Derogar no tiene porque significar retroceder. A modo de ejemplo hubieron regímenes totalitarios en Alemania que fueron frutos de grandes consensos. Gracias a Dios se derogó y se terminó con esa barbarie.
Estaremos de acuerdo que los consensos sociales pueden estar equivocados.
Opinar diferente no es estar en contra de nadie, es eso, opinar diferente, derecho fundamental a expresarse libremente cada cual con sus ideas.
Los cristianos por convicción pensamos que nadie está embaraza de un conjunto de células. Todos independientemente de la época evolutiva que nos encontremos, tengamos 2, 10, u 80 años tenemos la misma dignidad y hemos sido “ese conjunto de células” en algún momento.
Los cristianos pensamos que esas vidas indefensas merecen ser cuidadas y protegidas, y siempre protegiendo y cuidando las realidades personales que se encuentran detrás de un sufrimiento interior.
Derogar la ley del aborto es defender la vida y al indefenso y no es estar en contra de nada ni de nadie. Ante la respuesta:
“Que haya una ley del aborto no te quita derechos a ti” respondo que precisamente por eso, porque el católico ama a todas las almas y las considera únicas, las conozca o no las conozca.
Derogar la eutanasia en son a unos cuidados paliativos con una calidad humana exquisita no es retroceder, es amar hasta el extremo y dar valor a la vida y dignidad independientemente de cada situación. Eso no significa alargar el sufrimiento, eso significa que ante la vida nadie sienta la sensación que no sirve, que no tiene valor y como sociedad debemos luchar para que todas las personas se sientan especiales y valiosas a lo largo de toda su existencia y caminar.
Yo he aprendido más de ejemplos de personas enfermas, que de discursos de personas muy sanas.
Derogar la ley transexual no es estar en contra de decisiones personales, es entender que lo aprendido en la infancia es exponencial y actuar con imposición antinatural y con medidas irreversibles es perjudicial para la persona.
Yo de pequeño quise ser pirata y gracias a Dios mis padres no me cortaron una pierna y me la pusieron de palo, o me quitaron un ojo. Un niño no sabe lo que quiere, por lo tanto no es libre ni madura su elección.
Derogar leyes que son irreversibles, algunas mal llamadas “interrupción del embarazo”, esconde terminología perversa, porque interrumpir significa parar con la posibilidad de volver a reactivar algo. Aquí no se interrumpe nada. Aquí se termina.
Derogar la ley de fecundación no significa estar en contra de los derechos a unos padres a ser padres, es entender que ser padres no es un derecho, como tampoco lo es la salud, estas son bienes, que se tienen o por desgracia no se tienen. Esos cigotos fecundados tienen vida, de no tenerla no evolucionaría y saber que de 6 cigotos, solo uno sobrevivirá, el resto no. Todo ello debería hacernos pensar. Si es una vida ¿es justo el medio para alcanzar el fin?
Añadir que este artículo, conlleva en primer lugar, abrazar a las personas que por lo que sea no pueden ser padres y tienen ese deseo sano de serlo. Con esta exposición no se pretende juzgar a nadie, al revés, se busca que ante situaciones humanamente comprensibles se tengan todos los elementos de hecho para que la decisión sea más libre. Cuanta más información más libre es una elección.
Los cristianos amamos al diferente, y apostamos por leyes de vida y no leyes de muerte.
Un avance sin valores es un retroceso sin control.