A las 12 del mediodía este domingo del Buen Pastor, 21 de abril 2024, cuarto domingo de Pascua, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Regina Coeli con los cerca de 15.000 fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
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Palabras del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!
Este domingo está dedicado a Jesús Buen Pastor. En el Evangelio de hoy (cf. Jn 10,11-18) Jesús dice: «El buen pastor da su vida por las ovejas» (v. 11) e insiste en este aspecto, tanto que lo repite tres veces (cf. vv. 11.15.17). Pero, ¿en qué sentido, me pregunto, el pastor da la vida por las ovejas?
Ser pastor, especialmente en tiempos de Cristo, no era solo un oficio, era toda una vida: no se trataba de tener una ocupación determinada, sino de compartir los días enteros, e incluso las noches, con las ovejas, de vivir – quisiera decir – en simbiosis con ellas. Jesús, de hecho, explica que no es un mercenario, al que no le importan las ovejas (cf. v. 13), sino el que las conoce (cf. v. 14). Él conoce a las ovejas. Así es, Él, el Señor, pastor de todos nosotros, nos conoce, a cada uno de nosotros, nos llama por nuestro nombre y cuando nos descarriamos, nos busca hasta que nos encuentra (cf. Lc 15,4-5). Es más: Jesús no es solo un pastor bueno que comparte la vida del rebaño; Jesús es el Buen Pastor, que por nosotros sacrificó la vida y, resucitado, nos dio su Espíritu.
He aquí lo que quiere decirnos el Señor con la imagen del Buen Pastor: no solo que Él es la guía, el Cabeza del rebaño, sino sobre todo que piensa en cada uno de nosotros, y nos considera como en el amor de su vida. Pensemos en esto: yo para Cristo soy importante, Él piensa en mí, soy insustituible, valgo el precio infinito de su vida. Y esto no es una forma de hablar: Él dio realmente su vida por mí, murió y resucitó por mí. ¿Por qué? Porque me ama y encuentra en mí una belleza que yo a menudo no veo.
Hermanos y hermanas, ¡cuántas personas hoy se consideran inadecuadas o incluso equivocadas! ¡Cuántas veces se piensa que nuestro valor depende de los objetivos que seamos capaces de alcanzar, del éxito a ojos del mundo, de los juicios de los demás! ¡Y cuántas veces acabamos desperdiciándonos por pequeñeces! Hoy Jesús nos dice que nosotros para Él valemos mucho y siempre. Y entonces, para encontrarnos a nosotros mismos, lo primero que hay que hacer es situarnos en su presencia, dejarnos acoger y aliviar los por brazos amorosos de nuestro Buen Pastor.
Hermanos, hermanas, preguntémonos, por lo tanto: ¿Sé encontrar cada día un momento para abrazar la certeza que da valor a mi vida? ¿Sé encontrar un momento de oración, de adoración, de alabanza, para estar en presencia de Cristo y dejarme acariciar por Él? Hermano, hermana, el Buen Pastor nos dice que si lo haces, descubrirás el secreto de la vida: recordarás que Él dio la vida por ti, por mí, por todos nosotros. Y que para Él somos todos importantes, cada uno de nosotros y todos.
Que la Virgen nos ayude a encontrar en Jesús lo esencial para vivir.
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Después del Regina Caeli
Queridos hermanos y hermanas:
Se celebra hoy la Jornada mundial de oración por las vocaciones, que tiene por tema “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”. Es una hermosa ocasión para descubrir la Iglesia como comunidad caracterizada por una polifonía de carismas y de vocaciones al servicio del Evangelio. En este contexto dirijo de corazón mi saludo a los nuevos presbíteros de la diócesis de Roma, que fueron ordenados ayer por la tarde en la Basílica de San Pedro. ¡Recemos por ellos!
Continúo siguiendo con preocupación, y también con dolor, la situación en Oriente Medio. Renuevo el llamamiento a no ceder a la lógica de las reivindicaciones y de la guerra; que prevalgan, en cambio, las vías del diálogo y de la diplomacia, que tanto puede hacer. Rezo cada día por la paz en Palestina y en Israel y espero que estos dos pueblos puedan pronto dejar de sufrir. Y no olvidemos a la martirizada Ucrania, la martirizada Ucrania que sufre tanto por la guerra.
Con dolor he recibido la noticia de la muerte, en un accidente, del padre Matteo Pettinari, joven misionero de la Consolata en Costa de Marfil, conocido como el “misionero incansable”, que ha dejado un gran testimonio de generoso servicio. Recemos por su alma.
Os doy una cordial bienvenida a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de tantos países. Acojo con afecto a las Hermanas Apostolinas: ¡gracias por vuestro alegre servicio a la pastoral de las vocaciones! Saludo a los fieles de Viterbo, Brescia, Alba Adriatica y Arezzo; como también al Rotary Club Galatina Maglie e Terre d’Otranto, a los jóvenes de Capocroce, a los chicos de la Confirmación de Azzano Mella y de la parroquia de Santa Inés en Roma.
Os deseo a todos vosotros un feliz domingo. Y saludo a los chicos de la Inmaculada, ¡bravos! Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.