapacidad y otro de la calle se dirigieron al Papa, agradeciendo a Callan Services y por el trabajo de la Arquidiócesis e favor de los necesitados. El Papa les dirigió unas palabras llenas de cariño, les dio la bendición entre vivas y aplausos.
Para concluir la agenda del día, el Pontífice llegó al Santuario de María Auxiliadora. Les saludo a todos con afecto: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas. Agradezco al preside”nte de la Conferencia Episcopal sus palabras» dijo, y dirigir sus “salidas”: a las periferias del país. Pienso en las personas que pertenecen a los sectores más desfavorecidos de la población urbana, así como en quienes viven en las zonas más remotas y abandonadas, donde a veces falta lo necesario. Y también a los marginados y heridos, tanto moral como físicamente, por los prejuicios y las supersticiones, a veces hasta el punto de arriesgar la vida”.
“¡Sigan así vuestra misión -concluyó el Pontífice- como testigos de valentía, de belleza y de esperanza!