En la antigua Grecia, un proverbio decía: «Las vasijas de cerámica, cuando se rompen, aunque las arregles, aunque las pegues, se les notan las cicatrices». Este sabio dicho no habla solo de objetos, sino de algo mucho más profundo: el corazón humano.
El autor griego que escribió estas palabras no pretendía enseñarnos cómo reparar una vasija rota. Sabía que muchas de ellas jamás volverían a ser útiles. En cambio, su mensaje era claro: «Cuando le rompes el corazón a un hombre o a una mujer, aunque trates de repararlo, las cicatrices siempre estarán ahí».
El conflicto en las relaciones
En el amor, ya sea en el noviazgo o en el matrimonio, es inevitable que surjan conflictos. Somos diferentes: hombres y mujeres, con formas de pensar, actuar y sentir distintas. Nuestras hormonas, nuestras experiencias y nuestras realidades nos hacen únicos. Por eso, es normal que haya desacuerdos.
Pero aquí está la clave: «Se vale pelear, pero con amor y por amor». La violencia, los insultos y las palabras hirientes dejan heridas que, como en las vasijas de cerámica, no se pueden reparar del todo.
El consejo: pelear con amor
Mi consejo es sencillo: discutan, peleen, busquen lo mejor para su relación, pero nunca se hieran. No se insulten, no se pisoteen. Esto aplica no solo en el matrimonio, sino también con los hijos, los padres y los hermanos.
Si tienes que decirle a alguien que está equivocado, hazlo con las mejores palabras y los mejores gestos. No rompas su corazón, porque no podrás repararlo.
El perdón y las cicatrices
Recuerdo el caso de un hombre que cometió una infidelidad. Para compensar, le regaló a su esposa un anillo de 15,000 dólares y un ramo de 80 rosas rojas. Pero, ¿saben qué? Nada de eso cancela el dolor causado. Ni el anillo más caro ni la cena más lujosa pueden borrar las cicatrices de un corazón roto.
Hagamos el bien
Las vasijas de barro, aunque las pegues, siempre mostrarán sus cicatrices. Lo mismo ocurre con el corazón. Por eso, en cada discusión, en cada conflicto, actuemos con amor. No bajemos a lo más bajo de nosotros mismos. Al contrario, elevémonos y busquemos siempre el bien.
Suscríbete para más contenido y sígueme en todas mis redes sociales. Hagamos todo el bien que podamos, que Dios los bendiga siempre, y que la paz de Cristo inunde sus corazones.