¿De qué trata la encíclica ‘Fratelli tutti’?

Análisis sobre la Carta del Papa Francisco

Encíclica Fratelli tutti
El Papa en la tumba de Asís © Vatican Media

La doctora María Elisabeth de los Ríos Uriarte, profesora e investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac de México, ofrece a los lectores de Exaudi su artículo de análisis “¿De qué trata la encíclica Fratelli tutti?”, la Carta Encíclica del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social que escribió el 3 de octubre de 2020.

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La nueva encíclica del Santo Padre, firmada en Asís en pasado 3 de octubre es una llamada al reconocimiento mutuo como hijos e hijas de Dios y, por consiguiente, una llamada urgente a la fraternidad y al amistad social como medios de reconstrucción de un mundo herido.

En siete capítulos, el Pontífice nos brinda claves para recuperar aquello que es más humano y que se asienta sobre la inalterable dignidad humana: nuestra sociabilidad y deseo de buscar lo común.

En el primer capítulo “Sombras de un mundo cerrado” nos habla de los peligros o sombras de un mundo cerrado se nos realiza un diagnóstico de las consecuencias de vivir, paradójicamente, conectados mediante pantallas pero aislados unos de otros. Un mundo basado en el egoísmo y la autoreferencialidad que producen y reproducen amenazas del pasado y absurdas polarizaciones políticas.

En el segundo capítulo, “Un extraño en el camino”, el Papa retoma la parábola del Buen Samaritano para profundizar sobre el sentido del prójimo bajo la figura del caíd y abandonado a lado del camino para invitarnos no tanto a reconocerlo como prójimo si no a hacernos prójimos de todos. La invitación consiste en sanar las heridas de quienes tenemos alrededor sin importar su lugar de procedencia o su afinidad ideológica con la nuestra pero esto sólo es posible cuando reconocemos la intrínseca dignidad de cada persona.

En el tercer capítulo, el Sumo Pontífice nos invita a “pensar y gestar un mundo abierto” que tenga por base que estamos hechos para el amor, uno que va más allá de nuestra lógica. Un amor sin fronteras que encuentra cabida en la amistad social que trasciende diferencias y proyectos políticos para, nuevamente centrarse en la común dignidad de todas las personas. El reto de este mundo abierto es soñar  y pensar una mejor humanidad.


En el cuarto capítulo, “Un corazón abierto al mundo entero”, nos exhorta a tener un corazón especialmente al conflicto migratorio a las crisis humanitarias de quienes tienen que salir de sus lugares de origen y se enfrentan al difícil proceso de aceptación y acogida en otros países. Este corazón abierto debe favorecer procesos de acogida, promoción, protección e integración de los migrantes  refugiados en el valiente acto de la gratuidad.

En el quinto capítulo, “Diálogo y amistad social” nos invita a entender la política como amistad social, un ejercicio del poder público sano iluminado por la caridad capaz de incluir a todos y de tomar decisiones que pueden atentar contra los estándares de eficacia pero que permiten lazos de fraternidad más sólidos entre todos.

La sana política que propone el Papa consiste en promover el bien de todos y facilitar el desarrollo de todas las esferas de la vida social y comunitaria. Generando fuentes de empleo, propiciando oportunidades de crecimiento, velando por el acceso igualitario y equitativo a todos los servicios

En el sexto capítulo, “Diálogo y amistad social”, nos habla de la importancia del diálogo como herramienta de encuentro y de respeto. Sólo siendo capaces de escuchar la verdad del otro y respetar sus creencias podemos descubrir verdades que son atemporales y evidentes para todos en cualquier circunstancia. Nos invita, pues, a pasar de la falsa tolerancia al realismo dialogante. 

En el séptimo capítulo, “Caminos de reencuentro” la paz aparece en el horizonte como anhelo y esperanza, acompañada de la verdad y de la justicia y asimilando que el perdón la reconciliación son deseables más no obligados, Francisco lanza la invitación a ser constructores de paz propiciando espacios de encuentro, perdón y reconciliación.

Finalmente, el octavo capítulo, “Las religiones al servicio de la fraternidad”, el Papa convoca al diálogo interreligioso y recuerda la común misión de las religiones que debe ser la paz y la fraternidad desterrando la violencia y el terrorismo religioso.

En resumen, la nueva encíclica fraguada antes de la pandemia pero pensada en el contexto de ésta es una invitación a tener un corazón abierto que sea capaz de albergar la fraternidad y la amistad social como vehículos para la reconfiguración de un mundo nuevo y de estructuras sociales y políticas más humanas y justas donde nadie quede excluido.