Ubi Petrus, ibi Ecclesia, donde está Pedro, ahí está la Iglesia: En la fiesta litúrgica de la Cátedra de San Pedro compartimos esta interesante reflexión de Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, sobre la fidelidad al Papa.
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Hoy es la fiesta litúrgica de la “Cátedra de San Pedro”. Fiesta incómoda para quienes difunden suspicacias contra el Papa Francisco. En efecto, desde los orígenes de la Iglesia católica han existido personas y grupos que han cuestionado la autoridad del Sucesor de Pedro.
Muy frecuentemente las objeciones que se presentan son del tipo: “¿Cómo es posible que ‘este’ sea Vicario de Cristo?”. “¿Cómo es posible que enseñe esto si su antecesor decía aquello?” Aparentemente inocuas, estas preguntas ponen en entredicho no sólo al Papa sino a Jesús mismo quien afirma: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y los poderes del abismo no la vencerán” (Mt 15,18). Ubi Petrus, ibi Ecclesia, donde está Pedro, ahí está la Iglesia.
En la actualidad, un falso afecto por la Tradición se suele invocar para criticar al Papa Francisco en todo tipo de temas. Este afecto es precisamente falso, es “pseudo-tradicionalismo”, ya que olvida que una dimensión constitutiva de la fe católica es la fidelidad profunda al Papa – sea quien sea -. Una manera rápida de deconstruir la pseudo-ortodoxia y la pseudo-tradición de los detractores de ayer, de hoy y de mañana es recordarles un pequeño texto escrito por alguien poco sospechoso de ser “progresista” o “liberal”:
“Cuando se ama al Papa, no se detiene uno a discutir sobre lo que aconseja o exige, a buscar hasta dónde va el deber riguroso de la obediencia y marcar el límite de esta obligación. Cuando se ama al Papa no se objeta que no ha hablado bastante claramente, como si estuviera obligado a repetir directamente, en el oído de cada uno, su voluntad claramente explicada tantas veces, no sólo de viva voz, sino por cartas y otros documentos públicos; no se ponen en duda sus órdenes, bajo el fácil pretexto del que no quiere obedecer, de que no emanan directamente de él, sino de su alrededor; no se limita el campo donde puede y debe ejercer su voluntad, no se opone a la autoridad del Papa la de otras personas, por doctas que sean, que difieren de opinión con el Papa”. (San Pío X, Discurso a los sacerdotes de la Unión Apostólica, citado en J. Maritain, Primacía de lo espiritual, Club de Lectores, Bs As 1982, p.p. 70-71.).
En esta breve cita no está toda la Teología sobre el ministerio de Pedro. Sin embargo, sí están de manera autorizada algunas afirmaciones que le pueden hacer bien a mi corazón y a mi cabeza cuando la tentación de la auto-referencialidad me sorprende y me hace pensar que soy más listo que el propio Espíritu Santo. Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam! (Todos con Pedro a Jesús por María). Amén.