El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado “Aportación Indígena al Sínodo”.
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MIRAR
En la Comisión impulsada en el CELAM para promover y acompañar la pastoral con los pueblos originarios, que preside el obispo náhuatl José Hiraís Acosta, de México, teníamos la sensación de que, en las síntesis que cada país hizo de las consultas diocesanas y que se envió a la Secretaría General del Sínodo en Roma, casi no aparecía la voz indígena, o se perdía en generalidades sin mayor impacto. Por ello, se organizó en Latacunga, Ecuador, una reunión de pueblos originarios de las tres regiones de América Latina que tienen indígenas, para escuchar directamente a estos pueblos y hacer llegar al Sínodo de la Sinodalidad sus inquietudes y aportes. Participaron 45 agentes de pastoral de pueblos originarios de 8 países de estas etnias: náhuatl de México, guaraní y mbya guaraní de Paraguay, guna y ngabe de Panamá, puroborá de Brasil, chiquitano, quechua y andina de Bolivia, achuar y huitoto- muruy de Perú, nasa, inga, tukano, embera katío, zenú y pastos de Colombia, kichwa y shuar de la Amazonía del Ecuador.
Comparto algo de lo que expresaron:
“Los pueblos indígenas estamos siendo aporte para la sinodalidad, porque nosotros ya vivimos la comunidad en consenso, escuchando a todos, en los trabajos comunitarios, todo lo realizamos en conjunto, siempre caminamos en sinodalidad, nuestras raíces culturales están en la comunidad, en nuestros abuelos, siempre compartimos con los otros, con la comunidad, con la familia, nada guardamos solo para nosotros, siempre pensamos en los demás. Los agentes de pastoral están llamados a entrar a la comunidad, a insertarse en la realidad, aprender el idioma, las costumbres, la espiritualidad, la cosmovisión, nuestra teología para llegar mejor con el Evangelio a nuestros pueblos.
Hay un sentimiento de abandono. Si se quiere caminar juntos, hay que estar presentes. Los sacerdotes llegan a las comunidades y se van. No hemos sido escuchados desde nuestra sabiduría por parte de los sacerdotes y la jerarquía de la Iglesia, que no han comprendido nuestra vida y nuestro ser como pueblos. Las comunidades estamos luchando solas ante proyectos que ponen en riesgo nuestras vidas, nuestra existencia como pueblos, y amenazan con hacernos perder nuestra identidad. Nosotros luchamos apoyándonos como indígenas, ya que muchas veces la Iglesia no está. Se alejan muchos hermanos/as que cambian de religión, se separan y ya no comparten nuestro sentir. La comunidad se divide. La Iglesia no trabaja desde una perspectiva ecuménica. Hay miedo al surgimiento de Iglesias con rostro y corazón propio; no se reconocen las existentes. No hay suficientes vocaciones nativas y las que ingresan a las casas de formación y seminarios viven la pérdida de su identidad. No se apoyan las liturgias inculturadas, se siguen satanizando y los procesos catequéticos están muy lejos de ser realmente inculturados. Hay miedo al aporte de las mujeres, al protagonismo de las mujeres; siguen viviendo marginación. Nuestros niños y jóvenes están abandonados, viven la pérdida de la lengua, de los valores de las comunidades.
Nos preocupa que algunos de la jerarquía de la Iglesia no permiten que los pueblos originarios celebremos y vivamos nuestra fe en nuestras propias formas y costumbres. Nos preocupa que esto sea causa para ver a los pueblos indígenas como congregaciones infieles a las tradiciones de la Iglesia católica romana. No se trata sólo de repetir que hay que caminar juntos, con dos pies. Para que sea así, queremos que aprueben nuestra espiritualidad, quitando las trabas que hay. Las heridas no sanadas en el proceso de evangelización hacen que surjan tensiones de varios pueblos con la Iglesia y sus modelos de evangelización. Algunos laicos/as siguen afirmando y sosteniendo relaciones colonizadoras”.
DISCERNIR
El Papa Francisco dijo en Canadá: “Rezo y espero que los cristianos y la sociedad de esta tierra crezcan en la capacidad de acoger y respetar la identidad y la experiencia de los pueblos indígenas. Espero que se encuentren caminos concretos para conocerlos y valorarlos, aprendiendo a caminar todos juntos. Por mi parte, seguiré animando el compromiso de todos los católicos respecto a los pueblos indígenas. Es necesario, admitiendo las propias faltas, comprometerse juntos a realizar aquello que sé que todos ustedes comparten: promover los derechos legítimos de los pueblos originarios y fomentar procesos de sanación y reconciliación entre ellos y los no indígenas.
En su visita a México, nos exhortó: “Es preciso escuchar a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación”.
ACTUAR
En el mencionado encuentro en Latacunga, los indígenas participantes propusieron:
“Repensar los procesos formativos de los agentes pastorales (sacerdotes, vida religiosa consagrada y laicos) desde un enfoque intercultural, que impulsen a fortalecer sus propios modos de conocer y hacer teología. Preparar las vocaciones originarias para recoger la teología de los pueblos, la teología india, la palabra de los/as sabios/as, la filosofía que ya existe en los diversos pueblos. Promover la pastoral indígena urbana que oriente y acompañe a la diversidad de pueblos que llega por los desplazamientos forzados a las ciudades; principalmente que sostenga el proceso de inserción de los jóvenes que viven distintos choques culturales a lo largo de su formación. Acompañar el florecimiento de las Iglesias Autóctonas, con rostro y corazón propio, impulsando el surgimiento de vocaciones nativas (ministeriales y laicales) que sean acompañadas de forma continua por la comunidad, con un proceso de formación intercultural que impulse la inculturación real de la liturgia, celebraciones y ritualidades apropiadas para el mundo indígena, liturgias creativas, que incorporen nuevos símbolos contemporáneos, como los símbolos digitales. Que se valore y reconozca oficialmente la Teología india. Conversión pastoral, de igual a igual, donde no hay un superior y una escala piramidal o carrera eclesiástica, sino donde todos caminen en la misma dirección. Es urgente una renovación de métodos y estructuras más colegiadas, comunitarias, al estilo de los pueblos, y no piramidales donde una sola persona tome decisiones. Avanzar hacia una teología y pastoral descolonizada, capaces de asumir los saberes de nuestros ancestros. Debemos impulsarnos a desaprender, aprender y reaprender. Promover el diálogo intercultural e interreligioso en defensa de la vida, de la casa común y de quienes la habitamos. Ayudar a las comunidades originarias al discernimiento de los antivalores que encuentran en las culturas donde se insertan ya las nuevas culturas que emergen. Formación bíblico teológica en perspectiva indígena, recuperando los mitos y las sabidurías ancestrales. Reconocer y valorar el aporte y protagonismo de las mujeres en la Iglesia, abriéndole espacios en las áreas de toma de decisiones. Acompañar a las juventudes originarias, insertando su fuerza y protagonismo en la Iglesia; de manera especial, buscar caminos para el fortalecimiento de sus identidades y el respeto a sus derechos de aquellos que han salido más allá de sus territorios ancestrales. Acompañar con un compromiso real a los pueblos originarios”.