Catequesis para la vida matrimonial: El reto que reclama una hazaña

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Matrimonio © Pexels. Melike Benil

Fernando Moreno, doctor en Educación, ofrece este artículo titulado “Catequesis para la vida matrimonial: El reto que reclama una hazaña”.

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El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida acaba de publicar, el pasado 15 de junio, el “Itinerario catecumenal para la vida matrimonial” en el que ofrece orientaciones para mejorar la preparación de los novios antes del matrimonio y apoyar a los esposos en sus primeros años de vida conyugal.

El documento, de unas 40 páginas, no tiene desperdicio. La impresión que se lleva el lector es que da un giro de 180 grados a las prácticas comunes en la mayoría de las diócesis y parroquias del mundo católico. Y lo hace después de reconocer, con palabras del papa Francisco, “el número cada vez menor de personas que se casan en general, pero también y sobre todo la corta duración de los matrimonios, incluso sacramentales, así como el problema de la validez de los matrimonios celebrados”. Es decir, hace una propuesta ambiciosa a partir de la dura realidad; mira de frente al extendido fenómeno de convivencia premarital y a la profunda ignorancia de la fe que manifiestan muchos de los que manifiestan su deseo de casarse por la Iglesia.

En lugar de ceder a la presión cultural reinante, el Dicasterio hace suyas las enseñanzas de Juan Pablo II y Francisco y se posiciona a favor de medidas que, a primera vista, parecen muy exigentes. Por ejemplo, propone nada más y nada menos que aplicar una perspectiva catequética catecumenal de largo recorrido:

  • FASE PRE-CATECUMENAL. La preparación remota al matrimonio comienza en la infancia y en la juventud.
  • FASE INTERMEDIA. La “acogida de los candidatos” dura unas semanas.
  • FASE CATECUMENAL. Primera etapa: preparación próxima al matrimonio, de aproximadamente un año de duración. No se queda solo en transmisión de contenidos teóricos, sino que esta preparación debe incluir “experiencias de oración (personal, comunitaria y de pareja), celebración de los sacramentos, retiros espirituales, momentos de adoración eucarística, experiencias misioneras, actividades caritativas (según los contextos pastorales)” (n. 58).
  • Segunda etapa: la etapa anterior finaliza con un rito de compromiso y un retiro, que abren la puerta a la preparación inmediata (varios meses), y que acaba a su vez con otro retiro antes de la boda.
  • Tercera etapa: acompañamiento en los 2-3 primeros años de vida matrimonial. Es tiempo de atención constante a través de diversos medios: lectio divina, encuentros de reflexión, celebraciones litúrgicas, retiros espirituales, conversación espiritual, grupos familiares, actividades caritativas, …

Ahora disponemos de una guía que sirve de clara orientación para hacer frente a la ignorancia religiosa (intelectual y vital) que afecta a amplios estratos católicos.


El texto insiste en que estas sugerencias deben ser adoptadas con prudencia y sentido común, y adaptadas a la situación de cada diócesis y a las situaciones particulares de las parejas. ¿Se necesita algo más que “ponerse en marcha”? Sí: el documento habla de la “urgencia de una formación más adecuada de los sacerdotes, seminaristas y laicos (incluidos los matrimonios) en el ministerio de acompañamiento de los jóvenes al matrimonio” (n. 86). Hay mucho que aprender, porque el itinerario no se limita a la comunicación de contenidos doctrinales y pretende ir más allá de la tipología clásica de los cursos matrimoniales. El reto de la catequesis es, en primer lugar, un reto catequético para los responsables de ella. El primer esfuerzo corresponde a catequistas y sacerdotes. Un esfuerzo grande, porque los objetivos que se proponen son muy ambiciosos, y los medios para alcanzarlos, arduos. La empresa es calificada en sí misma como una “hazaña”:

“Aunque la hazaña de poner en marcha un camino de formación tan duradero pueda parecer inviable, exhortamos a las Iglesias particulares a tener valor y a entrar en una correcta actitud de fe, sabiendo que, como nos enseñó Jesús, las obras del Reino siempre empiezan como un pequeño grano de mostaza, pero con el tiempo pueden convertirse en un gran árbol que ofrece cobijo y protección a quienes lo buscan y necesitan.” (Conclusión)

Costará y habrá quienes no respondan a la ayuda que se les brinda o que no entiendan que el matrimonio católico (también el no católico) es la empresa más importante de su vida; pero lo que realmente atrae es lo que compromete. No caben posturas derrotistas. Desde iniciativas como #BeCaT, apoyamos con recursos formativos a los sacerdotes y laicos que se encargan de esta tarea.