El Papa Francisco en Timor Oriental: Un Viaje de Esperanza y Fe

Resumen del día

El Papa Francisco visitó la Casa Irmãs Alma en Dili, Timor Oriental, el 10 de septiembre de 2024, durante su viaje apostólico. Esta institución, que ofrece cuidados a niños con enfermedades graves, recibió al Pontífice con canciones y regalos. Francisco subrayó la importancia de cuidar a los más vulnerables y se conmovió al ver el sufrimiento de los niños y sus familias. Destacó el ejemplo de Silvano, un niño con una enfermedad neurodegenerativa, como un símbolo de enseñanza sobre la necesidad de aprender a ser cuidados por Dios.

En su 45º viaje apostólico, el Papa Francisco visitó la Casa Irmãs Alma en Dili, Timor Oriental, un lugar dedicado al cuidado de niños con enfermedades graves. Su llegada fue recibida con gran calidez por los pequeños, quienes lo agasajaron con canciones y regalos. Profundamente conmovido por el sufrimiento y valentía de los niños, el Pontífice destacó la importancia de cuidar a los más frágiles, comparando este acto con «el sacramento de los pobres». Durante su visita, Francisco expresó su agradecimiento a las monjas por su dedicación y a los niños por su capacidad de dejarse cuidar por Dios. Además, firmó el diario de un joven en silla de ruedas y dejó una estatua de la Natividad como símbolo de amor y cuidado. Al despedirse, fue abrazado por padres afligidos, ofreciendo consuelo en medio del dolor.

Durante la visita, el Papa enfatizó que el amor y la atención hacia los pobres son esenciales en la vida cristiana, describiéndolo como «el sacramento de los pobres». También interactuó con los niños y agradeció a las monjas por su dedicación, señalando que estos pequeños son maestros en la lección de permitir que Dios los cuide.

En la Catedral de la Inmaculada Concepción de Dili, el Papa Francisco escuchó testimonios de tres figuras destacadas de la Iglesia local:

Sor Rosa Sarmento celebró el crecimiento de vocaciones en Timor Oriental, subrayando el impacto positivo de recibir y enviar misioneros. Expresó su gratitud por la visita del Papa y mostró optimismo respecto al futuro de la Iglesia y el país.

Don Sancho Amaral compartió su valentía durante la lucha por la independencia de Timor Oriental, cuando arriesgó su vida para acompañar al comandante de la resistencia, Xanana Gusmão. Su fe y determinación en tiempos de guerra reflejan el compromiso de la Iglesia en momentos difíciles.

Florentino de Jesús Martins, un catequista de 89 años, relató su experiencia de más de cincuenta años llevando el Evangelio a las regiones más remotas del país. Su sacrificio y dedicación fueron elogiados por el Papa, quien lo comparó con San Pablo en un gesto de admiración.


Estos testimonios destacan la valentía, dedicación y fervor apostólico de la Iglesia timorense, que continúa enfrentando desafíos con fe y esperanza.

En su discurso en el Palacio Presidencial, Francisco reflexionó sobre la historia de Timor Oriental, destacando la importancia de la fe y la unidad para superar los conflictos. Habló sobre la necesidad de inculturación de la fe y la evangelización de la cultura, el fenómeno de la emigración, y el papel de los jóvenes en el país. Concluyó su discurso animando a invertir en educación y a confiar en la sabiduría del pueblo, encomendando a Timor Oriental a la protección de la Virgen de Aitara.

En su discurso, el Papa Francisco enfatizó la importancia de la fe en la formación de proyectos y decisiones en la sociedad. Hizo hincapié en la necesidad de inculturar la fe y evangelizar la cultura, integrando el cristianismo en las culturas locales mientras se ejerce una influencia positiva en ellas.

El Papa recordó el sufrimiento de Timor Oriental durante su lucha por la independencia y agradeció la esperanza mantenida a pesar de los tiempos difíciles. Hizo un llamado a valorar la unidad sobre el conflicto y a promover la reconciliación y colaboración.

También abordó el fenómeno de la emigración y el abuso de alcohol entre los jóvenes, instando a enfrentar estos desafíos con ideales positivos y atención a la educación. Elogió a la juventud del país como una riqueza y aconsejó invertir en la educación y en el encuentro intergeneracional entre niños y abuelos.

Concluyó su discurso encomendando al país a la Virgen de Aitara, pidiendo que Timor Oriental avance como una nación libre, democrática, solidaria y alegre.