El gobierno de Chipre ha dado dos noticias importantes en vísperas de la visita del Papa a la isla. La primera es que el presidente Nikos Anastasiades anunciará durante su visita la donación del terreno en el que se construirá la nueva Nunciatura Apostólica. La segunda es que cuando regrese a Roma, el Santo Padre llevará consigo a un grupo de refugiados, en su mayoría sirios, a los que el gobierno chipriota ha proporcionado documentos. Todavía no se conocen los detalles logísticos de este viaje.
La noticia fue confirmada durante un encuentro con periodistas, organizado por la asociación ISCOM, por monseñor Georgios Armand Houry, sacerdote chipriota que hasta 2007 fue secretario ecónomo del arzobispado maronita de Chipre. Actualmente ejerce su ministerio en la diócesis de Brescia.
Nueva Nunciatura
La construcción de la nueva sede diplomática “es un reconocimiento muy importante para la comunidad católica. Hasta ahora, sólo había un vicario de la nunciatura en Chipre, que está en Jerusalén. Ahora tendremos una representación estable”. El sacerdote maronita destacó dos problemas a los que se enfrenta la pequeña isla mediterránea. El primero es la división entre el norte y el sur, el segundo es el de los migrantes.
La división de Chipre
Desde la invasión turca de 1974, la parte norte del país, el 37% del territorio, está ocupada. Hay 40.000 soldados turcos en la isla para defender un estado que no es reconocido por la comunidad internacional, aparte de Turquía. En esa zona había cuatro pueblos maronitas que se vieron obligados a abandonar sus hogares y trasladarse a la zona grecochipriota. Ahora su presencia se reduce a unos pocos cientos de personas.
“Se trata de un problema político no resuelto, pero es necesario que los cristianos maronitas vuelvan a sus pueblos del norte lo antes posible”, dijo monseñor Houry. Especialmente después de que las últimas conversaciones, en abril, para encontrar una solución política al problema bajo los auspicios de la ONU terminaran con otro fracaso. Esto es lo que el arzobispo maronita Selim Jean Sfeir, que fue elegido en septiembre, y el diputado maronita Musa le dijeron al Papa en los últimos días durante una reunión en el Vaticano.
La cuestión de los inmigrantes
La división de la isla está indirectamente relacionada con el problema de los inmigrantes, que desembarcan sin controles en la parte turca, para acabar en la parte griega, que es territorio de la Unión Europea (UE). Estas cifras no son muy significativas en términos absolutos, pero sí pesan en términos porcentuales, teniendo en cuenta que la población de la parte griega de Chipre es de unos 800.000 habitantes y que, según los acuerdos, el país puede acoger un máximo de 1.000 refugiados.
Sólo hay un campo de refugiados en la isla. Cáritas y las Hermanas de San José, que tienen un centro en Nicosia, al que llegan principalmente asiáticos, se encargan de la acogida.
Contrastes entre el Norte y el Sur
En el plano diplomático, por el momento no hay reacciones a la visita del Papa. “La parte turca”, explica monseñor Houry, “atraviesa un periodo difícil en el plano económico, ligado a las dificultades de Turquía, de la que depende para el agua, la electricidad y la ayuda. La oposición ha pedido que el norte también adopte el euro en lugar de la lira turca. Pero desde 2017 la situación lamentablemente ha empeorado, principalmente por dos razones”.
La primera es el descubrimiento en 2010 de un enorme yacimiento marino de gas y petróleo en el sur de Chipre. El gobierno ha llegado a acuerdos con Israel y Egipto, pero es evidente que Turquía está muy interesada en estos recursos, lo que ha provocado grandes tensiones también con Grecia. La segunda es el creciente nacionalismo de Erdogan, que influye mucho en la parte turcochipriota. Tras el fracaso de las conversaciones en abril, por ejemplo, Turquía comenzó a instalar una base militar de drones en la ciudad fantasma de Famagusta (sus habitantes han sido prácticamente expulsados), desde la que pretende controlar todo Oriente Próximo”.
Relaciones religiosas
En el plano religioso, sin embargo, la convivencia es excelente no solo con los ortodoxos, que son mayoría, sino también con los musulmanes. “Existe una comisión mixta”, explica Mons. Houry, “en la que participan los ortodoxos, los católicos latinos y los maronitas, los armenios y el imán de Chipre, que ha funcionado muy bien tanto con ocasión de la visita de Benedicto XVI hace diez años como en ocasiones posteriores”.
Mensajero de la paz
En este panorama general, “la visita del Papa es un mensaje de esperanza”. El Santo Padre siempre habla de paz, y la paz no necesita mucha explicación, es la paz para los católicos, los ortodoxos y los musulmanes. La paz significa la esperanza de poder unificar la isla y vivir en un lugar donde las dos comunidades, griega y turca, puedan estar representadas bajo un mismo gobierno central. “Creo,concluye el sacerdote maronita, que el Papa, con su mensaje y su presencia, podrá aportar una gran contribución a este camino”.