“Myanmar sólo puede renacer mediante la reconciliación”, son palabras del cardenal Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, en un mensaje enviado a la Agencia Fides, al cumplirse un año del golpe de Estado del 1 de febrero de 2021, cuando el ejército de Myanmar tomó el poder deponiendo el gobierno de la Liga Nacional para la Democracia de la líder Aung San Suu Kyi.
“Estamos viviendo una situación de estancamiento. Nuestra comunidad nacional está desintegrada. Recuperar la confianza y reconstruir nuestras instituciones será una tarea larga y ardua. El conflicto es cada vez más brutal, las atrocidades son cada día más impactantes. Nuestro pueblo no se resigna, sino que busca la paz con dignidad. El país sólo puede renacer a través de la reconciliación. La violencia no es la única forma de hacer frente al mal, ni es una forma eficaz, porque genera más violencia. Siempre está la vía del diálogo, la vía de la paz y la reconciliación”, señala el cardenal Charles Maung Bo.
En el mensaje, el arzobispo explica “que el golpe generó una gran oleada de protestas y huelgas que fueron reprimidas por los militares y que en los meses siguientes se convirtieron en un conflicto civil, con la aparición de las “Fuerzas de Defensa del Pueblo”, de ámbito nacional, opuestas a la junta militar. El cardenal recuerda que, ya hace un año, “imploró al ejército que no hiciera daño a los hijos e hijas de esta nación”. Y afirma: “Pedí la liberación de todos los presos políticos. Temía por la juventud”.
“Esos mensajes siguen siendo válidos hoy en día. Como salesiano tengo una especial preocupación por los jóvenes. He apelado directamente a los jóvenes muchas veces, diciéndoles que entiendo su dolor, aunque no esté de acuerdo con sus soluciones. Me preocupa profundamente que esta nación pueda perder a su juventud a causa de la frustración total o el odio o el deseo de venganza”, añade.
Además, el purpurado afirma con vehemencia que “es urgente detener los combates, poner fin a la violencia y permitir la asistencia humanitaria a los desplazados” y señala que “las Iglesias han sufrido mucho porque muchas de las zonas donde hay muchos combates son zonas de minorías étnicas y tienen un gran número de cristianos. Las iglesias han sido alcanzadas por la artillería y los ataques aéreos. Pero todo el mundo está sufriendo en este desafortunado valle de lágrimas, todo el mundo está afectado, no sólo los cristianos”.
Millones de personas pasan hambre
El prelado indica también que “hay miles de personas encarceladas injustamente, víctimas de la violencia: Deben ser liberadas inmediatamente. Muchas de estas personas estaban al frente del gobierno hace un año. Son nuestra gente y deben ser liberados y participar en el proceso de reconciliación”.
En una situación tan problemática, expone que “el mundo debería prestar más atención a la solución de los problemas de Myanmar”. “Por supuesto, el mundo está distraído por los terribles acontecimientos de Afganistán, Ucrania y Etiopía, pero Myanmar también está desgarrado y su economía se está hundiendo”, agrega.
“Apreciamos que la comunidad internacional, incluidas China y Japón, así como la ASEAN, puedan ayudarnos”. La ASEAN, continúa, “ha establecido unas condiciones mínimas para la participación de Myanmar como miembro: detener los ataques armados, liberar a los presos políticos, permitir el diálogo entre las partes interesadas y facilitar el acceso a la ayuda humanitaria”.
La ayuda humanitaria, asegura el presidente del Episcopado birmano “debe llegar a las personas necesitadas, tanto dentro del país como en nuestras fronteras”. “El Papa Francisco ha encomendado a la Iglesia la gran misión de ser artífice de la paz en este país. Todos tenemos un papel que desempeñar en la búsqueda de la paz, en la oración por la paz. La paz es el único camino y la Iglesia de Myanmar debe trabajar junto con todos los demás hermanos y hermanas religiosos para lograr la paz”, concluye el cardenal.