Jaime Millás, licenciado en Ciencias Biológicas y Ciencias de la Educación, experto en Dirección de Instituciones Educativas y doctor en Bioética, ofrece este artículo titulado “El buen uso de la edición genética”.
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Según recoge la revista Nature en una reciente edición, un comité ha recomendado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que asuma el liderazgo mundial con respecto a la regulación de la edición del genoma. Los asesores sugieren que la edición genética no debe emplearse aún para hacer modificaciones en la línea germinal, es decir, las que se transmitirían a las futuras generaciones.
“Nadie en su sano juicio debería contemplar la posibilidad de hacerlo, ya que las técnicas no son lo suficientemente seguras o eficaces y no estamos preparados para analizar todas las consideraciones éticas”, dijo Robin Lovell Badge, del Instituto Francis Crick del Reino Unido, miembro del comité.
En 2018, el biofísico He Jiankui, de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen, China, anunció sorpresivamente que había utilizado la tecnología CRISPR para editar el genoma de embriones humanos que dieron lugar al nacimiento de dos niñas. A raíz de este acontecimiento se formó el grupo asesor que ha emitido ahora dos informes al respecto.
Estos informes constituyen el resultado de un trabajo de más de dos años por parte del Comité integrado por 18 científicos, que ha recogido la opinión de cientos de participantes en una consulta global sobre la edición genética de células somáticas y de la línea germinal. Representantes de diferentes áreas de la investigación científica en todo el mundo, líderes religiosos, pueblos indígenas y grupos de pacientes han contribuido con sus puntos de vista a su elaboración.
“La edición del genoma humano tiene el potencial de mejorar nuestra capacidad para tratar y curar enfermedades, pero el impacto solo se hará realidad si lo implementamos en beneficio de todas las personas del planeta, en lugar de impulsar más desigualdad entre los países”, señaló Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La posibilidad de beneficios que se vislumbran con el uso de la edición genética apunta a terapias más específicas, prevención de trastornos genéticos y diagnósticos más rápidos. Las terapias génicas somáticas ya se han utilizado con éxito en algunos casos como en el tratamiento de la anemia de células falciformes, la amiloidosis por transtiretina o el VIH.
También se advierten los riesgos, especialmente con la línea germinal que, al alterar el genoma de los embriones humanos, transmitiría a las siguientes generaciones las alteraciones provocadas. Al referirse a esto, Peggy Hamburg, otra de las co-autoras del informe, destacó la importancia de “educar a los científicos, instituciones y gobiernos de sus responsabilidades en la investigación con esta ciencia”.
La solicitud hecha al Comité era revisar las delicadas cuestiones que plantea la edición del genoma pero respetando las posibilidades de terapias médicas. Algunas de las recomendaciones son: el fomento de la colaboración internacional en la gobernanza de estas aplicaciones, el fomento de la revisión ética de los ensayos clínicos que involucran edición genética humana y la promoción equitativa del acceso a los medicamentos que se puedan obtener con el uso de esta tecnología. Este último aspecto tiene particular importancia en el África subsahariana donde la anemia de células falciformes es particularmente frecuente.
Ya en 2019, los asesores de la OMS recomendaron la creación de un registro de estudios clínicos de edición del genoma en seres humanos y declararon que era muy pronto para la aplicación clínica de la edición genética, como lo hizo He Jiankui. En setiembre de 2020, otro Comité, convocado por la Academia Nacional de Medicina de EE. UU., La Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. Y la Royal Society del Reino Unido, determinó que “la tecnología aún no está lista para su uso en embriones humanos destinados a la implantación”.
Para concluir, es necesario que todas las investigaciones con seres humanos respeten la dignidad de la persona desde su concepción hasta su muerte natural, sopesando posibles beneficios y riesgos. Si, además, estas investigaciones afectan a los descendientes, la técnica de edición genética debiera ser segura, lo cual dista mucho de la realidad.