La Iglesia, a través del obispo de la diócesis de Magangué, Colombia, Monseñor Ariel Lascarro Tapia, denuncia la “compleja situación” que vive el sur del departamento de Bolívar, afectado por la violencia del enfrentamiento de grupos armados al margen de la ley que buscan el control territorial de la zona.
“El obispo, su presbiterio y los fieles laicos, alzamos nuestra voz ante la compleja situación que se vive hoy en el cono sur de este departamento. Este territorio, azotado por el conflicto armado durante más de 50 años, hoy se siente nuevamente amenazado por los enfrentamientos entre los grupos armados presentes en esta zona, por la búsqueda del poder y el dominio de este territorio”, se lee en el texto.
Miles de desplazados
Este conflicto, “que ha causado muchas muertes en estos últimos días, genera zozobra y angustia en las familias que buscan su sustento en la agricultura, la minería artesanal y en los pobladores que trabajan en esta región con sus pequeñas empresas y cooperativas, y que nada tienen que ver con esta guerra. Esta dura realidad, está obligando a centenares de estas familias, con niños, jóvenes y personas vulnerables a desplazarse hasta la cabecera del municipio de Santa Rosa del sur”, continúa el comunicado.
De acuerdo a datos registrados por la Cruz Roja Internacional y ofrecidos por el Episcopado colombiano, ya son más de 2.600 personas que componen 580 familias, las que han llegado al casco urbano del municipio de Santa Rosa del Sur, huyendo por las amenazas y enfrentamientos que se dan entre los grupos ilegales que se disputan los negocios de minería ilegal y narcotráfico en la serranía de San Lucas, Bolívar.
Atención humanitaria y búsqueda de una solución
Por todo ello, el obispo de Magangué hace un llamado al Gobierno Nacional y a los entes gubernamentales: “Primero a pensar en este territorio, puesto que centenares de familias desplazadas, siguen clamando por una ayuda humanitaria que sea más eficaz y constante”.
Y segundo, “a buscar una solución a este conflicto que permita que las familias desplazadas, puedan volver a su territorio con seguridad y en paz, donde se le respete el derecho a la vida y al trabajo digno, donde puedan continuar con una vida normal y sin miedos”.
Finalmente, el mensaje garantiza que “Iglesia Católica seguirá acompañando a las comunidades afectadas por la violencia, alentándolas a no abandonar sus territorios y a perseverar en la reivindicación de los derechos que les reconoce la Constitución Nacional”.