Cardenal Arizmendi: ¿De qué sirve decirse católico?

La contradicción entre la fe y la vida de quienes se dicen católicos sin vivir conforme a los valores cristianos

El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal.

MIRAR

Este 8 de diciembre, se cumplió un año de que los campesinos de Texcapilla, muy cerca de mi pueblo natal, se organizaron y mataron al grupo criminal de diez personas que llegó con armas de alto poder y que les exigía el cobro de piso por sus cultivos de habas, chícharos, avena, frijol y maíz. No pudieron soportar que les quisieran cobrar más y más. Mataron también a su líder, apodado El Payaso, con quien yo, circunstancialmente, había hablado meses antes. Cuando lo vi en mi pueblo, me identifiqué y pedir hablar con él. Estaba armado y rodeado de sus pistoleros. Su esposa, al escuchar que yo era obispo, me pidió que insistiera a su marido que ya bautizaran a dos de sus niños, una de nueve años y otro bebé. Muy católico, sí quería bautizarlos, pero en su pueblo de origen, más al sur del Estado de México. Intenté servirme de este su deseo para iniciar un proceso pastoral e insistirle que cambiara de vida. Ya no supe si los bautizaron, porque al poco tiempo lo mataron. ¿De qué le servía decirse católico y que sus hijos fueran bautizados? Ciertamente no era por una fe madura en Jesús, sino por simple tradición. No le importaba tanto Dios, pues su dios era el dinero que exprimía a los más pobres, a los más indefensos, como son la mayoría de nuestros campesinos.

El líder de otro grupo criminal, de la misma llamada Familia Michoacana, tiene a sus niñas en la catequesis parroquial, preparándose a la Primera Comunión. Los máximos líderes de otros grupos armados se consideran católicos. Algo semejante pasa con políticos, que oficialmente son católicos, pero su dios es el poder, el dinero, y no les importa ir a Misa los domingos, no leen la Biblia, oran sólo por sus intereses; pero eso sí, si una autoridad superior les pide estar en una reunión, organizar un mitin u otra actividad, se someten a esas disposiciones y no les importa su religión; saben que, si no acatan deseos u órdenes superiores, se exponen a perder su puesto y a no ascender más en el partido o en el gobierno. Su dios es el poder y el dinero. Lo mismo se podría decir en muchos otros casos. Festejan a la Virgen de Guadalupe, esperan las vacaciones y el aguinaldo de Navidad, pero seguir a Jesús no les interesa. Otros se declaran creyentes, pero no dejan el alcohol y las drogas, son infieles en su matrimonio, no pagan lo justo a sus trabajadores, viven en excesos de toda índole. Se dicen católicos, y hasta llevan una medalla o un Crucifijo al pecho; pero eso ¿de qué les sirve?

En sentido contrario, ¡son muchísimos más los que son de verdad católicos! No sólo van a Misa los domingos y hacen oración, sino que son justos y a nadie perjudican; comparten sus bienes; mantienen unida su familia y son fieles en su matrimonio; educan a sus hijos conforme a la fe; no se avergüenzan de sus creencias religiosas; sirven a la comunidad; son apóstoles entregados hasta el sacrificio. Pareciera que abunda más lo malo, pues los noticieros resaltan más las notas rojas; pero en la vida ordinaria son más numerosos los que son auténticamente católicos.

DISCERNIR

Los obispos latinoamericanos, en el Documento de Puebla, después de la primera visita del Papa San Juan Pablo II a nuestra patria, en enero de 1979, expresaron algo sobre la injusticia social en nuestro continente, pero que se aplica a nuestra realidad marcada por la violencia y por la fuerza de los grupos armados. Dijeron:Nos preocupan las angustias de todos los miembros del pueblo cualquiera sea su condición social: su soledad, sus problemas familiares, en no pocos, la carencia del sentido de la vida; especialmente queremos compartir hoy las que brotan de su pobreza. Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la creciente brecha entre ricos y pobres. El lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas. Esto es contrario al plan del Creador y al honor que se le debe. En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado social, de gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos” (DP 27-28).


Por nuestra parte, los obispos mexicanos, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, expresamos:En toda esta transformación de pensamiento y de vida, la religión ha sufrido también un fuerte impacto: transformación radical en la forma de asumir la fe de los creyentes, pérdida del fervor original, desprecio por las instituciones, ambiente relativista e individualista y un secularismo que ha reducido la fe al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Dentro de este fenómeno religioso, la violencia ha alcanzado niveles preocupantes y dolorosos para el mundo entero” (PGP 36).

“El panorama social se ha ido ensombreciendo paulatinamente por el fortalecimiento alarmante del crimen organizado, corrompiendo la mente y el corazón de personas y autoridades.  La introducción de una narco-cultura en nuestra sociedad mexicana, de conseguir dinero rápido, fácil y de cualquier forma, ha venido a dañar profundamente la mente de muchas personas, a quienes no les importa matar, robar, extorsionar, secuestrar o hacer cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Esta sociedad que tendría que ofrecer a todos los ciudadanos las condiciones necesarias para vivir con dignidad, está dañada y es necesario que todos como miembros de ella tomemos conciencia de esta realidad y nos hagamos responsables, para que pueda cumplir como un espacio de vida digna para todos sus miembros” (PGP 57).

ACTUAR

Para que haya paz familiar y social, para que festejemos dignamente a la Virgen de Guadalupe, para que celebremos auténticamente la Navidad, esforcémonos por vivir con fidelidad nuestra fe católica; evitemos todo aquello que contradiga la Palabra de Dios; en resumen, respetémonos y amémonos como hermanas y hermanos.