Tras el almuerzo en la Nunciatura Apostólica, en torno a las 15:45 de este 13 de septiembre de 2021, el Papa Francisco se ha dirigido al Centro de Belén de las Misioneras de la Caridad de Bratislava para una visita privada, allí ha subrayado: “El Señor nunca nos abandona, siempre está cerca de nosotros”, sobre todo, “en los momentos feos”.
El Santo Padre improvisó unas palabras y dijo: “Estoy contento de visitarlos, de estar entre ustedes, estoy muy contento. Gracias por recibirme. Y agradezco mucho a las Hermanas por el trabajo que hacen, trabajo de acogida, de ayuda, de acompañamiento. Muchas gracias. Agradezco a las mamás, a los papás que están aquí con los jóvenes; y agradezco a todos los jóvenes por estar aquí en este momento”.
“El Señor nunca nos abandona”
“Y también el Señor está con nosotros. Cuando estamos juntos, tan felices, el Señor está con nosotros. Está con nosotros incluso cuando afrontamos momentos de prueba. El Señor nunca nos abandona, siempre está cerca de nosotros. Podemos verlo o no verlo, pero siempre nos acompaña en el camino de la vida. No se olviden de esto, sobre todo en los momentos feos. Y muchas gracias, muchas gracias”, destacó Francisco.
Según informó la Santa Sede, el Papa fue recibido por la superiora del Centro de Belén, que le mostró algunas de las habitaciones del establecimiento. El centro acoge a personas sin hogar asistidas por las Hermanas de la Congregación de la Madre Teresa.
Durante su visita, el Pontífice habló con 30 personas que habían vivido en la calle, algunas de ellas enfermas o discapacitadas y ahora acogidas por las hermanas, y con otros huéspedes de la Casa. En el patio había un coro de niños que interpretó canciones alegres. Antes de despedirse, Su Santidad rezó el Ave María junto a los presentes, impartió su bendición y entregó un regalo a la comunidad.
“Agradezco a las Hermanas de la Caridad su testimonio. Agradezco a las personas que colaboran. Rezo por ustedes; por favor, háganlo por mí. Que el Señor os bendiga y que la Virgen os proteja”, son las palabras que Francisco ha escrito en el Libro de Honor.
Virgen con el Niño: Regalo del Papa
Realizada en porcelana, de moderna producción italiana, la insólita iconografía de esta delicadísima Virgen con el Niño sosteniendo un racimo de uvas deriva de un conocido cuadro del célebre Pierre Mignard, conservado actualmente en el Louvre de París, aunque una versión más antigua se encuentra en el panel central del célebre Políptico de Pisa, pintado por Masaccio en 1426 para la Iglesia del Carmine de esa ciudad, actualmente en la National Gallery de Londres.
En ambos cuadros se subraya el simbolismo de la uva como sangre eucarística de la pasión de Cristo, aunque en el Antiguo Testamento los racimos de uva ya simbolizaban no sólo la alegría y la amistad, sino también a Israel, el pueblo de Dios.
De la misma manera, por tanto, si en el Nuevo Testamento la viña es el Reino de los Cielos y su fruto es la Eucaristía, el verdadero tronco de la vid de Dios es su hijo Jesús, que de hecho en el Evangelio de Juan (15,1-8) proclama: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Los que permanecen en mí y yo en ellos dan mucho fruto”.
Si la uva en la Biblia (y por tanto también en el arte) se ha convertido poco a poco en el signo distintivo del Mesías y de todos los que lo reconocen y siguen, la Virgen María es la “vid” fecunda por excelencia, ya que es la Esposa que introdujo al Rey de Reyes en las estancias del mundo.
Este es, pues, el tema que desarrolla el raro tema iconográfico de la “Virgen de las Uvas”. Un tema que toca a todos, pues a través de esas uvas estamos indisolublemente unidos a la “vid” que es Cristo, ya que es precisamente a través de la fidelidad de los “sarmientos” que su sangre vital llega hasta la última uva.
El vino que en la Eucaristía se convierte en la sangre del Redentor es, además, el fruto de muchas uvas recogidas de todas partes y prensadas en el “lagar de la adversidad”. Un “vino”, o “sangre de la uva” -como se llama en hebreo- que habla de la unidad de la Iglesia, sellada en una alianza basada en el amor de Cristo.
Centro Belén
Desde hace más de 20 años, la comunidad internacional de religiosas de la Madre Teresa de Calcuta se ocupa de los sin techo, los indigentes, las personas que necesitan ayuda y, sobre todo, los enfermos en este centro situado en el barrio de Petržalka de Bratislava.
La estructura, un pequeño edificio de dos plantas, antigua guardería, ofrece camas, comidas calientes y aseos. En la planta baja se atienden las necesidades básicas y hay espacio para estancias cortas; en la planta superior se reserva una habitación para cuidados de larga duración o para enfermos graves, y al lado hay una capilla dedicada al Inmaculado Corazón de María.
Gracias a la generosidad de la gente, las hermanas pueden proporcionar asistencia, ropa y artículos de primera necesidad a quienes viven en la calle y llaman a su puerta. Cerca del Centro se encuentra la iglesia parroquial de la Sagrada Familia, consagrada en 2005 tras la visita de san Juan Pablo II, que beatificó allí a dos mártires del comunismo en 2003: la hermana Zdenka Schelingova y el obispo greco-católico Vasil Hopko.