«Me llamo Dimas, como el buen ladrón», dice con esa sonrisa que caracteriza a muchos asiáticos. Nos habla de su vida y de cómo su madre, musulmana, se convirtió al catolicismo.
Dimas Kusuma Wijaya es un joven seminarista de Indonesia que se encuentra en Pamplona estudiando en la Universidad de Navarra y reside y se forma en el Seminario Internacional de Bidasoa. Nos recibe con una sonrisa mientras mantenemos una entrevista sobre su vida, su familia y su llamada a la vocación.
Un seminarista en una familia de trece hermanos musulmanes
«Indonesia es uno de los países del mundo con mayor número de musulmanes. Mi madre viene de una gran familia musulmana, sus padres y trece hermanos. Cuando conoció a mi padre, sintió una llamada para convertirse al cristianismo», cuenta Dimas.
Durante el noviazgo, su padre le fue explicando cómo viven los cristianos la fe católica. «Mi mamá claramente tenía mucha ilusión. Por otro lado, cuando mi madre habló con su padre, mi abuelo, le dijo algo muy bonito: «si has conocido otra religión que es buena, tienes que profundizar en ella». Mi abuelo apoyó y respetó a mi mamá», dice este seminarista indonesio.
A los 8 años, después de casarse con su padre
En 2000, ocho años después de casarse con su padre, su madre se convirtió al cristianismo. «Fue un gran momento, un gran impacto en su vida, porque a partir de aquel instante, ya católica, se esforzó por vivir como una buena cristiana. Estaba muy contenta y feliz. Y sentía verdaderamente que esta religión es la verdadera. Porque al final, el encuentro con Jesús, el Hijo de Dios, fue cambiando su vida y su manera de ver la vida y la familia», relata Dimas.
Explica también que tardó ochos años en convertirse porque sus padres trabajaban de un lugar a otro, y no tuvieron un hogar fijo. Esto fue una dificultad para asentarse en una parroquia y que su madre pudiera recibir las clases de catecismo y la formación doctrinal.
«La fe de mi mamá ha sido todo para mí»
Emocionado, Dimas cuenta que la fe de su mamá le enseñó todo. «Su modo de vida en un país como Indonesia, y su ejemplo en cómo profesaba su fe, fueron la semilla que encendió mi vocación al sacerdocio. Ella me enseñó a rezar cada mañana y cada noche. Me llevaba a la Iglesia, y siempre me ha mostrado cómo debe vivir un cristiano y cómo enfrentarse a los desafíos. La fe de mi mamá ha sido todo para mí. Una fe tan viva y real que me ha enseñado todo».
Ahora, su madre está muy contenta por tener un hijo en el camino al sacerdocio. Además, toda la familia de su madre, que es musulmana, con gran respeto entre unos y otros, le apoyan en su vocación como sacerdote católico.
En la preadolescencia quiso cambiar su vida
Pero también pasó por una preadolescencia algo rebelde. «En la adolescencia tuve deseos de cambiar mi vida. No tenía ganas de estudiar, solo divertirme. En definitiva, hice todo lo que me dio la gana. Y para cambiar todo eso, pensé que el mejor camino era entrar en el seminario menor, un lugar donde me ayudarían a ser mejor. Pero, claro, al final Dios no solo cambió mi vida sino también mi vocación», dice impresionado.
Recuerda el momento más intenso de su llamado, un día que delante del Santísimo Sacramentado sintió una paz enorme, una alegría muy grande al experimentar que Dios le pedía darse a los demás. Al final, escuchó cómo Dios le llamó.
«Oí una voz que me decía: Dimas, mira que hay gente que te necesita, y va a haber más gente que te necesitará. A partir de aquel momento de oración y de sentir que podía ayudar a los demás, quise ser sacerdote. Quiero estar con Dios y quiero ayudar a la gente necesitada en todos sus anhelos».
Una facultad de Teología en Surabaya
Así, a la edad de 15 años, Dimas entró en el seminario menor. A los 18 años, en el seminario propedéutico. Y, cuando tenía 20 años, su obispo le mandó a España, al Seminario Internacional Bidasoa para formarme bien para ser sacerdote en las facultades eclesiásticas de la Universidad de Navarra.
«Acabo de terminar mi primer curso de formación. Lo que quiere mi obispo es levantar la facultad de teología en Surabaya, mi diócesis, y por eso cada dos años intenta enviar seminaristas para estudiar en Bidasoa», explica.
Su hermano menor es dominico
Dimas tiene otro hermano pequeño que es seminarista de Ordo Predicatorum de los dominicos, que estudia Filosofía en Manila, Filipinas. También tiene dos hermanas mayores: una casada que vive en Tokio y la segunda hermana que es profesora de Psicología en una universidad en Yakarta.
Indonesia, un país con seis grandes religiones
¿Cómo viven los católicos en Indonesia, un país con gran cantidad de musulmanes? ¿Hay respeto entre las confesiones? Dimas nos responde: «Tengo que decir que ahora mismo existe más tolerancia entre nosotros, pero depende del lugar donde vivan los cristianos. Hay ciudades donde resulta muy difícil levantar una parroquia o una iglesia. Hay que tener en cuenta también que Indonesia es muy plural. Hay musulmanes, católicos, budistas, hinduistas, seguidores del confucionismo y cristianos protestantes. Seis grandes religiones que conviven en Indonesia».
Las características de un joven sacerdote
Es consciente de que, cuando regrese a su país, uno de los retos a los que debe enfrentarse será la tolerancia y el respeto entre las religiones. Y en este camino que acaba de comenzar hacia al sacerdocio, considera que una de las características principales que debe reunir un joven sacerdote es la humildad.
«Un joven sacerdote es como un bebé que acaba de nacer. Tiene que aprender mucho en su vocación sacerdotal. Tiene que saber escuchar a los demás y sobre todo escuchar a Dios. Con la humildad, uno puede tener una buena vida, porque su ego y su ambición no van a dirigirle, sino que será Dios mismo quién dirigirá y acompañará en su vida. Solo con humildad, un sacerdote puede vivir su vocación sacerdotal muy bien porque luego uno va a experimentar que en realidad la fuerza de Dios le acompañará en toda su labor pastoral», concluye este joven seminarista de Indonesia.