El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado “Verdades Y Medias Verdades”.
***
MIRAR
En los debates previos a las elecciones del próximo 2 de junio, escuchamos verdades y medias verdades. Por ejemplo, se dice que hemos mejorado en el país. Eso es verdad en algunos aspectos, pero en otros estamos muy mal. Esto no lo quieren reconocer quienes sólo resaltan los logros actuales. Cierto que no se pueden negar los avances alcanzados en algunos rubros, pero éstos no son conquista de un solo sexenio o de un partido, sino de muchos factores que se han conjugado, sobre todo del trabajo de los mismos mexicanos, además de los esfuerzos del gobierno en turno.
Estuve en Chiapas de 1991 a 2018, un Estado con altos índices de marginación y pobreza, incluso extrema, particularmente en zonas indígenas. Pero desde aquellos años, sobre todo a raíz del alzamiento zapatista y con diferentes partidos en el poder federal y estatal, fui testigo de que mejoraron carreteras y se hicieron nuevas, llegó la luz eléctrica a casi todas las comunidades, incluso de la selva; se proveyó a más poblaciones de clínicas de salud y de escuelas, también con universidades para indígenas. Muchísimas casas, que antes eran de bajereque o de madera, se transformaron con otros materiales más sólidos, también con agua al menos entubada. Muchas mujeres indígenas han asistido cada vez más a universidades, algunas con doctorados y otras especialidades, pues son muy capaces e inteligentes. Todo esto, ciertamente, se ha logrado con diversos apoyos gubernamentales en los diferentes sexenios, y no se los puede adjudicar un solo partido. Los programas sociales del gobierno han existido desde hace años, aunque con diferentes nombres y matices, y van a continuar, gane quien gane. Este progreso, sin embargo, se debe ante todo a tanta gente tan trabajadora que hay; muchos han emigrado al interior del país o al extranjero, y sus remesas hay ayudado mucho al progreso social. Estos datos, como muchos otros, pueden ayudar a discernir la verdad y las medias verdades en las contiendas políticas.
En mi región, donde cada fin de semana comparto alegrías y tristezas de nuestro pueblo, parece que todo está en paz y que las elecciones pueden realizarse sin temor; los candidatos a las presidencias municipales y a las diputaciones han empezado a hacer sus campañas sin novedad. Esto es sólo media verdad, porque la verdad completa es que la delincuencia organizada es la que decide quién compite, por ejemplo, para presidente municipal. La designación de candidatos no depende de la aceptación que goza una persona, ni de las influencias en su partido, sino del grupo armado que domina la región. Si gana, su victoria se la debe a ellos. Si pierde, el ganador debe negociar con ellos; de lo contrario, no lo dejan gobernar o lo amenazan si no accede a sus exigencias. Los criminales han ordenado quitar todas las cámaras de vigilancia que los vecinos tenían en sus casas, para que no haya constancia. Esto no son inventos, sino verdades que estamos viviendo en muchos lugares del país. Cuando pasan por allí la Guardia Nacional o el Ejército, el reporte que dan a sus jefes es que todo está tranquilo, sin novedad; y esos son los datos amañados que le llegan al Presidente; por ello, éste afirma que vamos muy bien y que el país está tranquilo. No es verdad.
DISCERNIR
Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, al analizar la realidad nacional, resaltamos avances, pero también deficiencias, y no los adjudicamos sólo a un gobierno o a un partido, sino que todos somos responsables:
“Reconocemos y damos gracias a Dios porque nuestra patria ha ido caminando poco a poco, con avances importantes y grandes esfuerzos, hacia una patria más floreciente y generosa para sus hijos. Se advierten avances muy significativos que dan cuenta del trabajo que muchos sectores están realizando por poner al día los vacíos humanos que existen y ofrecer a las próximas generaciones una patria más próspera y justa. Por supuesto, no podemos estar satisfechos con los avances que se han realizado hasta el momento, porque estamos muy lejos de que esta nueva etapa haya traído bienestar, seguridad, paz, justicia y equidad a la mayoría de nuestro pueblo. Hay millones de pobres que siguen clamando por lo necesario para comer dignamente, para tener una educación de calidad, una vivienda digna, un trabajo estable con salario suficiente y una seguridad social que les haga vivir sin angustias su vida de cada día.
Es necesario reconocer que, en diferente medida, todos los ciudadanos somos responsables de esta situación que vivimos. Es innegable que hay personas que tienen una responsabilidad más grande sobre esto, porque se han aprovechado de cargos públicos, políticos o influencias inmorales para enriquecerse escandalosamente, dejando en la pobreza y bajo condiciones inhumanas a un gran número de ciudadanos. Los mexicanos como sociedad en su conjunto, no hemos sabido involucrarnos responsablemente en el destino de nuestro país y hemos dejado muchas veces en manos deshonestas y gente sin escrúpulos, el desarrollo de nuestra patria” (43-44).
ACTUAR
Sepamos analizar lo positivo y lo negativo de la realidad y de los sucesivos gobiernos, para no emitir nuestro voto ciegamente por quien actualmente nos da más dinero, sino por quienes tienen la capacidad y la experiencia de seguir mejorando nuestra patria en todos los sentidos. De nuestro voto, libre y razonado, depende en gran parte el presente y el futuro. Animémonos, apoyados en la oración y en la responsabilidad personal y familiar.