Desde hace más de 40 años Pilar Coca Santiváñez redescubre el rostro de cuanto niño resquebrajado llega a su taller. Llegan de todas partes del mundo: Francia, Suecia, Italia. Reliquias de mucho valor para sus dueños. Y es que no se trata solo de habilitar la pieza, sino más bien de recuperar vivencias. Para la artista peruana el “El Niño Jesús” es su Navidad.
En Navidad todos quieren verte nacer. “Oh mi bien, mi pedazo de Dios. Amigo. Hermano. Padre. Señor. Mi Jesús amado”. Poco falta para que vuelvas a nacer frágil, débil, envuelto en pañales. Llegas a este mundo que te recibe para que vuelvas a él con dolor y llanto. Más tú quieres nacer el 25 de diciembre. Tras la noche buena en familia. Llegas para convertirte en luz y devolvernos la vida.
Jesús. Mi Jesús. Llegas a nosotros con amor, para darnos amor. Te miro y quiero volver a mirarte siempre. Tus ojos y tu boca enrojecida me cautivan. Me endulza y calma. Eres vida, ¡Tú mi Niño vivo!
En primer plano
Con el arte de su pincel Pilar logra desvelar recuerdos que el tiempo no borró, pese al paso de los años. Es un desafío cotidiano con el que debe lidiar a diario en su taller, ubicado en el primer puerto del Callao. Dedos quebrados, brazos por rehacer, cuerpos por recobrar. Aun en tiempos de pandemia un grupo de artesanos le confío unos “niños cuzqueños” que perdieron los dedos de sus manos. Fue un obsequio para los galenos que en esos momentos se convirtieron en “héroes de vida” en un hospital.
Reconstruir vidas a través de estas piezas alimenta la esperanza en cada Nochebuena. Revestidos con óleos importados, barnices de primera calidad, “busco siempre darles un acabado único con veladuras en los rostros”. El arte lo lleva en el corazón desde los cinco años, como herencia de su abuelo Remigio Santivañez, taller donde aprendió desde lijar carneros o bases sencillas hasta la preparación de cola y pasta.
Renace Jesús en los corazones
Paciencia, gratitud, solidaridad, y generosidad, son algunas de las virtudes que alimentan su corazón cada Navidad. A través del arte de la restauración consiguió moldear su vida. “Mi Navidad es Jesús”, cuando logro dibujar en miles de rostros una sonrisa tierna enmarcada en un semblante iluminado por la luz del amor de este Jesús que quiere nacer siempre en cada corazón.
Pilar jamás olvidará cuando llegó a sus manos un Manuelito procedente de Suiza con 200 años de antigüedad. Hecho de cera, tenía ojos de cristal celestes, que se abrían y cerraban. Su cabeza articulable giraba al ritmo del piano al jalar una cuerda que se accionaba con una caja de música antigua. Su dueña una religiosa italiana quedó muy contenta al tener a su niño de vuelta en casa.
Poco falta para que vuelvas a nacer. Esta vez, mi Jesús ¡no te vayas!, ¡quédate siempre en los corazones! Conviértete en la eterna Navidad.