No hay palabras para expresar el infinito dolor que llevo en el corazón por el pueblo de Israel y de Palestina; por los muertos, los heridos, los rehenes, los desaparecidos y sus familias que el último y gravísimo estallido de violencia ha provocado en mi tierra.
Con profunda fe, junto a todo el Movimiento de los Focolares, me uno al llamamiento del Papa Francisco, al del Patriarcado latino de Jerusalén, a las palabras de paz de los líderes de las distintas Iglesias cristianas y de los líderes de las Religiones -en particular de la región israelí-palestina- para pedir que cesen las armas y que comprendamos que, como ha dicho el Papa Francisco en el Ángelus de hoy, «el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino que toda guerra es una derrota».
En mi oración al Dios de la Paz y la Justicia me uno también a quienes en todo el mundo ofrecen oraciones, sufrimiento y acción, para que la paz triunfe sobre el odio y el terror. Mi especial agradecimiento a quienes me han escrito desde lugares en conflicto, como Ucrania, expresando su ofrecimiento y cercanía a pesar de la trágica situación en la que viven desde hace más de un año.
Esforcémonos por construir un mundo fraterno y hagamos todo lo posible para que estos pueblos, y todos los que se encuentran en la misma situación de inestabilidad y violencia, encuentren el camino del respeto de los derechos humanos; donde la justicia, el diálogo y la reconciliación sean las herramientas indispensables para construir la paz.
Margaret Karram
Presidenta del Movimiento de los Focolares