Dar implica tener

Nunca dejaré de ser padre o esposo

Esa noche, la garúa y el frío se confabularon para que decidiera – no era su costumbre – hacer un alto camino a casa, para tomar un café. Sumido en sus pensamientos, revolvió el azúcar, se dispuso a beber el primer sorbo, cuando escuchó su nombre. Dejó la taza sobre el plato. Levantó la mirada. Era Roberto, un amigo que conocía desde la infancia.

– “¿Qué haces a esta hora por aquí?” le preguntó.

– “Han llegado a casa de sorpresa, mis suegros. Sin nada especial en la alacena me pareció un bonito gesto comprar algo especial para agasajarlos. Y ¿tú?”

– “Vengo de trabajar”. – ¿Tan tarde? ¿Estás en campaña, cierre de mes o algo similar”? – “No. Usualmente a esta hora regreso a casa. Tú conoces mi historia familiar, hemos crecido casi juntos así que me propuse trabajar con ahínco para darles a mis hijos lo que yo no tuve.

– “Pero, ¿qué no tuviste?”. – “Bueno. – Hizo un silencio y añadió- casa propia, comodidades, buen colegio y viajes… entre otras cosas.


– ¡Caramba, Roberto, eso quiere decir que casi no ves ni estas con los tuyos”! – “Mira, los domingos me dedico completamente a ellos. Sin embargo, la posición que tengo dentro de la empresa, me ha costado mucho alcanzarla, es muy demandante y, además, nos evalúan por el cumplimiento de metas. – “Cierto, pero… “balbuceo el amigo. A lo que Roberto respondió asertivamente como si quisiera justificarse – “estoy seguro de que cuando sea el gerente general está situación cambiará sustancialmente. Mientras… creo que el sacrificio lo vale”. – “Cuéntame, ¿tu infancia ha sido infeliz?”. – “En absoluto, guardo muy buenos recuerdos”. – “Entonces, ¿tienes muchas cosas que compartir de tu infancia”. Roberto, no lo pensó mucho y añadió:

“La verdad, muchas cosas… no sé por dónde empezar. Lo primero que se me viene a la memoria es el sonido de la puerta del garaje, al escucharlo para mis hermanos y yo significaba que mi papá había vuelto a casa. Me preguntaba cómo me había ido en el colegio, reíamos con sus bromas, casi siempre las mismas. Le daba un beso cariñoso a mi madre. ¡A mí me gustaba mucho ese gesto! En mi casa había alegría, me sentía seguro, nos queríamos. Además, solía traer algún detalle para la cena que en familia lo disfrutábamos. –“¿Echabas en falta bienes o comodidades para ser feliz? – “Que recuerde, nada. Teníamos lo necesario. Lo poco o mucho lo compartía con mis hermanos, creo que hasta la inventiva se aguzaba para entretenernos haciendo nuestros propios juguetes. Mis padres se divertían con nuestro ingenio. En Navidad pedía muchos regalos, pero al final me contentaba con el que recibía, quizá porque mis papás los escondían tan celosamente que para nosotros representaba una odisea dar con ellos y, cuando lo lográbamos los aplausos y la algarabía familiar no se hacían esperar.

– “Roberto, una cosa me queda clara: en todos los momentos entrañables que has evocado la presencia de tu padre ha sido significativa. Cosa que yo nunca saboreé… mi padre falleció cuando cumplí dos años. En cambio, tú has vivido esa experiencia con tanto cariño que se ha incrustado en tu memoria. No dejes que el ajetreo diario y lo “urgente” impida que tus hijos no gusten de la presencia de su padre. Me tengo que ir en casa mis invitados y los míos esperan.

Intentó un sorbo. El café estaba frío. Llamó al mesero. Quería pensar… acompañado con una bebida caliente. La conversación había sido amena como intensamente sugerente. Ideas y sentimientos encontrados se le cruzaban por la mente y el corazón. Una vez más, el café lo encontró frío. Sonrío y pidió la cuenta. Encendió el motor de su auto e inició la marcha de retorno.

En su casa, la luz de la entrada era la única que la iluminaba. Todos dormían, usualmente así encontraba a su esposa e hijos. Estacionó el automóvil en el interior de la cochera. No se apeó, se estuvo un largo rato dentro pensando. De pronto se dijo a sí mismo: ¿Por qué no intento seriamente en darle a mi familia, mi esposa e hijos, lo que yo tuve en casa de mis padres? ¿Vale la más acaso adelantar una gestión laboral que contemplar la sonrisa de mis hijos? ¿No es mejor posponer esa reunión con un proveedor que dilatar la conversación o esa salida con mi esposa? La jubilación pondrá fin a mi carrera profesional, en cambio, nunca dejaré de ser padre o esposo. Entró a su habitación, permaneciendo igual, la luz de la luna le daba un matiz de novedad. De seguro que le costará concretar su propósito… por lo menos, con seguridad esa noche durmió bien con la conciencia de haber elegido el camino acertado.