Julio Tudela y Ester Bosch, del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, ofrecen este artículo titulado “¿Drogarse de forma segura?”.
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La Generalitat Valenciana promueve entre los jóvenes la práctica del chemsex: relaciones sexuales con drogas bajo el lema “Aquí hay tema”.
El Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ) de la Generalitat Valenciana ha lanzado una campaña para promover entre los jóvenes el “chemsex”, la práctica de relaciones sexuales bajo el efecto de las drogas.
La Conselleria de Igualdad, dirigida por Mónica Oltra y de la que depende el IVAJ, defiende la campaña lanzada en Twitch con el título de “Aquí hay tema”.
También el Comité Antisida de Valencia ve adecuada esta campaña que “está conectada con la línea de trabajo de las entidades sociales”, pero consideran que “han hecho un uso desafortunado de la palabra ‘seguro’. No hay práctica sexual 100% segura. No hay uso de sustancias 100% seguro”.
En el IVAJ recuerdan su mantra: “Todo está bien siempre que esté controlado”. Según ellos, en el momento en que se pierde la conciencia deja de ser una práctica segura. Y proponen “conocer a la persona que te proporciona las drogas” para tener “cierta seguridad de que sean lo más puras posibles”.
Paco Bueno, jefe de servicio de Adicciones del Ayuntamiento de Valencia, señala que el chemsex supone un “problema de salud pública” que lo importante en términos de concienciación y prevención es “informar para que se conozcan los riesgos del sexo no seguro y del consumo de sustancias que modifican la salud”.
Las sustancias que se asocian mas frecuentemente con el chemsex, según el Ministerio de Sanidad, son: cocaína, ketamina, éxtasis, GHB/GBL, mefedrona u otras catinonas, metanfetamina, poppers o Viagra. Según el informe El abordaje del fenómeno del chemsex de 2020, del mismo Ministerio, “existe una preocupación creciente por este fenómeno, ya que la práctica intensiva y continuada de chemsex puede facilitar no solo la transmisión sexual del VIH y otras infecciones, sino también ocasionar otros problemas y complicaciones para la salud física, mental y social de las personas que lo practican”.
Además, las cifras apuntan a que en España 3 de cada 10 pacientes atendidos en las consultas de VIH lo han practicado, pues “en este contexto es habitual que se practique sexo sin condón con diferentes parejas sexuales”.
Valoración bioética
Ofrecer desde un organismo público que debe velar por la promoción y defensa de la juventud mensajes como el actual, constituye un ejercicio de desinformación que puede resultar muy lesivo para sus destinatarios. Efectivamente, como se afirma más arriba, no existe el sexo seguro. El sexo es más inseguro cuanto más promiscuo. Las medidas de protección contra las enfermedades de transmisión sexual pierden su eficacia si existe consumo de estupefacientes, que alteran la conciencia y reducen la percepción de riesgo.
Paro tampoco es posible un consumo seguro o responsable de sustancias estupefacientes. Todas las sustancias con actividad psicotrópica consumidas sin control médico o farmacéutico, es decir, como drogas de abuso, son tóxicas en cualquier caso y su toxicidad puede dejar secuelas permanentes en los consumidores en mayor o menor medida, muchas veces incapacitantes.
El “chemsex”, que combina consumo de estupefacientes y sexo promiscuo, no admite comportamientos responsables ni prudentes.
Lo responsable es informar de su elevado riesgo y sus posibles secuelas, e intervenir educativamente para que los jóvenes, previamente formados e informados, rechacen este tipo de conductas, que resultan nocivas en todo caso.
El tono utilizado por el Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ) de la Generalitat Valenciana, promoviendo de cualquier forma este tipo de comportamientos es impropio de un organismo público que debe servir a los ciudadanos. Utilizar términos como “seguro” o “responsable” cuando se habla de prácticas tóxicas, que no lo son en ningún caso, es confundir y, por ende, limitar la libertad de los jóvenes que parten en sus decisiones de conceptos erróneos o sesgados.
La inducción del abuso de estupefacientes hacia las conductas adictivas está más que demostrada, y una conducta adictiva arrastra a quien la padece a una degradación progresiva que implica una pérdida de control, un quebranto de su voluntad y de su libertad. El mensaje del IVAJ “todo está bien siempre que esté controlado”, no es aplicable al chemsex, ni al consumo de drogas ni a ninguna conducta adictiva. Porque es precisamente la falta de control, resultante del consumo de drogas, lo que constituye el núcleo de las adicciones que el chemsex contribuye a extender.
Por cierto, el Comité Antisida de Valencia debería evaluar en su justa medida el dato de que en España 3 de cada 10 pacientes atendidos en las consultas de VIH han practicado chemsex, si es que lo que pretenden es contener la enfermedad y su transmisión, en lugar de alinearse de alguna manera con este tipo de campañas inaceptables.
Julio Tudela
Ester Bosch
Observatorio de Bioética
Instituto Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia