Armas de entontecimiento masivo
Las pantallas y la infancia: un experimento con consecuencias

El último libro del sociólogo norteamericano Jonathan Haidt, La generación ansiosa, ha generado un cierto revuelo al apuntar de manera directa a los móviles como la causa del declive de la salud mental de los adolescentes. En la misma línea, la Asociación Española de Pediatría insta a atrasar hasta los 6 años la exposición a las pantallas. El reciente informe del Comité de Personas Expertas para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud y la infancia se hace eco de esta recomendación, y añade que, hasta los 16, es mejor un dispositivo móvil sin conexión a internet.
Como indica la Dra Sábada, Catedrático de la Universidad de Navarra, la observación de la realidad permite identificar motivos para la preocupación sobre el impacto del móvil en la salud mental. El elevado tiempo dedicado a esta pantalla, el acceso a contenidos nocivos o a situaciones de riesgo, el FOMO (siglas de fear of missing out o miedo de perderse algo) que genera la actividad constante en redes sociales o la exposición insistente a imágenes de vidas y cuerpos idealizados son algunos de ellos.
Esta preocupación se refleja también en los medios de comunicación. Por ejemplo, recientemente leíamos un artículo en El Diario de Madrid de Jorge Hernández, titulado “Adolescencia y demencia digital”. Como puede verse, el impacto de las pantallas en los adolescentes es un tema de actualidad y de preocupación. Por eso, ha sido un acierto que Miguel Angel Martínez, profesor de la Universidad de Navarra, haya publicado su último libro, en el que expone un esclarecedor decálogo para que los padres aprendan a gestionar el tiempo de pantallas en casa.
Este es el título de su nuevo libro “12 soluciones para superar los retos de las pantallas” (Ed. Planeta), en el que va desgranando este corto pero revelador decálogo dedicado a todos los padres que quieran devolver a sus hijos una infancia como la que ellos tuvieron, sin dispositivos; o por lo menos para minimizar su impacto en el hogar.
Resulta preocupante que TikTok que empezó poco a poco ya ha ido copando mucho más tiempo que otras redes sociales. Claramente es una mala noticia. Hay países como la India que han prohibido TikTok porque es el que más engancha, el que más adicción produce a las pantallas y porque tiene unos algoritmos que son realmente perversos para no dejar un minuto libre a los chicos que lo están utilizando.
Este tipo de plataformas son adictivas y los daños se reflejan, por una parte, en los problemas de salud mental. Por otra parte, en toda la esfera afectiva, sentimental, sexual, romántica, por otra parte, en la inteligencia.
Podríamos detallar todos los problemas de salud mental. Las causas de mortalidad, como el suicidio, ha ido tomando preponderancia, aunque no se declaran todos los suicidios consumados, está estigmatizado, algunos se enmascaran como accidentes o intoxicaciones, sobredosis, pero son sobredosis porque querían suicidarse. Está todo el tema de la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos del sueño, los déficits de atención, las autolesiones, etc.
El argumento que más utilizan los padres para dar el teléfono móvil prematura e imprudentemente a sus hijos es «porque lo hacen los demás». Es un argumento realmente muy pobre desde el punto de vista intelectual. Hay que pensar qué es lo mejor para la salud mental y física de mi hijo, qué es lo mejor para su felicidad, qué es lo mejor para su futuro. No lo que hacen los demás, sino lo que es mejor de acuerdo con la mejor evidencia científica.
Todavía sigue habiendo gente que cree que con los dispositivos digitales se iba a enseñar mejor, que tenían más aplicaciones para la docencia, porque inicialmente se creía eso y tenían buena voluntad. De lo que no se habla es que estos dispositivos digitales tan extendidos y con tanta fascinación pasiva están reduciendo la inteligencia media de la humanidad. No son solo armas de destrucción masiva, son armas de entontecimiento masivo.
Artículo publicado en el Diario de Madrid