El 12 de enero, el Papa Francisco celebró un emotivo rito en la Capilla Sixtina, donde administró el Sacramento del Bautismo a 21 niños, hijos de empleados del Vaticano. En un ambiente lleno de frescura y arte, Francisco expresó con calidez y sencillez: «Hoy mandan ellos», refiriéndose a los pequeños, y subrayó que la misión de los adultos es servirles, en particular a través del sacramento y la oración. También recomendó a las madres que atendieran a las necesidades básicas de los niños, como alimentarlos o cambiarlos si fuera necesario.
«El don más grande es el don de la fe»
En su homilía, el Papa recordó que los padres, junto con la Iglesia, entregan a los niños el más grande de los regalos: el don de la fe. Durante la ceremonia, los padres acercaron a sus hijos al Papa, quien les impartió la señal de la cruz en la frente. Entre risas y llantos, la celebración fue acompañada por las suaves melodías de la Schola Cantorum, que arropaban a los más pequeños mientras avanzaba la liturgia.
En su homilía, el Papa Francisco expresó su deseo de que los niños crezcan en la fe y en la alegría de la familia, para vivir una verdadera humanidad. «Que crezcan en la fe», dijo el Santo Padre, transmitiendo un mensaje de esperanza para el futuro de la Iglesia y el mundo.
La ceremonia continúa con los rituales tradicionales del Bautismo
A medida que avanzaba la celebración, los cardenales Konrad Krajewski y Fernando Vérgez Alzaga, junto con el Papa, continuaron con los rituales del Bautismo. Primero, marcaron el pecho de los niños con el óleo de los catecúmenos, seguido por el rito de la unción con el santo crisma. Cada niño fue bautizado con agua bendita, y los padres encendieron velas a partir del cirio pascual, como símbolo de la luz de Cristo que acompañará a sus hijos a lo largo de sus vidas.
Un acto de fe y unidad familiar
El Papa también realizó el rito de «Effata», recordando el milagro de Jesús en el Evangelio de Marcos, al tocar las orejas y los labios de los niños para bendecirlos. Al finalizar la celebración, Francisco saludó a las familias y les entregó un pequeño obsequio, recordándoles que siempre lleven la luz del Bautismo en sus hogares y, en momentos de dificultad, enciendan esa luz como símbolo de la gracia divina.
Este acto, que forma parte de una tradición instaurada por Juan Pablo II en 1981, ha sido celebrado en la Capilla Sixtina desde 1983. Cada año, el Papa Francisco continúa con este hermoso gesto de fe, reforzando el valor de la familia y la educación cristiana desde los primeros momentos de la vida.