La Presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha manifestado en un mensaje su cercanía, solidaridad y apoyo al Papa Francisco y al Episcopado brasileño, ante los graves ataques, injurias y discursos de odio proferidos por el diputado del Estado de São Paulo, Brasil, Frederico D’Avila, el pasado 14 de octubre, informa una nota de ADN CELAM, sistema informativo del citado organismo eclesial.
Solidaridad y respaldo
Al expresar públicamente su “solidaridad y respaldo irrestricto” a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y plantarse con firmeza frente al “acto abominable e irracional” del político brasileño, quien ha insultado públicamente al Santo Padre, al arzobispo de Aparecida, Mons. Orlando Brandes y a la propia CNBB, el CELAM “rechaza y condena categóricamente las agresiones e injurias del Diputado D’Avila”.
De igual forma, los obispos latinoamericanos y caribeños exigen “a las autoridades competentes una ejemplar y pronta intervención para aplicar los correctivos legislativos y judiciales que corresponden en una sociedad democrática como la brasileña”.
Iglesia con talante profético
En su comunicado, el CELAM destaca que “desde sus orígenes la CNBB se ha caracterizado por su talante profético, saliendo en defensa de la libertad y de la vida del pueblo brasileño, sin dejarse amedrantar ante las múltiples amenazas y tretas que intentaron silenciar su palabra y su misión pastoral”. Asimismo, no hay duda de su compromiso en favor de los más pobres y del cuidado de la casa común, que “le han conferido la credibilidad y la autoridad ética, moral, social y política de la que goza a nivel nacional e internacional, aferrándose al Evangelio, al Magisterio del Sumo Pontífice y al Magisterio de la Iglesia latinoamericana”.
La Iglesia brasileña, en efecto, ha puesto en práctica las enseñanzas de Francisco en Fratelli Tutti al asumir junto con otras instituciones un “proyecto de nación” con la certeza de que “la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo” (FT, 178).
“¡Sigan adelante, con coraje!”
“Hermanos, sigan adelante, con coraje”, alientan los obispos del CELAM, invitando a los pastores brasileños a continuar “tendiendo puentes de amor y esperanza en el pueblo brasileño, anunciando el Evangelio de la vida y denunciando los atropellos contra la dignidad y los derechos fundamentales de las personas, afirmando la defensa de nuestra ‘casa común’”.
Al encomendarlos en sus oraciones y bajo la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, “sus hermanos en el episcopado los seguiremos apoyando y respaldando en su entrega generosa a favor del diálogo y la amistad social desde la radicalidad del Evangelio”, concluye la comunicación, dirigida a Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, presidente de la CNBB.
Carta del Episcopado Brasileño
Por su parte, la Presidencia de la CNBB publicó una carta abierta al presidente de la Asamblea Legislativa del Estado de Sao Paulo (ALESP), el diputado estatal Carlão Pignatari, el domingo 17 de octubre por la mañana. En el documento, la CNBB «rechaza enérgicamente las abominables agresiones» proferidas desde la tribuna del ALESP por el diputado estatatal D’Avila el 14 de octubre, en el aniversario de sus 69 años de presencia y servicios a Brasil.
El político, describe el texto, actuó con un odio incontrolado e hizo ataques al Pontífice, a la propia CNBB y al arzobispo de Aparecida, Mons. Orlando Brandes. La CNBB defiende que, con esta actitud, el diputado “hirió y comprometió la misión parlamentaria, lo que exige una corrección inmediata y ejemplar por parte de los órganos competentes” y buscará un recurso legal para que sea rectificado “por el bien de la democracia brasileña”.
En la misiva, la CNBB pretende anclarse, proféticamente, sin miedo a la persecución, en el principio contenido en la Gaudium et Spes sobre el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo, la única constitución pastoral y la cuarta de las constituciones del Concilio Vaticano II: “La Iglesia reclama siempre la libertad a la que tiene derecho, para pronunciar su juicio moral sobre las realidades sociales, siempre que lo exijan los derechos fundamentales de la persona, el bien común o la salvación humana (cf. Gaudium et Spes, 76).