A las 12 del mediodía de este domingo, 18 de febrero de 2024, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
En el primer domingo de Cuaresma, Francisco invita a “entrar en el desierto” como Jesús, para reconocer las pasiones desordenadas, vicios, ansias de poder, vanidad y codicia que se posesionan del alma y vencerlas con el silencio, la oración y la escucha de la Palabra de Dios.
Estas fueron las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
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Palabras del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, primer domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta a Jesús tentado en el desierto (cf. Mc 1, 12-15). El texto dice: «En el desierto permaneció cuarenta días, tentado por Satanás». En Cuaresma, también nosotros estamos invitados a «entrar en el desierto», es decir, en el silencio, en el mundo interior, a la escucha del corazón, en contacto con la verdad. En el desierto -añade el Evangelio de hoy- Cristo «estaba con las fieras y los ángeles le servían» (v. 13). Las fieras y los ángeles eran su compañía. Pero, en sentido simbólico, son también nuestra compañía: cuando entramos en el desierto interior, de hecho, podemos encontrar allí fieras y ángeles.
Fieras. ¿En qué sentido? En la vida espiritual podemos pensar que son las pasiones desordenadas que dividen el corazón, intentando poseerlo. Nos atraen, parecen seductoras, pero, si no tenemos cuidado, corren el riesgo de desgarrarnos. Podemos dar nombres a estas «bestias» del alma: los diversos vicios, el ansia de riqueza, que nos aprisiona en el cálculo y la insatisfacción, la vanidad del placer, que nos condena a la inquietud y la soledad, y de nuevo la codicia de fama, que genera inseguridad y una necesidad constante de confirmación y protagonismo. – No olvidemos estas cosas que podemos encontrar en nuestro interior: la codicia, la vanidad y la avaricia. Son como fieras «salvajes» y como tales hay que domarlas y combatirlas: de lo contrario devoran nuestra libertad. Y la Cuaresma nos ayuda a entrar en el desierto interior para corregir estas cosas.
Y luego, en el desierto estaban los ángeles. Son los mensajeros de Dios, que nos ayudan, nos hacen el bien; de hecho, su característica según el Evangelio es el servicio (cf. v. 13): exactamente lo contrario de la posesión, típica de las pasiones. Servicio frente a posesión. Los espíritus angélicos suscitan buenos pensamientos y sentimientos sugeridos por el Espíritu Santo. Mientras las tentaciones nos desgarran, las buenas inspiraciones divinas nos unifican y armonizan: apagan el corazón, infunden el gusto por Cristo, «el gusto del Cielo». Y para captar la inspiración de Dios, hay que entrar en el silencio y la oración. Y la Cuaresma es el momento de hacerlo.
Podemos preguntarnos: en primer lugar, ¿cuáles son las pasiones desordenadas, las «fieras» que se agitan en mi corazón? En segundo lugar, para dejar que la voz de Dios hable a mi corazón y lo mantenga en el bien, ¿pienso retirarme un poco al «desierto», intentar dedicar algún espacio de la jornada para ello?
Que la Virgen Santa, que custodiaba la Palabra y no se dejaba tocar por las tentaciones del maligno, nos ayude en nuestro camino de Cuaresma.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas
Han pasado ya diez meses desde el estallido del conflicto armado en Sudán, que ha provocado una gravísima situación humanitaria. Pido de nuevo a las partes beligerantes que pongan fin a esta guerra, que tanto daño está haciendo a la población y al futuro del país. Recemos para que se encuentren pronto vías de paz para construir el futuro del querido Sudán.
La violencia contra poblaciones indefensas, la destrucción de infraestructuras y la inseguridad vuelven a hacer estragos en la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, donde en los últimos días también fue incendiada la misión católica de Nuestra Señora de África, en Mazezeze. Recemos para que la paz vuelva a esa región atormentada. Y no olvidemos tantos otros conflictos que ensangrientan el continente africano y muchas partes del mundo: también Europa, Palestina, Ucrania…
No lo olvidemos: la guerra es una derrota, siempre. Allí donde se libra, las poblaciones están agotadas, están cansadas de la guerra, que como siempre es inútil e inconclusa, y sólo traerá muerte, sólo destrucción, y nunca traerá solución a los problemas. En cambio, oremos sin cansarnos, porque la oración es eficaz, y pidamos al Señor el don de mentes y corazones dedicados concretamente a la paz.
Saludo a los fieles de Roma y de diversas partes de Italia y del mundo, en particular a los peregrinos de los Estados Unidos de América, a las Comunidades neocatecumenales de diversas parroquias de la República Checa, Eslovaquia y España, a los alumnos del Instituto «Carolina Coronado» de Almendralejo y a la Asociación de voluntarios «Tras las huellas de los siervos-hacia el mundo». ¡Y saludo a los agricultores y ganaderos de la plaza!
Esta tarde, junto con los colaboradores de la Curia, comenzaremos los Ejercicios espirituales. Invito a las comunidades y a los fieles a dedicar momentos específicos durante este tiempo de Cuaresma y durante este año de preparación al Jubileo, que es el «Año de la oración», para recogerse en la presencia del Señor.
Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.