El despertar de la vocación de la mujer

La hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud

Al iniciar esta columna una de las primeros textos de la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, que me impacta es: Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga»”. Me impacta este texto, porque siento que, desde hace muchos años, siglos…. la mujer ha luchado y sufrido por lograr que se reconozca su dignidad y sus capacidades.

Menciono grandes mujeres que han sido ejemplos dignos de imitar, como: Rosa Vassallo de Bergoglio, Teresa de los Andes, Laura Montoya, Teresa de Calcuta, Barbara Ward, Gabriela Mistral, Edith Stein, Violeta Chamorro, Marguerite Barankitse, Chiara Lubich, Carmen Hernández, Conchita Cabrera…. Otra parte de la Carta Apostólica que me dice mucho… “Nada es imposible para DiosEl Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (…) ninguna cosa es imposible para Dios» (Lc 1, 31. 37).

Nada es imposible para Dios y lo vemos en el acto solemne de elegir una Madre para su hijo, Teotokos. La Madre de Dios, este es el punto culminante que toda mujer sabe reconocer en María, la perfección de ella es la Dignidad y la Vocación de todas las mujeres.

“Ha hecho en mi Maravillas el Poderoso”, este gran descubrimiento que hace María, del don de su femineidad es el gran desafío que tenemos y poseemos todas las mujeres, “la entrega sincera de sí”.

María, es el modelo extraordinario que tenemos las mujeres y es nuestra pauta para seguir. Ella nos inspira valores como la fidelidad, la entrega incondicional, la valentía, la generosidad, la sencillez y nos anima con su capacidad de liderazgo. (reunió a los apóstoles cuando estaban temerosos por la muerte de Jesús), (Hechos 1,12-14).

En el documento queda de manifiesto la relación de las mujeres con Jesús, ellas fueron las primeras en llegar al sepulcro, las primeras que lo encuentran vacío, las primeras que oyen: «No está aquí, ha resucitado como lo había anunciado» (Mt 28, 6). Son las primeras en abrazarle los pies (cf. Mt 28, 9). Son igualmente las primeras en ser llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles (cf. Mt 28, 1-10; Lc 24, 8-11).  Jesús nos deja claramente un mensaje a todas las mujeres, que tengamos participación en todos los ámbitos de la VIDA.

Superando los prejuicios y estereotipos culturales

Estas afirmaciones que hace San Juan Pablo II en su Carta Apostólica y que me han impactado positivamente, son una excelente motivación para unirme a los esfuerzos de la Iglesia por rescatar la Dignidad y la Vocación de la mujer y liberarla de todo el menosprecio del que ha sido víctima por siglos.


En la historia de la humanidad se ha desconocido el tremendo aporte que ha hecho la mujer, se ha silenciado su figura y por una deformación cultural, se le ha responsabilizado de los males del mundo y del pecado cometido por los hombres, como lo podemos ver en el Génesis. En efecto, cuando Dios le pregunta a Adán por lo que ha hecho, él responsabiliza a Eva, como lo vemos en el siguiente diálogo “El Señor Dios le preguntó: ¿Quién te hizo saber que estabas desnudo? ¿acaso has comido del árbol del que te prohibí comer? Respondió el hombre: La mujer que me diste de compañera me ofreció el fruto del árbol y comí” ( Gn 3, 11-12 ). En otro pasaje de la Biblia, en el libro de los jueces, se presenta la historia de Sansón, quién es apresado por los filisteos a causa de haber sido traicionado por Dalila, su mujer. Estos acontecimientos así relatados dan cuenta de todo un entorno cultural, del que el autor sagrado no podía abstraerse, que presentan como recurrentes estos hechos que dejan en un muy mal pie a la mujer. Avanzando en el tiempo, inclusive en la Iglesia se preguntaban si la mujer tendría alma y recién en el siglo IV, se afirmó que sí la mujer tenía alma. En la Edad Media, muchos teólogos (todos hombres) se preguntaban si la mujer era un ser humano o más bien era un ser inferior. La historia y por lo tanto también nuestra Madre Iglesia deben hacerse cargo de tantos perjuicios causados a la mujer.

Compromiso por la Dignidad de la Mujer

Es por lo dicho anteriormente que valoro tanto la Carta Apostólica “Mulieris Dignitatem“, porque como contrapartida su autor, en una reflexión lúcida y profunda coloca a la mujer en el lugar que Cristo le dio en sus encuentros con todas ellas, según relatan los Evangelios. Encuentros en los que Cristo las trató no solo con respeto, sino también con cariño y compasión librándolas de la opresión de la ley que los hombres esgrimían para acusarlas y condenarlas, como relata el episodio de la mujer adúltera.

Valoro mucho la historia de tantas mujeres que han vivido con dignidad y valentía su femineidad.

Todo lo dicho anteriormente me motiva para comprometerme y entregarme a la causa de trabajar por la Dignidad de la Mujer, revalorando sus aportes, transmitiendo sus testimonios y difundiendo las enseñanzas del actual Magisterio de la Iglesia como una buena noticia que presenta a la mujer en todo su esplendor y  plenitud teniendo a la Virgen María como modelo a ser imitado, en su entrega, en su valentía y en su decisión de ser la primera discípula de Jesús, su Hijo y nuestro Dios.

Blanca Muñoz Vásquez

Representante de Familias Mundi en Chile y alumna de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos