El fundamento de tu opinión

Antes de opinar, estudia: la importancia de fundamentar nuestros juicios

Pexels . Jeffrey Czum

El otro día escuché a José Antonio Marina, un reconocido profesor y filósofo español, decir algo muy interesante. Aunque no puedo recordar exactamente sus palabras, más o menos dijo lo siguiente: estamos acostumbrados a aceptar que todas las opiniones son respetables. Si yo dijera eso ahora mismo, todos podrían decir «Padre Ángel tiene toda la razón». Sin embargo, este filósofo plantea una perspectiva diferente: ¿cómo es posible que todas las opiniones sean respetables? La respetabilidad de una opinión debe ser demostrada con pruebas y argumentos sólidos.

Marina enfatiza que no podemos basarnos en argumentos racistas ni en la falta de educación de quien emite una opinión. La respetabilidad no depende del género, la edad, el color de piel o la procedencia de la persona. En este sentido, cualquier opinión podría ser respetable, venga de quien venga. Incluso una persona que haya cometido errores graves puede tener una opinión válida en algún momento, así como una persona buena puede tener una opinión sin fundamento.

No soy nadie para juzgar si una opinión es buena o mala, pero sí puedo exigir argumentos sólidos que fundamenten dicha opinión. Desde que se inventaron los medios de comunicación y las redes sociales, todos nos hemos convertido en expertos en diversos campos, opinando sobre cualquier tema. Esta proliferación de opiniones a veces carece de sustento.

Por ejemplo, alguien puede opinar que el aborto está mal después del cuarto mes pero es aceptable hasta el tercer mes. ¿En qué se fundamenta esa opinión? O alguien puede decir que la guerra puede ser justificada. ¿Dónde están los argumentos que sostienen tal afirmación?


Opinar sin fundamento es algo común en nuestras conversaciones diarias, ya sea en casa, entre amigos o en círculos más amplios. Sin embargo, antes de emitir una opinión, es crucial estudiar y comprender el tema. Si en un debate alguien presenta argumentos más sólidos, debemos ser humildes y reconocer que quizás no habíamos considerado todos los aspectos.

Es fundamental recordar que no todas las opiniones son respetables. Respetamos a las personas, pero sus opiniones deben ser evaluadas críticamente. Hay opiniones que pueden ser perjudiciales o basadas en ideologías equivocadas. Por ejemplo, algunas personas opinan que el consumo de drogas es aceptable o que el adulterio es tolerable si se hace discretamente. Estas opiniones, aunque existan, no son respetables por sí mismas.

En conclusión, las personas siempre son respetables, pero sus opiniones deben ser fundamentadas para ser dignas de respeto. Opinar con conocimiento, humildad y responsabilidad es esencial para construir un diálogo verdaderamente respetuoso y constructivo. Hagamos todo el bien que podamos y que Dios nos bendiga siempre.

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