El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado “¿Quién manda aquí?”.
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MIRAR
La diócesis de Tapachula, en Chiapas, con su obispo Jaime Calderón, nos ha descrito lo que sus comunidades están sufriendo, al tener que huir a poblaciones fronterizas de Guatemala para escapar de cárteles mexicanos que pelean por dominar esos territorios para el trasiego de drogas y para extorsionar a la población y a los migrantes que pasan por allí. Las personas se sienten desprotegidas por nuestras autoridades. Aunque en sus mañaneras ruedas de prensa nuestro Presidente afirme que es un caso aislado, lo cierto es que eso que está pasando en Chiapas refleja lo que se está viviendo en tantas partes del país. Muchos han tenido que huir a las ciudades o al extranjero, porque no hay autoridad que los proteja.
La diócesis afirma: “La presencia permanente de los cárteles de la droga disputándose el territorio de la Foranía Sierra, yendo y viniendo por todo el territorio ante la indiferencia y complicidad aparente de la Guardia Nacional y del Ejército mexicano con la complacencia de un Gobierno Federal y Estatal que, argumentando desconocimiento o el tener una imagen distinta de la situación y dando órdenes al Ejército y Guardia Nacional de presencia en el territorio sin intervenir para proteger a la población, ha cambiado del todo la vida de nuestros hermanos de la Sierra.
La situación es desesperante, es muy complicado vivir así… La presencia de los destacamentos de la Guardia Nacional y el Ejército mexicano hacen nada por la población a la que ven sufrir día a día. ¿Hacia dónde van nuestras comunidades con todo esto? ¿Qué tenemos que hacer o decir para que el gobierno cumpla su deber, al menos, de proteger y velar por la seguridad de las comunidades?”.
En mi pueblito, en mi municipio y en toda la región sur de nuestro Estado, son esos grupos criminales los que mandan. Ellos cobran por todo, lo que ni la Secretaría de Hacienda ha hecho; para cualquier evento, hay que contar con su autorización; quien tiene alguna queja contra otra persona, acude a ellos para que, como dicen, pongan orden (su orden), pues el gobierno no les resuelve su problema. Como tienen armas largas, se sienten con poder y, por medio de sus halcones, amenazan con levantar y llevar ante su comando a quienes no hagan lo que ellos disponen. Hasta en asuntos de la Iglesia quieren imponerse.
Hemos acudido a autoridades constitucionales para hacerles ver lo que está pasando; en respuesta, mandan policías y soldados a unos lugares, con lo que ayudan temporalmente a inhibir el poder de esos grupos. Lo valoramos y agradecemos; pero no los desarticulan ni eliminan; esos grupos siguen con su organización y sus actividades delictivas incluso en lugares muy cercanos a donde están los destacamentos. Por eso, nos preguntamos: ¿Quién manda en nuestro país? ¿Estados Unidos tiene que detener a nuestros capos, porque aquí no pueden o no quieren?
Cada ocho días voy a mi pueblo. Paso por las inmediaciones del Nevado de Toluca y casi siempre encuentro trailers cargados de madera, a plena luz del día. Unos pocos tienen permisos legales para una explotación racional de árboles, pero la mayoría son negocios del crimen organizado, que circulan libremente por las carreteras y nadie los detiene. Un ejemplo entre tantísimos otros: En Raíces, cerca del volcán, un tráiler cargado de madera duró semanas a un lado de la carretera, sin moverse. Pregunté y me dijeron que, como los de La Maña no lo habían autorizado, ellos lo detuvieron. Después de un mes, pasaron la madera a otro camión para comercializarla, pero no dejan mover al tráiler, como castigo impuesto por ellos. ¿Quién pone orden en esta explotación irracional de nuestros bosques?
DISCERNIR
Dice el comunicado de la diócesis: “Cuando más complicada está la situación, cuando pareciera que a nadie le importa lo que estamos viviendo, cuando sentimos que no tenemos con qué quitarnos el yugo de quien nos somete, cuando sufrimos ante la indiferencia de aquellos que cobran y viven de protegernos, cuando pareciera que nuestro deber es resignarnos, perder la esperanza, rendirnos, darnos por vencidos y esperar la muerte, una luz de esperanza ha de brillar en el horizonte, la luz de la presencia de Dios. Dios no nos abandonará, Dios nuestro Padre se apiadará de nosotros, la violencia de los cárteles de la droga no nos va a vencer, la indiferencia de las autoridades no va a hacer que nos rindamos. Tenemos que seguir viviendo y comprometiéndonos en seguir construyendo en un horizonte de esperanza.
Nos habrán abandonado todos, incluso la autoridad civil, pero Dios nuestro Padre no nos abandonará. En Él está nuestra esperanza, Él es nuestra fortaleza, a Él sí le importamos, con Él saldremos adelante. No nos desanimemos y no nos rindamos”.
ACTUAR
Esto es lo que recomienda la diócesis: “Por lo que se ve, por la indiferencia de las autoridades y por muchas otras razones, esto pareciera que se va a prolongar y tenemos que sostener a nuestros hermanos. Dispongámonos a ayudar a estos hermanos nuestros.
Hermanos de la autoridad civil de los distintos niveles de gobierno, seguimos esperando que intervengan para hacer lo que les corresponde: restablecer el estado de derecho en nuestras comunidades. ¿Qué necesitan para salir de su indiferencia y defender al pueblo que les tuvo confianza con su voto para que Ustedes cuidarán él? ¿Hasta cuándo van a vivir tratando de esconder una realidad triste y dolorosa que nosotros vamos cargando día a día?
Les pedimos, les rogamos, les suplicamos, cumplan su deber y protejan a nuestro pueblo. No los necesitamos teniendo destacamentos que vivan entre nuestra gente solo como espectadores; necesitamos que intervengan y defiendan a nuestras comunidades que están viviendo una situación de esclavitud y sometimiento en pleno siglo XXI. Necesitamos que, superando su indiferencia y temor, cumplan su deber y defiendan a este pueblo de sus agresores”.