Catequesis del Papa: La visita de los Magos al Rey recién nacido

Ciclo de catequesis – Jubileo 2025.

El Mundo

El texto de la catequesis, que estaba prevista para este 19 de febrero en la audiencia general, fue publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede: “la visita de los Magos al Rey recién nacido”. El Santo Padre continúa hospitalizado en el Hospital Agostino Gemelli siguiendo un tratamiento médico para superar la neumonía bilateral que padece.

A continuación publicamos el texto de la catequesis del Santo Padre Francisco preparada para la Audiencia general de hoy, miércoles 19 de febrero:

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Ciclo de catequesis – Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. I. La infancia de Jesús. 6. «…vieron al niño …, postrándose, le adoraron » (Mt 2,11). La visita de los Magos al Rey recién nacido

Queridos hermanos y hermanas:

En los Evangelios de la infancia de Jesús hay un episodio que es propio de la narración de Mateo: la visita de los Magos. Atraídos por la aparición de una estrella, que en muchas culturas es presagio del nacimiento de personas excepcionales, algunos sabios se ponen en camino desde Oriente, sin saber exactamente la meta de su viaje. Se trata de los Magos, personas que no pertenecen al pueblo de la alianza. La última vez hablamos de los pastores de Belén, marginados en la sociedad judía porque se les consideraba «impuros»; hoy nos encontramos con otra categoría, los extranjeros, que llegan inmediatamente para rendir homenaje al Hijo de Dios que ha entrado en la historia con una realeza completamente nueva. Los Evangelios nos dicen claramente que los pobres y los extranjeros son invitados a encontrarse con el Dios hecho niño, el Salvador del mundo.

Los Reyes Magos fueron considerados como representantes tanto de las razas primigenias, engendradas por los tres hijos de Noé, como de los tres continentes conocidos en la antigüedad: Asia, África y Europa, y de las tres etapas de la vida humana: juventud, madurez y vejez. Más allá de cualquier interpretación posible, son hombres que no se quedan quietos, sino que, como los grandes llamados de la historia bíblica, sienten la invitación a moverse, a ponerse en camino. Son hombres que saben mirar más allá de sí mismos, saben mirar hacia arriba.


La atracción por la estrella que apareció en el cielo los pone en marcha hacia la tierra de Judá, hasta Jerusalén, donde se encuentran con el rey Herodes. Su ingenuidad y su confianza al pedir información sobre el recién nacido rey de los judíos chocan con la astucia de Herodes, quien, agitado por el miedo de perder el trono, inmediatamente trata de ver claro, contactando a los escribas y pidiéndoles que investiguen.

De este modo, el poder del gobernante terreno muestra toda su debilidad. Los expertos conocen las Escrituras y le informan al rey del lugar donde, según la profecía de Miqueas, nacería el jefe y pastor del pueblo de Israel (Mi 5,1): ¡la pequeña Belén y no la gran Jerusalén! De hecho, como recuerda Pablo a los corintios, «lo que para el mundo es débil, Dios lo ha escogido para confundir a los fuertes» (1 Cor 1,27).

Sin embargo, los escribas, que saben exactamente dónde nació el Mesías, indican el camino a los demás, ¡pero ellos mismos no se mueven! De hecho, no basta con conocer los textos proféticos para sintonizar con las frecuencias divinas, hay que dejarse «excavar por dentro» y permitir que la Palabra de Dios reavive el anhelo de búsqueda, encienda el deseo de ver a Dios.

En este punto, Herodes, a escondidas, como actúan los engañadores y los violentos, pregunta a los Magos la hora exacta de la aparición de la estrella y los incita a continuar el viaje y luego regresar para darle noticias, para que él también pueda ir a adorar al recién nacido. ¡Para aquellos apegados al poder, Jesús no es la esperanza que hay que acoger, sino una amenaza que hay que eliminar!

Cuando los Magos parten, la estrella reaparece y los guía hasta Jesús, señal de que la creación y la palabra profética representan el alfabeto con el que Dios habla y se deja encontrar. La visión de la estrella suscita en aquellos hombres una alegría incontenible, porque el Espíritu Santo, que mueve el corazón de quien busca a Dios con sinceridad, también lo llena de alegría. Al entrar en la casa, los Magos se postran, adoran a Jesús y le ofrecen regalos preciosos, dignos de un rey, dignos de Dios. ¿Por qué? ¿Qué ven? Un antiguo autor escribe: ven «un pequeño cuerpo humilde que el Verbo ha asumido; pero no se les esconde la gloria de la divinidad. Se ve a un niño pequeño; pero ellos adoran a Dios» (Cromacio de Aquileya, Comentario al Evangelio de Mateo 5,1). Los Magos se convierten así en los primeros creyentes entre todos los paganos, imagen de la Iglesia reunida de todas las lenguas y naciones.

Queridos hermanos y hermanas, pongámonos también nosotros en la escuela de los Magos, de estos «peregrinos de la esperanza» que, con gran valentía, dirigieron sus pasos, sus corazones y sus bienes hacia Aquel que es la esperanza no solo de Israel, sino de todos los pueblos. Aprendamos a adorar a Dios en su pequeñez, en su realeza que no oprime, sino que libera y hace capaces de servir con dignidad. Y ofrezcámosle los dones más hermosos, para expresarle nuestra fe y nuestro amor.