El Papa Francisco ha enviado un video mensaje a los participantes en la Conferencia Internacional “A Politics Rooted in the People” (“Una política arraigada en el pueblo”), hoy, 15 de abril 2021, en el que invita a “construir un futuro desde abajo, desde una política con el pueblo, arraigada en el pueblo”.
El evento en línea ha acogido a delegados de todo el mundo, pero especialmente de organizaciones religiosas y comunitarias del Reino Unido, Alemania, Italia y Estados Unidos, incluidos algunos de la propia diócesis del Papa en Roma.
Organizada por el Centre for Theology & Community (Centro de Teología y Comunidad) del este de Londres, la Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD por sus siglas en inglés) y otras seis instituciones católicas del Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea, el evento contó con la participación de cristianos de base -entre los que se encontraban asistentes sanitarios, auxiliares de enseñanza y limpiadores- junto con académicos, organizadores comunitarios y clérigos. El discurso principal fue pronunciado por Austen Ivereigh, colaborador del Papa en el libro Soñemos Juntos.
Populismo inclusivo
El Santo Padre se alegra de dirigir unas palabras de saludo al inicio de esta conferencia “en torno a los temas en el libro Soñemos Juntos, sobre todo en lo que se refieren a los movimientos populares y las organizaciones que los apoyan”.
Para el Papa, “la pobreza y la exclusión del mercado de trabajo que resultan de esta pandemia han hecho tanto más urgentes y necesarios la obra y el testimonio de ustedes”. Así, destaca cómo uno de los objetivos de esta reunión “es mostrar que la verdadera respuesta al auge del populismo no es precisamente más individualismo sino sino lo contrario: una política de fraternidad, arraigada en la vida del pueblo”. Y se refirió al reciente libro del reverendo Angus Ritchie, que “describe esta política que ustedes hacen como ‘populismo inclusivo’; a mí me gusta usar ‘popularismo” para expresar la misma idea’.
“Pero lo que importa”, continúa, “no es el nombre sino la visión, que es la misma: se trata de encontrar mecanismos para garantizar a todas las personas una vida digna de llamarse humana, una vida que sea capaz de cultivar la virtud y forjar nuevos vínculos”.
Política como servicio
Francisco expone cómo en su libro Soñemos Juntos a esta política la llama “la Política con mayúscula”, referida a dicha actividad “como servicio, que abre nuevos caminos para que el pueblo se organice y se exprese. Es una política no sólo para el pueblo sino con el pueblo, arraigada en sus comunidades, y en sus valores”. En cambio, clarifica, “los populismos más bien siguen como inspiración, consciente o inconsciente, otro lema: ‘Todo para el pueblo, nada con el pueblo’, paternalismo político. De ahí que el pueblo en la visión populista no es protagonista de su destino, sino termina siendo deudor de una ideología”.
El Obispo de Roma explica que “cuando el pueblo está descartado, se le priva no sólo del bienestar material sino de la dignidad del actuar, de ser protagonista de su historia, de su destino, de expresarse con sus valores y su cultura, de su creatividad, de su fecundidad”. Por eso, para la Iglesia “es imposible separar la promoción de la justicia social del reconocimiento de los valores y la cultura del pueblo, incluyendo los valores espirituales que son fuente de su sentido de dignidad” y, en las comunidades cristianas, “estos valores nacen del encuentro con Jesucristo, que busca incansablemente a quien está desanimado o perdido, que se desplaza hasta los mismos límites de la existencia, para ser rostro y presencia de Dios, para ser ‘Dios con nosotros’”.
Por eso, apunta, “en Soñemos Juntos hablo de un deseo: que todas las diócesis del mundo tengan una colaboración sostenida con los movimientos populares”. “Ahora, más que nunca, queridos amigos, debemos construir un futuro desde abajo, desde una política con el pueblo, arraigada en el pueblo. Que su conferencia ayude a iluminar el camino”, concluye.
A continuación, sigue el mensaje completo del Santo Padre.
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Mensaje del Papa
Queridos hermanos e hermanas,
Me alegra dirigirles unas palabras de saludo al inicio de esta conferencia organizada por el Centro de la Teología y la Comunidad en Londres en torno a los temas en el libro Soñemos Juntos, sobre todo en lo que se refieren a los movimientos populares y las organizaciones que los apoyan.
Saludo especialmente a la Campaña Católica para el Desarrollo Humano, que celebra 50 años ayudando a las comunidades más pobres en los Estados Unidos para vivir mas dignamente, promoviendo su participación en las decisiones que los afectan.
En esta dimensión trabajan también otras organizaciones aquí presentes, del Reino Unido, Alemania, y de otros países, cuya misión es acompañar al pueblo en su lucha por la tierra, el techo y el trabajo, las famosas tres “T”, y permanecer a su lado cuando se topan con actitudes de oposición y desprecio. La pobreza y la exclusión del mercado de trabajo que resultan de esta pandemia han hecho tanto más urgentes y necesarios la obra y el testimonio de ustedes.
Uno de los objetivos de vuestra reunión es mostrar que la verdadera respuesta al auge del populismo no es precisamente más individualismo sino sino lo contrario: una política de fraternidad, arraigada en la vida del pueblo. En su libro reciente, el Reverendo Angus Ritchie describe esta política que ustedes hacen como “populismo inclusivo”; a mí me gusta usar “popularismo” para expresar la misma idea.[1] Pero lo que importa no es el nombre sino la visión, que es la misma: se trata de encontrar mecanismos para garantizar a todas las personas una vida digna de llamarse humana, una vida que sea capaz de cultivar la virtud y forjar nuevos vínculos.[2]
En Soñemos Juntos a esta política la llamo “la Política con mayúscula”, la política como servicio, que abre nuevos caminos para que el pueblo se organice y se exprese. Es una política no sólo para el pueblo sino con el pueblo, arraigada en sus comunidades, y en sus valores. En cambio, los populismos más bien siguen como inspiración, consciente o inconsciente, otro lema: «Todo para el pueblo, nada con el pueblo», paternalismo político. De ahí que el pueblo en la visión populista no es protagonista de su destino, sino termina siendo deudor de una ideología.
Cuando el pueblo está descartado, se le priva no sólo del bienestar material sino de la dignidad del actuar, de ser protagonista de su historia, de su destino, de expresarse con sus valores y su cultura, de su creatividad, de su fecundidad. Por eso, para la Iglesia es imposible separar la promoción de la justicia social del reconocimiento de los valores y la cultura del pueblo, incluyendo los valores espirituales que son fuente de su sentido de dignidad. En las comunidades cristianas, estos valores nacen del encuentro con Jesucristo, que busca incansablemente a quien está desanimado o perdido, que se desplaza hasta los mismos límites de la existencia, para ser rostro y presencia de Dios, para ser «Dios con nosotros».
Muchos de ustedes aquí reunidos trabajan desde hace muchos años haciendo esto en las periferias, y acompañando a los movimientos populares. A veces puede ser incómodo. Algunos los acusan a ustedes de ser demasiado políticos, otros de querer imponer la religión. Pero ustedes perciben que respetar al pueblo es respetar sus instituciones, incluso las religiosas; y que el papel de esas instituciones no es imponer nada sino caminar con el pueblo, recordándoles el rostro de Dios que siempre nos adelanta.
Por eso el verdadero pastor de un pueblo, pastor religioso, es aquel que se anima a caminar delante, en medio y detrás del pueblo. Delante para señalar un poco el camino, en medio para sentir con su pueblo y no equivocarse, y detrás para ayudar a los rezagados y para dejar que el pueblo con su olfato también encuentre caminos.
Por eso en Soñemos Juntos hablo de un deseo: que todas las diócesis del mundo tengan una colaboración sostenida con los movimientos populares.[3]
Salir al encuentro de Cristo herido y resucitado en las comunidades más pobres nos permite recobrar nuestro vigor misionario, porque aquí nació la Iglesia, en la periferia de la Cruz. “Si la Iglesia se desentiende de los pobres deja de ser la Iglesia de Jesús y revive las viejas tentaciones de convertirse en una élite intelectual o moral”, una nueva forma de pelagianismo, o de vida esenia.[4]
Del mismo modo, una política que se desentiende de los pobres nunca podrá promover el bien común. Una política que se desentiende de las periferias nunca sabrá entender el centro y confundirá el futuro con un proyectarse a través de un espejo.
Una manera de desentenderse de los pobres es despreciar su cultura, sus valores espirituales, sus valores religiosos, sea descartándolos o explotándolos para fines de poder. El desprecio a la cultura popular es el comienzo del abuso de poder.
Al reconocer la importancia de la espiritualidad en las vidas del pueblo se regenera la política. Por eso es imprescindible que las comunidades de fe se encuentren, fraternicen, para trabajar “para y con el pueblo”. Con mi hermano el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb “asumimos” la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; y el conocimiento recíproco como método y criterio”[5]. Siempre al servicio de los pueblos.
Ahora, más que nunca, queridos amigos, debemos construir un futuro desde abajo, desde una política con el pueblo, arraigada en el pueblo. Que su conferencia ayude a iluminar el camino. Muchas gracias.
[1] Angus Ritchie, Inclusive Populism: Creating Citizens in the Global Age (Univ. Notre Dame Press, 2019)
[2] Papa Francisco, Soñemos Juntos: El camino a un futuro mejor. Conversaciones con Austen Ivereigh (Simon & Schuster, 2020) p. 116
[3] Soñemos Juntos, p. 126
[4] Soñemos Juntos, p. 124
[5] Documento sobre La Fraternidad Humana, citado en Fratelli Tutti, n. 285