Catequesis del Papa: tres características del Señor: cercanía, misericordia y compasión

Audiencia general

Audiencia General- Vatican Media

La Audiencia General de este miércoles, 18 de septiembre de 2024, se celebró a las 9.00 horas en la Plaza de San Pedro, donde el Santo Padre Francisco se reunió con grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

En su discurso en italiano, el Papa centró su meditación en su reciente Viaje Apostólico a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.

Tras resumir su catequesis en las distintas lenguas, el Santo Padre dirigió expresiones especiales de saludo a los fieles presentes. A continuación, hizo un llamamiento por las poblaciones de Europa Central y Oriental afectadas por las fuertes lluvias torrenciales y recordó que el próximo sábado, 21 de septiembre, se celebrará la Jornada Mundial del Alzheimer.

La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.

A continuación, sigue la catequesis completa del Papa.

***

[El siguiente texto también incorpora partes no leídas que se consideran pronunciadas]

Catequesis. El viaje apostólico a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hablaré del viaje apostólico que hice a Asia y Oceanía. Se llama viaje apostólico porque no es un viaje de turismo, es un viaje para llevar la Palabra del Señor, para dar a conocer al Señor, también para conocer las almas de los pueblos. Y esto es muy hermoso.

Audiencia General- Vatican Media

Fue Pablo VI, en 1970, el primer Papa que voló al encuentro del sol naciente, visitando largamente Filipinas y Australia, pero también haciendo escala en varios países asiáticos y en Samoa. Fue un viaje memorable. Porque el primero en salir del Vaticano fue san Juan XXIII, que fue en tren a Asís; después hizo lo mismo san Pablo VI: ¡un viaje memorable! También en esto intenté seguir su ejemplo, pero, con algunos años más que él, me limité a cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Doy gracias al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que yo quería hacer como joven jesuita, ¡porque quería ir a misionar allí!

Una primera reflexión que surge naturalmente después de este viaje es que, al pensar en la Iglesia, seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se dice, «occidentales». Pero en realidad, la Iglesia es mucho más grande, mucho más grande que Roma y Europa, mucho más grande, y -permítanme decir- mucho más viva, en esos países. Lo he experimentado de manera emocionante encontrándome con esas Comunidades, escuchando los testimonios de sacerdotes, monjas, laicos, especialmente catequistas -los catequistas son los que llevan a cabo la evangelización-. Iglesias que no hacen proselitismo, sino que crecen por «atracción», como dijo sabiamente Benedicto XVI.

En Indonesia, los cristianos son alrededor del 10%, y los católicos el 3%, una minoría. Pero lo que encontré fue una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio en un país que tiene una cultura muy noble, proclive a armonizar la diversidad, y que al mismo tiempo cuenta con la mayor presencia de musulmanes del mundo. En ese contexto, tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y, al mismo tiempo, encontrarse con las grandes tradiciones religiosas y culturales. En cuanto a la compasión, no olvidemos las tres características del Señor: cercanía, misericordia y compasión. Dios está cerca, Dios es misericordioso y Dios es compasivo. Si un cristiano no tiene compasión, no sirve para nada. «Fe, fraternidad, compasión» fue el lema de la visita a Indonesia: con estas palabras, el Evangelio entra cada día, concretamente, en la vida de ese pueblo, acogiéndolo y dándole la gracia de Jesús muerto y resucitado. Estas palabras son como un puente, como el metro que une la catedral de Yakarta con la mezquita más grande de Asia. Allí vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anticivilización, a las tramas diabólicas del odio y de la guerra, incluso del sectarismo. Hay hermandad, fraternidad.


Encontré la belleza de una Iglesia misionera y saliente en Papúa Nueva Guinea, un archipiélago que se extiende en la inmensidad del océano Pacífico. Allí, las diferentes etnias hablan más de ochocientas lenguas: un entorno ideal para el Espíritu Santo, que ama hacer resonar el mensaje de Amor en la sinfonía de las lenguas. No es uniformidad lo que hace el Espíritu Santo, es sinfonía, es armonía, Él es el «patrón», Él es el líder de la armonía. Allí, de manera especial, los protagonistas fueron y siguen siendo los misioneros y los catequistas. Me alegró el corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me emocionó escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencias, sin colonialismo ideológico y económico; un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso entorno natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un «laboratorio» de este modelo de desarrollo integral, animado por la «levadura» del Evangelio. Porque no hay humanidad nueva sin hombres nuevos y mujeres nuevas, y éstos sólo los hace el Señor. Y quiero mencionar también mi visita a Vanimo, donde los misioneros están entre la selva y el mar. Se adentran en la selva para buscar a las tribus más escondidas… Un hermoso recuerdo, éste.

Audiencia General- Vatican Media

La fuerza de promoción humana y social del mensaje cristiano destaca de forma especial en la historia de Timor Oriental. Allí, la Iglesia ha compartido el proceso de independencia con todo el pueblo, orientándolo siempre hacia la paz y la reconciliación. No se trata de una ideologización de la fe, no, es la fe la que se hace cultura y al mismo tiempo la ilumina, purifica y eleva. Por eso relancé la fecunda relación entre fe y cultura, en la que ya se había centrado San Juan Pablo II en su visita. Hay que inculturar la fe y evangelizar las culturas. Fe y cultura. Pero, sobre todo, me impresionó la belleza de aquel pueblo: un pueblo probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento. Un pueblo que no sólo genera tantos niños -¡había un mar de niños, tantos! -, sino que les enseña a sonreír. Nunca olvidaré la sonrisa de los niños de aquella patria, de aquella región. Siempre sonríen a los niños de allí, y son muchos. Les enseña a sonreír, ese pueblo, y eso es una garantía para el futuro. En resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. Me gustaría decir, sin exagerar, ¡que respiré «aire de primavera»!

La última etapa de este viaje fue Singapur. Un país muy diferente de los otros tres: una ciudad-estado, muy moderna, polo económico y financiero de Asia y más allá. Allí, los cristianos son minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida en generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones. Incluso en la rica Singapur están los «pequeños», que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, testigos de una esperanza mayor que la que pueden garantizar las ganancias económicas.

Quisiera dar las gracias a estos pueblos que me han acogido con tanto calor, con tanto amor. Quiero dar las gracias a sus Gobiernos, que tanto han ayudado a que esta visita pudiera realizarse de manera ordenada, sin problemas. Doy las gracias a todos los que han colaborado en ello. Doy gracias a Dios por el regalo de este viaje. Y renuevo mi gratitud a todos, a todas. ¡Que Dios bendiga a los pueblos que he conocido y los guíe por el camino de la paz y la fraternidad! ¡Saludos a todos!

___________________________________________

Resumen

Catequesis. El viaje apostólico a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero compartir con ustedes algunas vivencias del viaje apostólico que realicé en Asia y Oceanía. Allí me encontré con comunidades que dan testimonio de una Iglesia en salida, una Iglesia viva y alegre. En Indonesia pude ver cómo la fe, la fraternidad y la compasión son el camino para anunciar a Cristo y establecer puentes con las grandes tradiciones religiosas y culturales. En Papúa Nueva Guinea fui testigo de la gran labor de los misioneros y catequistas que, con la fuerza del Espíritu Santo, transmiten la alegría del Evangelio a grupos étnicos que hablan más de ochocientas lenguas.

Quiero recordar de alguna manera a los misioneros de Vanimo, que están entre el mar y la selva, y que continuamente entran en la selva para llegar a las tribus mas lejanas.

En Timor Oriental la Iglesia es un instrumento de paz y reconciliación, llamada a promover la relación entre fe y cultura. Es un pueblo joven que, aun probado por el sufrimiento, no deja de sonreír. Fue muy hermoso ver la sonrisa de los niños. La última etapa del viaje fue Singapur, un país moderno y próspero, donde los cristianos constituyen una minoría, pero que son sal y luz, testimoniando que hay una esperanza mucho más grande de aquella que los beneficios económicos pueden ofrecer.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Agradezco al Señor por el don de la visita a Asia y Oceanía, así como a todas las personas que me han acompañado con sus oraciones. También renuevo mi gratitud a las autoridades y a las Iglesias locales que me han acogido con tanto entusiasmo. Que Jesús los bendiga, los guíe por caminos de paz y fraternidad, y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.