Deberes en Verano: ¿Descanso total o un toque de aprendizaje y generosidad?

Equilibrio entre Diversión y Crecimiento Personal

La llegada del verano trae consigo el debate de si deberes sí o deberes no. ¿El verano es para descansar, para olvidarse de repasos, memorizaciones y problemas, o les compramos un cuadernillo porque, por una hora al día, no les pasa nada y se refuerza lo aprendido? ¿Nos gustaría que nuestros jefes nos mandasen una hora de trabajo diaria en nuestras vacaciones para que no perdiésemos el ritmo?

No sé qué piensas tú. Si eres de la opción A, de los que creen que toca descansar de lo que veníamos haciendo, o si eres del grupo que considera que dedicar unas horitas, durante estos  dos meses y medio, a repasar los conocimientos tratados en clase, parece justo y necesario.

Ángela, la profesora de mi hijo Álvaro, le ha mandado una lista de tareas para el verano que lograría mayoría absoluta entre los votantes, sin ningún género de duda. Te la pongo a continuación:

  1. Báñate en la playa, la piscina o el río.
  2. Haz amigos nuevos.
  3. Ríete mucho.
  4. Mira las estrellas.
  5. Habla sobre temas interesantes.
  6. Recolecta conchas y piedras especiales en la playa.
  7. Escribe una carta a algún amigo del colegio.
  8. Haz un postre.
  9. Monta en bicicleta.
  10. Come muchos helados.
  11. Vuela una cometa.
  12. Contempla un atardecer.
  13. Juega a adivinar las señales de tráfico cuando vas de viaje.
  14. Construye una cabaña.
  15. Pasea por un bosque.
  16. Escucha música.
  17. Haz deporte, canta, baila y juega.
  18. Busca formas en las nubes.
  19. Haz un diario de este verano tan especial.
  20. Despreocúpate y sé feliz.

Sí, lo sé, en estos momentos todos estamos deseando que Ángela sea nuestra profesora, y que nos mande listas de tareas veraniegas como ésta. ¿Te imaginas? Sería maravilloso que esta lista de deberes fuera la que nos asignasen todos los veranos de nuestra vida, no sólo a los niños, sino también a los adultos.

Aunque yo añadiría una consigna más: llena tus días de cariño. Que no pase ni un solo día sin que tengamos un gesto de darnos, de entrega y de generosidad. Sólo nos saciamos, sólo conseguimos apaciguar el alma cuando la entregamos, y el verano es el momento perfecto para degustar ese placer. Haz que todos los días cuenten. No dejes que pase ni un solo día sin un gesto de cariño. Esto podría ser un abrazo a un amigo, una sonrisa a un desconocido, una palabra de aliento a alguien que lo necesita, escuchar con cariño, una vez más, la historia que ya te contó tu abuelo más de veinte veces. Estos pequeños actos de amor y bondad no sólo enriquecen nuestras vidas, sino que también crean un impacto positivo en quienes nos rodean.


El verano nos ofrece la oportunidad de desacelerar, de desconectar del estrés diario y de reconectar con lo que realmente importa. Es el momento ideal para practicar la generosidad, y comprobar, quizá con sorpresa, que el primer beneficiado es uno mismo. Aprovechemos este tiempo para fortalecer nuestras relaciones, para mostrar gratitud y para ser la mejor versión de nosotros mismos. Así que, además de disfrutar de todas las maravillosas actividades de la lista de Ángela, recordemos añadir este toque especial: cada día, hagamos algo por los demás, un pequeño acto de bondad.

Esta última consigna me parece esencial y fundamental con nuestros hijos adolescentes: debemos ayudarlos a soñar en grande también en verano. Algo que no se consigue yendo de la toalla a la copa y de la copa a la toalla. Deberían integrar en el verano la colaboración con una ONG, dedicando unas horas o algunos días a ayudar a los demás. Estas experiencias pueden ser muy enriquecedoras, fomentando un sentido de responsabilidad social y empatía que perdurará mucho más allá del verano.

Descubrir que hay gente que no tiene cubiertas las necesidades básicas, y trabajar en la distribución de ropa, en la atención de un comedor social, en la parroquia o en Cáritas, les enseñará valiosas lecciones de vida. Ayudar en un campo de niños refugiados de la guerra les enseñará que vivir en paz es una situación privilegiada que nos debemos empeñar en construir. Que tenemos y debemos aprender a ir del brazo de los que no piensan como nosotros. Una lección que, hoy en día, está más denostada que el latín. Por eso, en estos últimos veranos largos de su vida, si vamos a organizarles algún viaje o alguna escapada, busquemos que ese plan aporte algo significativo, algo que les haga entender que no podemos dar nada por hecho. Por ejemplo, un viaje a Auschwitz puede ser una buena vacuna contra el odio y sus múltiples derivadas.

Hagamos que este verano no les deje indiferentes, que descansen, pero que no anestesien con pantallas y frivolidades su caridad, ni su generosidad, ni su capacidad de asombro. Why not?