Bienaventurada Nuestra Señora de Guadalupe Llena de Gracia

La Virgen de Guadalupe es “anuncio, ejemplo y símbolo de la fusión amorosa que forjó a Hispanoamérica

Asamblea Eclesial América comienza
Virgen de Guadalupe © Asamblea Eclesial de Latinoamérica y el Caribe

En el mes de marzo de 1965 se celebró el XI Congreso Mariano Internacional en nuestro país, tierra donde comenzó el proceso de evangelización de América hace ya aproximadamente 530 años.

En ese encuentro católico universal decía entonces el 23 de marzo de 1965 Monseñor Gregorio Aguilar y Gómez, Arcipreste de Guadalupe, en su ponencia La maternidad espiritual de María en América, durante la sección tercera de estudio del XI Congreso Mariano Internacional, lo siguiente:

“En los designios admirables y bondadosos de Dios para con las tierras vírgenes de América, vemos como preludio de la evangelización cristiana que la nave capitana que guiaba el intrépido descubridor Cristóbal Colón a las tierras entonces desconocidas de América, se engalanaba con el nombre de “Santa María”; y fue así como el nombre esplendoroso y dulcísimo de María comenzó a iluminar estas tierras en el histórico 12 de octubre del año 1492, fecha en la cual se plantó por primera vez en el Nuevo Continente la Cruz de Jesucristo Redentor, y un año más tarde el mismo descubridor de América, Cristóbal Colón, ponía el nombre mariano de Guadalupe a la isla Turuqueira, del grupo de las Antillas, el 4 de noviembre de 1493”.

Luego el 6 de enero de 1494 se celebra la primera eucaristía en La Isabela, al Norte del territorio de República Dominicana, y a comienzos del primer decenio del siglo de los años 1500 se inicia en Higüey, en la región Este de nuestro país, el culto a Nuestra Señora de la Altagracia. Precisamente allí en 1965 también estuvo Monseñor Gregorio Aguilar y Gómez junto a numerosos prelados de América y Europa que participaron en los congresos Mariano y Mariológico celebrados en nuestro país por decisión de Su Santidad Pablo VI. (*)

Nuestra Señora de Guadalupe:

El 25 de enero de 1979, antes de dirigirse a México a venerar a Nuestra Señora de Guadalupe y para participar en la II Conferencia del CELAM, Su Santidad Juan Pablo II quiso que la jornada inicial de su primer viaje Apostólico fuera de Italia y de Europa comenzara en nuestro país, donde celebró misas, honró el culto a Nuestra Señora de la Altagracia y saludó a multitud de personas en distintas celebraciones.

Volviendo a la historia, en 1531 inicia la Santísima Virgen María este diálogo con Juan Diego donde cada palabra logra un significado, un sentido por los siglos de los siglos hasta hoy, para nosotros.

Necesariamente, volvemos a citar a Aguilar y Gómez ya que destaca que María se aparece al indígena Juan Diego “cuando todavía no había fronteras que dividiesen este Continente en naciones”, e indica que “el mensaje de su maternidad espiritual iba dirigido a todos los habitantes de América como a hijos predilectos suyos, y por medio de ellos a toda la humanidad.”

María muestra maternidad y protección en la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe y entrega su amor.  Es María, la santa madre de Dios, madre de América.  Y América es de María.  Lo vemos, casi como si se pudiese tocar, a través de la historia de los pueblos del Nuevo Mundo.  Sus apariciones, su presencia en acontecimientos en defensa de su joven pueblo.  Es el caso de la Guadalupana que envía, sostiene a Juan Diego y defiende a su pueblo y su gente.

Tantos bautizados católicos con el dulce nombre de María.  Resulta muy interesante, también, como el nombre Guadalupe acompaña a tantas niñas y, por igual, a muchos niños.  Y, sobrepasa fronteras este nombre, sale del territorio mexicano. Por ejemplo, en nuestra familia dominicana, aunque abunda el Rita, también el María, una prima lleva de segundo nombre el de Nuestra Señora de Guadalupe.  Se conoce a la Bienaventurada de México y su bella historia en toda América Latina.

El doctor Blas Piñar en su discurso María, Madre espiritual de América, pronunciado el 24 de marzo de 1965 en el solemne acto académico del XI Congreso Mariano Internacional celebrado en Santo Domingo dijo: “María es de los Indios, cantaba el cacique Atzcapozalco; de los indios y de los españoles.  Porque María de Guadalupe es una Virgen mestiza, como simbolizando el beso de dos razas, decía Juan XXIII al Congreso Mariano Interamericano de Méjico, el 12 de octubre de 1961.”


La Virgen de Guadalupe, escribe Alfonso Junco, es “anuncio, ejemplo y símbolo de la fusión amorosa que forjó a Hispanoamérica.  Porque Juan Diego no era solo Juan Diego, sino la desvalida encarnación de todas las razas aborígenes.  Y Zumárraga no era solo Zumárraga, sino la ardiente personificación de todos los evangelizadores hispanos.  Y las rosas de Castilla exprimieron la policromía de sus jugos, símbolo de la savia toda de España, para embeberse en el ayate del indio, fundirse en él y estampar en sus fibras, transfiguradas y extasiadas para siempre, la imagen celeste de María.  Y por eso, el milagro de Santa María de Guadalupe simboliza, resume y Señorea este humano milagro de la Hispanidad.”

Como el Excelentísimo Monseñor Miguel Darío Miranda y Gómez, arzobispo Primado de México en su homilía Virgen María, Madre Espiritual de América, el 24 de marzo de 1965 en la misa de medianoche para los hombres en el XI Congreso Mariano Internacional de Santo Domingo, cuando expresa sobre la María Santísima de Guadalupe: “Ella, desde la colina del Tepeyac, proclamó su maternidad espiritual sobre todos estos pueblos, los incontables santuarios a Ella dedicados bajo diversas advocaciones y esparcidos por todas partes, son prueba fehaciente de que la devoción a la Virgen Santísima, viva y profundamente arraigada en el corazón de nuestros pueblos, ha hecho sentir a todos ellos en forma efectiva su maternal protección especialmente en la conservación de la fe.”

Repasando la historia de Nuestra Señora de Guadalupe se recuerda que, tal como dice Blas Piñar: “Benedicto XV la proclamó Patrona de México.  Y San Pio X, Patrona Principal del Continente Nuevo.  En 1931, al cumplirse el cuarto centenario de las apariciones, le rindieron pleitesía y quedaron en el Tepeyac las banderas de nuestros pueblos.  Y en 1945, Pio XII llamó a la Virgen guadalupana Emperatriz de América.”

Entonces en el 2011, el Papa emérito Benedicto XVI inicia lo que ya es tradición. Cada 12 de diciembre se celebra la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe en la Basílica de San Pedro.  Aquella primera vez, Su Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América, leyó la oración a Nuestra Señora de Guadalupe antes de iniciarse la celebración y desfilar las banderas Latinoamericanas y del Caribe por el pasillo central de la Basílica vaticana.  Una santa y solemne eucaristía a ritmo del folclor, ¡los colores, cantos, música y la alegría del continente que todos han coincidido en llamar de la esperanza!

En aquella solemne ceremonia, me encontraba presente junto a mi esposo Víctor Manuel Grimaldi Céspedes, embajador de la República Dominicana ante la Santa Sede.

Las Patronas de Países de América en los Jardines Vaticanos:

Para concluir destacaremos la presencia del monumento dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe en los Jardines de la Ciudad del Vaticano y los otros de algunas otras patronas de nuestros países latinoamericanos, especialmente el mosaico con la imagen de la Madre Protectora del Pueblo de la República Dominicana: Nuestra Señora de la Altagracia.

Rita De Moya de Grimaldi

Escritora

(*) Acta Congressus Mariologici – Mariani in Republica Dominicana Anno 1965 Celebrati.  Vol. I. Pontificia Academia Mariana Internationalis. Roma, impresa en 1967.