14 marzo, 2025

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El bulo del empoderamiento femenino que blanquea la prostitución

"Anora"

El bulo del empoderamiento femenino que blanquea la prostitución

La potencia educativa del cine se esfuma cuando la ética y la estética no van de la mano, se altera la realidad y se deforma o diluye a la persona en el relato. Esto sucede, a menudo, en los filmes de mujeres prostituidas. La película “Anora” triunfa en los Oscar con una retórica confusa que blanquea la prostitución y nutre el bulo del empoderamiento femenino, ligado al trabajo sexual y a la soberanía sobre el propio cuerpo. Las narrativas como “Pretty Woman” y “Anora” no contribuyen a cuestionar una realidad dramática, si acaso naturalizan una esclavitud que atenta contra los derechos humanos, la dignidad y el valor moral del cuerpo, a la vez que fomenta la desigualdad de género y la deshumanización de la sexualidad.

La película Anora, escrita y dirigida por Sean Baker, narra la historia de Ani (Mikey Madison), una joven de 23 años que es explotada sexualmente en un club nocturno de strip-tease de Manhattan. Aunque, ella no es consciente de su esclavitud ni del sufrimiento del que participa. Desde un falso empoderamiento, cree que el suyo es un trabajo como otro cualquiera que le proporciona dinero para sobrevivir y que es libre para disponer de su cuerpo como le plazca. Una noche, el dueño del local le presenta a Vanya (Mark Eydelshteyn), hijo del oligarca ruso, Nicolai Zakharov (Aleksei Serebryakov), y le pide que sea «cariñosa» con él porque es el mejor cliente del club. Obnubilada por la posición social y económica, Ani ve en Vanya —caprichoso, inmaduro, superficial y adicto a las drogas— el salvoconducto a una vida mejor. De forma impulsiva, el chico le ofrece diez mil dólares por una semana de sexo y ella acepta. Posteriormente, Vania le pide matrimonio y ella también acepta, ilusionada por el tamaño de los diamantes del anillo de compromiso.

La pareja identifica la felicidad con la vida superficial, las fiestas, las drogas y el sexo compulsivo. Pero, los conflictos no tardan en llegar. Cuando los padres de Vania se enteran de la boda de su hijo con una mujer prostituida se apresuran a anular la validez legal del matrimonio.

De avanzadilla, la familia de Vania encarga a Toros (Karren Karagulian), un sacerdote ortodoxo y padrino del muchacho, que ofrezca a Ani una elevada cantidad de dinero para invalidar el vínculo. Dos sicarios, Garnick (Vache Tovmasyan) e Igor (Yura Borisov), colaboran en el plan para amedrentar a la joven. La protagonista, sorprendida y dolida por el rechazo familiar, defiende que su matrimonio es “auténtico”, refiriéndose solo a la ceremonia legal en Las Vegas que atestigua la validez del casamiento, no a los sentimientos de ambos que son inexistentes. Por su parte, Vania acata la decisión de sus progenitores y se presta a disolver rápidamente el enlace por temor a perder su apoyo económico o que le obliguen a regresar a Rusia. La frialdad de su joven esposo, que no muestra ninguna pesadumbre por acabar con la relación, descubre a Ani que no ha sido más que una diversión y un capricho en la vida de Vania y acepta anular el casamiento a cambio de otros diez mil dólares.

Un ejercicio superficial nunca concreta algo significativo. Por ello la escena final de la película, resulta poco creíble como metáfora de amor y redención. En este contexto, el film Anora, por mucho que haya arrasado en los Oscarno deja de ser la “hermana mala” de Pretty Woman. Es decir, otro cuento en el que la mujer prostituida es «salvada», en esta ocasión, no por un príncipe azul millonario, sino por Igor, uno de los sicarios rusos.

Ética sexual y amor

Si en la primera parte del film abundan escenas de sexo explícito que resultan injustificadas porque la realidad del contexto prostitucional está en el imaginario colectivo, en la segunda parte, el personaje de Ani es el núcleo cómico de secuencias en las que se suceden los gags sin gracia y un lenguaje soez.

En el acercamiento al mundo de la prostitución, el cineasta norteamericano, Sean Baker, pierde la oportunidad de cuestionar las estructuras que sostienen una forma de esclavitud y cosificación, indesligable de la trata y de la violencia contra la mujer. El film resulta contradictorio, en extremo, porque encarna en la protagonista los tópicos de la prostitución como un trabajo y un ejercicio de autodeterminación sobre el propio cuerpo, sin confrontarlos ni ofrecer al espectador una reflexión al respecto. Además, al diluir a la persona en el drama, el director no profundiza en quién es Ani, en su fragilidad, en la traición de quien abusa del poder del dinero para satisfacer sus instintos, ni formula preguntas relevantes sobre el significado profundo de la desigualdad en el terreno de las relaciones interpersonales.

En este punto, hay que distinguir dos clases de filmes sobre la prostitución, según participan del mantenimiento o promueven miradas renovadas acerca de una realidad cruel. Por ejemplo, las películas de los neorrealistas italianos, Vittorio de Sica y Federico Fellini, constituyen piezas fenomenológicas que descifran el lenocinio, sin alterar o de deformar la sufriente realidad que envuelve a las mujeres prostituidas. Este enfoque favorece el cambio de lo que hay al actualizar la mirada crítica sobre la realidad prostitucional, su significado y el daño a las relaciones humanas[1]. Por el contrario, la película Anora, participa del mantenimiento de lo que hay, al banalizar el sexo y representar socio-culturalmente a la mujer como un cuerpo-objeto disponible para satisfacer los deseos masculinos.

Para que la ética sexual adquiera sentido y significación antropológica, debe ligarse a una reflexión sobre el amor humano que desborda los valores utilitaristas imperantes, basados en que cualquier acción sirva al fin del máximo placer, sin importar que la persona pueda ser utilizada como medio para alcanzar esa meta. Por el contrario, la norma personalista concibe a la persona como un bien superior que solo puede ser sujeto de relaciones honestas, equitativas y justas. “La persona es un bien respecto al cual solo el amor constituye la actitud apropiada y válida”[2]. Así, frente al utilitarismo en las relaciones sexuales como medio de lograr un placer egoísta, la donación espiritual y corporal plena alcanzan su sentido en una unión mutua entre el hombre y la mujer que es consecuente con el valor insustituible e inconmensurable de la persona y con su dignidad[3].

El negocio del sexo

No toda actividad, a través de la que se obtiene beneficios, es un trabajo ni cabe plantear medidas que mejoren o humanicen las condiciones de explotación de seres humanos. ¿Cómo se puede considerar un trabajo una actividad que constituye un ataque flagrante de los derechos fundamentales, que incluye prácticas violentas o que naturaliza que la mujer sea objeto de consumo?

La prostitución hace legible una poderosa estructura social que mercantiliza las relaciones humanas en la que los varones tienen una posición de poder y las mujeres se subordinan a los deseos masculinos como mercancía y objeto de consumo. Los estereotipos machistas y el negocio en torno a la industria del sexo inducen a la aceptación social de esta práctica, desde naturalizarla como el oficio más viejo del mundo, hasta vincularla con la libertad sexual que consagra la esclavitud humana y la desigualdad entre hombres y mujeres, así como una gran corporación del capitalismo global con grandes beneficios[4].

Actualmente, la prostitución virtual constituye uno de los grandes negocios del sexo. La plataforma OnlyFans camufla la explotación sexual de las mujeres, al referirse a estas como “creadoras de contenidos” y a los prostituidores como “fans”. Es pornografía en línea que deja una huella indeleble de dolor y deshumanización mediante la venta de imágenes y videos de contenido sexual que son la puerta de entrada a posteriores relaciones digitales o presenciales en las que hay un intercambio de sexo por dinero. Esta red social constituye el imperio de la nueva pornografía y prostitución con más de 240 millones de usuarios y un negocio de miles de millones de euros[5].

El discurso del empoderamiento femenino confunde a jóvenes que se crean perfiles y venden imágenes de contenido sexual en esta plataforma, atraídas por los ingresos económicos, sin ser conscientes de su cosificación y del mundo oscuro en el que se adentran. Es más, un reciente reportaje publicado por la prestigiosa agencia de noticias Reuters documenta que esta plataforma que promete medidas estrictas para controlar los contenidos e impedir el abuso sexual a niños, no es eficaz en evitarlos.

Valoración bioética

La bioética personalista es un marco valioso para reflexionar sobre los dilemas éticos de la prostitución y constituye una antropología de referencia al promover el valor moral del cuerpo, el amor conyugal, la relación entre libertad y responsabilidad, así como la deuda de la persona con la sociedad a la que pertenece. En efecto, no puede celebrarse la libertad sin responsabilidad. Somos seres espirituales y corporales, y el daño que infligimos al cuerpo daña el alma y viceversa. De nuestra mirada hacia la corporalidad, en la que se inserta la vida, se siguen las acciones de respeto o de ausencia de este hacia uno mismo y hacia los demás. “El cuerpo, en cuanto que dotado de valor intrínseco, no posee un precio ni debe ser utilizado como objeto de negociación (…) La atribución a la corporeidad de un significado ontológico y cualitativo excluye la posibilidad de aplicar un criterio económico y monetario (…) Surge entonces un principio fundamental: el respeto de la dignidad del cuerpo, del se que sigue su no-comercialización”[6]

La relación social está ligada a la solidaridad con los otros, a que sean ayudados quienes carecen de los medios para ayudarse a sí mismos. El Papa Francisco, nos llama a “abrir los ojos y los oídos, a fin de reconocer la dignidad de cada persona y actuar contra toda forma de explotación humana con acciones concretas”[7]. La mera existencia de la prostitución implica una cosificación objetiva de la persona que contradice su intrínseca dignidad, ocasiona efectos devastadores en las víctimas e implica un grave daño social porque menoscaba las relaciones humanas y la igualdad entre hombres y mujeres. En definitiva, es un modo equivocado de concebir la realidad personal y la sociedad, como ámbitos en los que la persona debe poder desplegar su potencial y no ser explotada como una mercancía.

Los cinco Oscar de a Anora revela que los festivales de cine pueden premiar películas escasamente memorables, como es el caso.

Amparo Aygües – Master Universitario en Bioética por la Universidad Católica de Valencia – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

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[1] Oliver, E & Ibáñez, M. (2023). La relacionalidad traicionada: las mujeres prostituidas en el cine neorrealista. Ponencia en el V Congreso de Filosofía y Cine de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir. Manuscrito cedido por las autoras, pendiente de publicación en Dykinson.

[2] Wojtyla, K. (2013). Amor y responsabilidad. Palabra, p.28.

[3]  Ibid, pp.27-29.

[4] Cobo, R.  (2017), La prostitución en el corazón del capitalismo. Los libros de la Catarata. p.  213.

[5] Verde, N. (2024). Onlyfans, el imperio de la nueva pornografía y prostitución con 240 millones de usuarios. Noticia de Radiotelevisión española (RTVE), publicada el 7 de mayo. Obtenido de https://www.rtve.es/noticias/20240507/feminista-onlyfans-imperio-pornografia-prostitucion-igualdad/16092375.shtml. También en El País, 10 de marzo de 2025 https://elpais.com/noticias/onlyfans/ y en La Vanguardia, 7 de julio de 2024, https://www.lavanguardia.com/vida/20240707/9787851/millones-muros-pago-impiden-revisar-explotacion-infantil-onlyfans.html

[6] Sgreccia, E. (2007). Manual de Bioética. Fundamentos y ética biomédica.  BAC, p.162.

[7] https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-02/papa-mensaje-xi-jornada-oracion-reflexion-trata-personas.html

Observatorio de Bioética UCV

El Observatorio de Bioética se encuentra dentro del Instituto Ciencias de la vida de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” . En el trasfondo de sus publicaciones, se defiende la vida humana desde la fecundación a la muerte natural y la dignidad de la persona, teniendo como objetivo aunar esfuerzos para difundir la cultura de la vida como la define la Evangelium Vitae.