En el capítulo 4 de nuestra serie sobre el alma, el cuerpo y la gracia, abordamos el cuidado del cuerpo desde la perspectiva espiritual, con especial énfasis en la Asunción de la Virgen. A continuación, exploramos cómo el cuidado físico del cuerpo está intrínsecamente ligado a nuestra vida espiritual.
En nuestra primera sesión, discutimos cómo cuerpo y alma forman una unidad sustancial; no son realidades separadas, sino interdependientes. De manera similar a cómo una casa ordenada refleja quién vive en ella, el cuerpo refleja el estado del alma. Por lo tanto, el cuerpo es un coprotagonista en el camino hacia la santidad.
No se trata de ver el cuerpo como un obstáculo para la santidad, sino como un medio para alcanzarla. San Josémaría Escrivá, en sus primeros años de sacerdocio, consultaba a su director espiritual sobre mortificaciones extremas, quien le aconsejaba moderación, recordándole que un cuerpo descuidado podría dificultar su labor espiritual. En este sentido, el cuidado del cuerpo no es incompatible con la espiritualidad; más bien, es una parte integral de ella.
El cuidado corporal se manifiesta en varias prácticas:
- Vida Activa: En nuestra sociedad urbana, es fácil llevar una vida sedentaria. Sin embargo, la actividad física y el contacto con la naturaleza son esenciales para el bienestar general. El ejercicio no solo fortalece el cuerpo, sino que también puede mejorar la oración, el trabajo y las relaciones con los demás.
- Descanso Adecuado: El descanso y el sueño son cruciales. La falta de sueño o el no desconectar del trabajo puede afectar nuestra vida espiritual y emocional. Debemos procurar un descanso regular y un buen horario para dormir, evitando la sobreestimulación antes de acostarnos.
- Alimentación Saludable: Comer de manera consciente y saludable es otro aspecto importante. La comida debe ser una ocasión para la contemplación y el agradecimiento. Respetar las horas de las comidas, comer despacio y seguir las recomendaciones médicas son prácticas que reflejan una vida espiritual integrada en lo cotidiano.
- Obediencia a los Consejos Médicos: Seguir las indicaciones médicas es una forma de cuidar el cuerpo y, por ende, el espíritu. La obediencia a los profesionales de la salud es una manera de aceptar la voluntad de Dios y de mantener la armonía entre cuerpo y alma.
En resumen, una vida espiritual equilibrada se refleja en el cuidado físico del cuerpo. Esto incluye llevar una vida activa, descansar adecuadamente, comer de manera saludable y seguir las recomendaciones médicas. Estos aspectos materiales son manifestaciones visibles de la unidad sustancial entre alma y cuerpo, y del compromiso con una vida santa.