Armenia: Nueva Nunciatura, la “casa del Papa” en Ereván

Discursos del arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado

Armenia Nunciatura Ereván
Nueva Sede de la Nunciatura Apostólica en Ereván, Armenia © Vatican Media

La Santa Sede inauguró el miércoles una nueva oficina de la Nunciatura Apostólica en Georgia y Armenia en la capital armenia, Ereván. La inauguración tuvo lugar en presencia del arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado.

La apertura de la oficina de Ereván representa una instalación provisional con vistas a un acuerdo más amplio, con el fin de disponer de un espacio suficiente para apoyar adecuadamente los múltiples compromisos de la misión de la Santa Sede y de la Iglesia católica en Armenia, según Vatican News.

La Nunciatura Apostólica en Armenia fue establecida el 24 de mayo de 1992, con la carta apostólica Armeniam Nationem de san Juan Pablo II. Las relaciones entre la Iglesia de Roma y Armenia se remontan a tiempos antiguos, casi a los orígenes mismos del cristianismo, cuando la fe en Jesús se extendió desde Jerusalén al “mundo conocido”, donde los encuentros e intercambios comerciales y culturales entre los pueblos se convirtieron en ocasión de debates que tocaban el “sentido” de la vida y la existencia.

En 2019, durante su visita a Armenia, el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Paul Richard Gallagher, dijo: “La intención de todas las comunidades católicas presentes en Armenia -la armenio-católica, la romana y otros ritos- es esforzarse por el bienestar de la sociedad armenia en su conjunto.” “Nuestras comunidades siguen haciéndolo a través de sus actividades en los ámbitos espiritual, cultural, educativo, caritativo y humanitario”.

El Papa Francisco visitó Armenia del 24 al 26 de junio de 2016. En su encuentro con las autoridades civiles del país y los miembros del cuerpo diplomático, el Pontífice recordó la historia del país, marcada por el Metz Yeghern (el ‘Gran Mal’ o lo que se conoce como el genocidio armenio bajo el Imperio Otomano durante la I Guerra Mundial), que siempre ha ido “de la mano de su identidad cristiana, preservada a lo largo de los siglos”.

“Esta identidad cristiana”, dijo el Santo Padre, “lejos de obstaculizar el sano laicismo del Estado, lo alimenta, favoreciendo la ciudadanía compartida de todos los miembros de la sociedad, la libertad religiosa y el respeto a las minorías”. “La cohesión de todos los armenios, y el mayor empeño en identificar vías útiles para superar las tensiones con algunos países vecinos -dijo- facilitarán la consecución de estos importantes objetivos, dando paso a una era de verdadero renacimiento para Armenia.”

Los siguientes son los discursos pronunciados ayer por el arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de Asuntos Exteriores de la Secretaría de Estado, en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Armenia y en la ceremonia de inauguración de la sede de la Representación Pontificia de la República de Armenia, que tendrá lugar en Ereván del 27 al 29 de octubre de 2021”.

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Discurso de S.E. Mons. Edgar Peña Parra al Ministerio de Asuntos Exteriores

Ministro de Asuntos Exteriores,
Sus Excelencias,
Señoras y Señores,

Agradezco a Su Excelencia Ararat Mirzoyan, ministro de Asuntos Exteriores, sus amables palabras y el haber hecho posible este encuentro de alto nivel, que confirma la relación de cooperación y amistad que siempre ha existido entre la Santa Sede y la República de Armenia. Les traigo un saludo del Papa Francisco, que guarda un vivo recuerdo de su visita a este país en 2016 y de su reciente encuentro en el Vaticano con el presidente Armen Sarkissian y con Su Santidad Karikin II, Catolicós de todos los armenios.

Como saben, el objetivo de mi venida es la inauguración de la nunciatura apostólica, la embajada de la Santa Sede en Ereván. Estoy agradecido al presidente de la República y al Gobierno, que, a través de los buenos oficios del embajador Garen Nazarian, instaron a la Santa Sede a abrir una representación diplomática en Armenia. Agradezco igualmente al nuncio apostólico, el arzobispo José Bettencourt, su labor en el establecimiento de esta nueva oficina. A pesar de la escasez de recursos y de personal disponible, el proyecto se hizo realidad en cuestión de meses porque todos creímos en él. Estoy seguro de que esta nunciatura apostólica será para Armenia y la comunidad internacional en general un símbolo de la necesidad de tender puentes, de crear oportunidades de encuentro y de abrir nuevos caminos para una paz justa y duradera en esta región. El próximo año se cumple el trigésimo aniversario del restablecimiento de las relaciones bilaterales entre la República de Armenia y la Santa Sede. Ojalá este edificio potencie la misión diplomática de esta última ante las autoridades civiles y gubernamentales, fomente la fraternidad y la amistad con la Iglesia apostólica armenia y fortalezca la comunión dentro de la comunidad católica local con sus diferentes ritos.

El acontecimiento de hoy atestigua también la estima del Sucesor de Pedro y de la Iglesia católica por esta noble tierra, que alberga una parte de aquel antiguo pueblo que fue el primero en abrazar la fe cristiana. Son conocidas la amistad y la cooperación que existen entre la Santa Sede de Roma y la Santa Sede de Etchmiadzin. Nos comprometemos a seguir este camino trabajando juntos por el bien común y por el desarrollo integral del pueblo armenio. La Iglesia católica, en sus diferentes ritos, está presente en esta tierra a través de diversas actividades sociales, educativas y caritativas. Pienso en particular en el Hospital Redemptoris Mater de Ashotzk, creado en 1991 a instancias de san Juan Pablo II tras el devastador terremoto de 1988; en Cáritas Armenia, que opera en 52 centros socio-sanitarios de todo el país; y en la promoción de las tradiciones y la literatura armenias que llevan a cabo con generosidad y eficacia los Padres Mequitaristas. También podría añadir los dos centros para discapacitados que dirigen las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta en Ereván y Spitak. Durante décadas, estas entidades han operado activamente en la sociedad armenia y han contribuido a su continuo progreso, aunque en ocasiones han necesitado un estatus jurídico más claro y unas directrices para su funcionamiento y actividades. La presencia física de la nunciatura apostólica será sin duda útil para resolver posibles problemas y encontrar soluciones satisfactorias a través de los medios legales adecuados.


Por último, pero no por ello menos importante, quisiera reafirmar el apoyo de la Santa Sede a los temas de la agenda del gobierno armenio y de la comunidad internacional relativos a la paz y el desarme, los derechos humanos, el desarrollo humano y cultural, la libertad religiosa y la protección y salvaguarda del medio ambiente.

En conclusión, agradezco una vez más al ministro de Asuntos Exteriores, al gobierno y a las autoridades civiles armenias por estas reuniones. Expreso mi deseo de que toda la nación disfrute de una paz duradera y de un auténtico progreso social, en continuidad con las raíces cristianas de las que vuestros antepasados han dado testimonio a lo largo de los tiempos. Gracias.

Discurso de Su Excelencia Mons. Edgar Peña Parra en la inauguración de la sede de la Representación Pontificia

Ministro de Asuntos Exteriores
Su Beatitud
Excelencias,
Distinguidas autoridades civiles, militares y eclesiásticas,
Señoras y señores,

Quisiera comenzar transmitiendo a todos los presentes el cordial saludo y la cercanía espiritual de Su Santidad el Papa Francisco. Es ciertamente oportuno hacerlo, ya que esta nueva Nunciatura Apostólica es un claro signo de la solicitud y preocupación del Santo Padre por el pueblo de este noble país. Por esta razón, la nunciatura apostólica se llama a menudo la casa del Papa. Me han dicho que el Hospital Redemptoris Mater de Ashotsk es conocido informalmente como el «Hospital del Papa». Ahora podemos decir realmente que el Santo Padre también tiene una Casa en Armenia. Es el deseo del Papa Francisco que esta nueva Casa pueda ayudar al nuncio apostólico en el cumplimiento de su misión en la República de Armenia y en la comunidad cristiana local.

La inauguración de este edificio atestigua las sólidas relaciones bilaterales que ya existen entre la República de Armenia y la Santa Sede. Hace pocos años, Armenia tomó la grata decisión de abrir una embajada ante la Santa Sede y nombrar un embajador residente. Hoy, la Santa Sede corresponde con alegría a este gesto, con la esperanza de que nuestros lazos diplomáticos sigan profundizándose.

A este respecto, quisiera reiterar el agradecimiento del Santo Padre por la reciente visita al Vaticano de Su Excelencia Armen Sarkissian, presidente de la República. También me gustaría subrayar los importantes aniversarios que han tenido lugar este año: el 30º aniversario de la independencia de Armenia, el 20º aniversario de la visita del Papa San Juan Pablo II a Armenia y el 5º aniversario de la visita apostólica del Papa Francisco. En un futuro próximo celebraremos el 30º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Armenia y la Santa Sede y el nombramiento del primer nuncio apostólico, en 2022 y 2023 respectivamente.

Las buenas relaciones bilaterales entre la República de Armenia y la Santa Sede se deben en gran medida a la apreciación mutua del papel positivo que desempeña la religión en la sociedad civil. Los armenios son un pueblo de profunda fe y este país siempre se distinguirá por ser la primera nación que abrazó la fe cristiana. Desde entonces, la fe cristiana ha sostenido a este gran pueblo, especialmente en los momentos difíciles de su historia. Como fuente de fuerza y perseverancia en los buenos y en los malos tiempos, la fe cristiana ha contribuido a formar el rico patrimonio espiritual y cultural de Armenia, que sigue siendo motivo de orgullo hoy en día y continuará inspirando y enriqueciendo la vida de las futuras generaciones de armenios.

Este legado de fe cristiana nos recuerda las palabras pronunciadas por el Papa Francisco durante su visita a Armenia. El Santo Padre dijo: «La historia de vuestro país está unida a su identidad cristiana, custodiada durante siglos. Esta identidad cristiana, en vez de ser un obstáculo para una sana laicidad del Estado, más bien la reclama y la alimenta, favoreciendo participación ciudadana de todos los miembros de la sociedad, la libertad religiosa y el respeto a las minorías» (Encuentro  con las Autoridades Civiles y el Cuerpo Diplomático, 24 de junio de 2016). Con una cultura tan rica e impregnada de tradición, por no hablar de las experiencias de dolor y sufrimiento causadas por la discriminación y la persecución, Armenia tiene muchas lecciones valiosas que enseñar a la comunidad internacional en este sentido. La Santa Sede  mira con grandes expectativas a su continua cooperación bilateral con Armenia en muchas cuestiones, especialmente las relativas a la libre expresión de la religión y a la dignidad de toda vida humana, para que podamos aprender de la historia y evitar que se repitan algunos de sus capítulos más oscuros.

En esta feliz ocasión, mis pensamientos se dirigen naturalmente a la Iglesia Apostólica Armenia. Durante su visita, el Papa Francisco habló de la Vigilia Ecuménica de Oración por la Paz como una ocasión para «confirmar la comunión apostólica» que existe entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica, mientras las dos Iglesias continúan su camino común con la esperanza de reunirse un día todos alrededor del altar del sacrificio de Cristo en la plenitud de la comunión eucarística. Que esta nueva Casa del Papa en Armenia sea vista como una confirmación más de nuestra comunión y nos acerque un paso más al cumplimiento del deseo del Señor de unidad entre sus seguidores.

Como casa del Papa en Armenia, la nunciatura apostólica manifiesta también la atención pastoral del Santo Padre a la comunidad católica local. Aunque numéricamente es pequeña, el significativo impacto que la Iglesia católica local tiene en la sociedad armenia a través de sus servicios sanitarios y caritativos es una clara señal de su compromiso de servir a todos los necesitados. Espero que los católicos vean en esta nueva nunciatura un signo de la cercanía del Santo Padre y un fuerte estímulo para vivir su fe con alegría y en comunión con nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia Apostólica Armenia.

Para concluir, quisiera expresar mi gratitud a todos ustedes por su presencia en esta ocasión especial, especialmente a las honorables autoridades civiles y religiosas y a los distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático. Agradezco especialmente a Su Excelencia el arzobispo José Bettencourt, nuncio apostólico, y a su personal, todo el tiempo y el esfuerzo dedicados a hacer realidad este deseo del Santo Padre. Gracias por su amable atención y, una vez más, sepan de la cercanía espiritual del Santo Padre al inaugurar esta Casa en Armenia.

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