El Papa: Jesús proclama que, con su presencia, ha llegado «el año de gracia del Señor»

Palabras del Santo Padre en el Ángelus

Alas 12 del mediodía de hoy, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los aproximadamente 20.000 peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!

En este domingo, el evangelista Lucas nos presenta a Jesús en la sinagoga de Nazaret, la ciudad donde creció. Jesús lee el pasaje del profeta Isaías que anuncia la misión evangelizadora y liberadora del Mesías y luego, en el silencio general, dice: «Hoy se ha cumplido esta Escritura» (cf. Lc 4,21).

Imaginemos la sorpresa y el desconcierto de los conciudadanos de Jesús, que lo conocían como el hijo del carpintero José y nunca habrían imaginado que pudiera presentarse como el Mesías. Era un desconcierto. Sin embargo, así es: Jesús proclama que, con su presencia, ha llegado «el año de gracia del Señor» (v. 19). Es la buena nueva para todos y, de modo especial, para los pobres, para los presos, para los ciegos, para los oprimidos, así dice el Evangelio (cf. v. 18).

Aquel día, en Nazaret, Jesús enfrentó a sus interlocutores a una disyuntiva sobre su identidad y su misión. Nadie en la sinagoga podía dejar de preguntarse: ¿es sólo el hijo del carpintero que se arroga un papel que no le pertenece, o es verdaderamente el Mesías, enviado para salvar al pueblo del pecado?

El evangelista nos dice que los nazarenos no supieron reconocer en Jesús al ungido del Señor. Creían conocerlo demasiado bien y esto, en lugar de facilitar la apertura de sus mentes y de sus corazones, los bloqueaba, como un velo que oscurece la luz.

Hermanas y hermanos, este acontecimiento, con las debidas analogías, también nos sucede a nosotros hoy. También nosotros somos interpelados por la presencia y las palabras de Jesús; también nosotros estamos llamados a reconocer en Él al Hijo de Dios, nuestro Salvador. Pero puede ocurrirnos, como a sus paisanos, pensar que ya lo conocemos, que ya lo sabemos todo de Él, que hemos crecido con Él, en la escuela, en la parroquia, en la catequesis, en un país de cultura católica… Y por eso para nosotros es una Persona cercana, o mejor dicho, «demasiado» cercana.

Pero intentemos preguntarnos: ¿percibimos la autoridad única con la que habla Jesús de Nazaret? ¿Reconocemos que Él es portador de un anuncio de salvación que nadie más puede darnos? Y yo, ¿me siento necesitado de esta salvación? ¿Siento que yo también soy pobre, preso, ciego, oprimido? Entonces, sólo entonces, ¡el «año de gracia» será para mí!

Dirijámonos con confianza a María, Madre de Dios y Madre nuestra, para que nos ayude a reconocer a Jesús.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas


El actual conflicto en Sudán, que comenzó en abril de 2023, está causando la crisis humanitaria más grave del mundo, con consecuencias dramáticas también en Sudán del Sur. Estoy cerca de los pueblos de ambos países y los invito a la fraternidad, a la solidaridad, a evitar cualquier tipo de violencia y a no dejarse instrumentalizar. Renuevo mi llamamiento a las partes enfrentadas en Sudán para que cesen las hostilidades y acepten sentarse en una mesa de negociaciones. Insto a la comunidad internacional a que haga todo lo posible para hacer llegar la ayuda humanitaria necesaria a las personas desplazadas y para ayudar a los beligerantes a encontrar pronto vías de paz.

Veo con preocupación la situación en Colombia, particularmente en la región del Catatumbo, donde los enfrentamientos entre grupos armados se han cobrado numerosas vidas de civiles y han desplazado a más de treinta mil personas. Les expreso mi cercanía y mi oración.

Hoy es el Día Mundial contra la Lepra. Animo a todos los que trabajan en favor de los afectados por esta enfermedad a que prosigan sus esfuerzos, ayudando también a los curados a reintegrarse en la sociedad. ¡Que no se les margine!

Mañana es el Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto: ochenta años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz. El horror del exterminio de millones de judíos y personas de otras religiones durante esos años no puede olvidarse ni negarse. Recuerdo a la talentosa poeta húngara Edith Bruck, que vive en Roma. Ella sufrió todo esto. Hoy, si quieren, pueden escucharla en el programa «Che tempo che fa». Es una buena mujer. Recordamos también a muchos cristianos, entre ellos muchos mártires. Renuevo mi llamamiento para que todos trabajemos juntos para erradicar la plaga del antisemitismo, junto con todas las formas de discriminación y persecución religiosa. Construyamos juntos un mundo más fraterno, más justo, educando a los jóvenes a tener un corazón abierto a todos, en la lógica de la fraternidad, del perdón y de la paz.

Saludo a todos vosotros desde Italia y desde muchas partes del mundo, en particular saludo a los periodistas y a los trabajadores de los medios de comunicación que han vivido su Jubileo en estos días: les exhorto a ser siempre narradores de esperanza.

Saludo también a los polacos, especialmente a los de Zabno; a los estudiantes del Instituto «Zurbará» de Badajoz (España), a los fieles de Siquirres (Costa Rica), al grupo de quinceañeras de Panamá.

Saludo a los peregrinos de la Unidad Pastoral de Busto Garolfo y Olcella, Archidiócesis de Milán.

Y os acojo con alegría a vosotros, chicos y chicas de la Acción Católica, de las parroquias y escuelas católicas de Roma. Habéis venido al final de la «Caravana de la paz», durante la cual habéis reflexionado sobre la presencia de Jesús en vuestras vidas, testimoniando a vuestros coetáneos la belleza de la acogida y de la fraternidad. Y ahora escuchemos a estos buenos jóvenes, que quieren decirnos algo… ¡Vamos! ¡Fuerte!

[leyendo el mensaje].

Ahora él [el chico que lee] ha dicho una palabra muy bonita [el chico la relee: ‘Así se callarían las armas’]. El chico es bueno. Saludos a todos los chicos y chicas.

Os deseo un buen domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.