El Papa Francisco envió ayer, 23 de mayo de 2021, Solemnidad de Pentecostés, un videomensaje a los participantes en la oración en línea “Peregrinos con Ignacio”, con motivo del Año Ignaciano de renovación que los jesuitas comenzaron el pasado jueves 20 de mayo, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
El Santo Padre indica que la conversión “es un asunto cotidiano; rara vez es de una vez por todas. La conversión de Ignacio comenzó en Pamplona, pero no terminó ahí. Durante toda su vida se convirtió, día a día, y esto qué significa: que durante toda su vida puso a Cristo en el centro. Y lo hizo a través del discernimiento”. El discernimiento, continúa, “no consiste en acertar siempre desde el principio, sino en navegar, en tener una brújula para poder emprender el camino que tiene muchas curvas y vueltas, pero dejarse guiar siempre por el Espíritu Santo, que nos va conduciendo al encuentro con el Señor”.
Para Francisco, “en esta peregrinación por la tierra, nos encontramos con otros, como lo hizo Ignacio en su vida. Esos otros son señales que nos ayudan a mantener el rumbo y que nos invitan a convertirnos cada vez de nuevo. Son hermanos, son situaciones. Y Dios nos habla también a través de ellos”. De este modo, invita: “Escuchemos a los demás. Leamos en las situaciones. Seamos postes indicadores para los demás, también nosotros mostrando el camino de Dios. La conversión se hace siempre en diálogo, en diálogo con Dios, en diálogo con los demás, en diálogo con el mundo”.
A continuación, sigue el texto completo del mensaje que el Santo Padre ha dedicado a la ocasión.
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Videomensaje del Papa
Queridos amigos:
Me alegra unirme a ustedes en esta oración por el Año Ignaciano, la celebración de la conversión de San Ignacio. Espero que todos los que se inspiran en Ignacio y en la espiritualidad ignaciana puedan vivir realmente este año como una experiencia de conversión.
En Pamplona, hace 500 años, todos los sueños mundanos de Ignacio se hicieron añicos en un momento. La bala de cañón, que le hirió, cambió el curso de su vida, y el curso del mundo. Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser importantes. Esa bala de cañón también significó que Ignacio fracasó en los sueños que él tenía para su vida. Pero Dios tenía un sueño más grande para él. El sueño de Dios para Ignacio no se centraba en Ignacio. Se trataba de ayudar a las almas. Era un sueño de redención, un sueño de salir al mundo entero, acompañado de Jesús, humilde y pobre.
La conversión es un asunto cotidiano; rara vez es de una vez por todas. La conversión de Ignacio comenzó en Pamplona, pero no terminó ahí. Durante toda su vida se convirtió, día a día, y esto qué significa: que durante toda su vida puso a Cristo en el centro. Y lo hizo a través del discernimiento. El discernimiento no consiste en acertar siempre desde el principio, sino en navegar, en tener una brújula para poder emprender el camino que tiene muchas curvas y vueltas, pero dejarse guiar siempre por el Espíritu Santo, que nos va conduciendo al encuentro con el Señor.
En esta peregrinación por la tierra, nos encontramos con otros, como lo hizo Ignacio en su vida. Esos otros son señales que nos ayudan a mantener el rumbo y que nos invitan a convertirnos cada vez de nuevo. Son hermanos, son situaciones. Y Dios nos habla también a través de ellos. Escuchemos a los demás. Leamos en las situaciones. Seamos postes indicadores para los demás, también nosotros mostrando el camino de Dios. La conversión se hace siempre en diálogo, en diálogo con Dios, en diálogo con los demás, en diálogo con el mundo.
Rezo para que todos los que se inspiran en la espiritualidad ignaciana puedan hacer este viaje juntos como una familia ignaciana. Y rezo para que muchos otros lleguen a descubrir la riqueza de esta espiritualidad que Dios dio a Ignacio.
Los bendigo de corazón, para que este año sea realmente una inspiración para ir al mundo a ayudar a las almas, viendo todas las cosas nuevas en Cristo. Y también una inspiración para dejarnos ayudar. Ninguno se salva solo: o nos salvamos en comunidad o no nos salvamos. Ninguno le enseña al otro el camino, sólo Jesús nos enseñó el camino. Nosotros nos ayudamos a encontrar y a seguir este camino mutuamente.
Y los bendiga Dios todopoderoso, el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
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